Capítulo 16: Conexión

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Han pasado un par de días desde el incidente y todo parecer haber vuelto a la normalidad, o... Algo así.

—Mira, entonces aquí está tu error —señalo Martin.

—¡Oh! Ya ¿Todo el tiempo fue eso? Dios, que idiota —se ofendió a sí misma pero no de forma dañina, sino burlona.

—No te hables tan bonito —comento burlón.

—Tu muy listo, no sabes la diferencia América y Sudamérica —contesto de igual forma.

—¿Cómo iba a saber que estaban uno encima del otro si se oyen igual? —se defendió herido.

—¡Hora de comer! —se oyó decir al mayordomo desde abajo.

—¿Ahora si vendrás a comer? —comento algo rencoroso.

—Ja—Ja. Supéralo. Ahora bajo, ve —indico mientras se acerca a su mesita de noche.

Martin estaba por irse, pero se detiene para ver qué es lo que iba a sacar del cajón, Amanda se da cuenta y mira molesta.

—¿Tienes algún problema, pendejo? ¿Quieres ver si tengo no sé, una foto tuya con la que fantaseo toda la noche? ¿Un diario donde anoto todos mis secretos? O ¿Algo sumamente vergonzoso? Que puto pervertido y enfermo eres —pensó en sus adentros—. Dije que ya voy, no me esperes —respondió en su lugar mientras sonreía.

—Oh, sí. Está bien —camina hacia las escaleras y las baja rápidamente—. ¿Qué esconde? ¿Serán las dichosas drogas que menciono Antonio? —Martin sacude su cabeza al pensar en eso—. Nah, seguro será esas cosas religiosas que tanto usan los pobres para orar. Patético —llega a la mesa y se sienta.

—¿La Señorita Amanda? —pregunto el mayordomo interesado.

—Dijo que no demoraba —respondió Martin intentando tomar algo de la mesa.

El mayordomo lo golpea suavemente y el aparto la mano.

—Usted va a esperar a la Señorita —señalo—. Sea caballeroso.

Martin se burló repitiendo sus palabras en un tono más bajo.

Amanda bajo las escaleras con cierta rapidez y alegría, haciendo un salto en los últimos dos escalones para bajar.

—Huele delicioso —entusiasmada se sienta y mira la mesa.

—Hoy anda de buen humor —comento el mayordomo.

Amanda asintió, pero rápidamente bajo la cara apenada.

Desde que tomo los medicamentos no se siente tan amargada como antes, llegando al punto que olvida que tiene que actuar. El mayordomo le trae cierta seguridad que la hace sentirse más natural.

Martin no perdió tiempo y tomo un pedazo de pan dulce de la mesa y comenzó a comer.

—No solo eso, también te veo mejor de la pierna —aseguro con la comida en la boca.

—¡Joven Martin! —alzo la voz el mayordomo y Amanda rio ante esto.

—¿Qué? Dijiste que podía comer una vez ella llegara, eso estoy haciendo —traga.

Todo ese tiempo, Amanda veía a Martin como un hombre educado, refinado y elegante, pero también comenzó a ser más despreocupado por alguna razón.

En ese momento, él se incorpora y traga su comida, volviendo a ser el chico de antes.

Afina su voz y habla.

—Bueno, ahora que tu pierna esta mejor, puedes volver a casa ¿no? —pregunto mientras jugaba con la cuchara en su comida.

Cadena de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora