Capítulo 23: Lo que siento por ti

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Amanda se detuvo frente a su habitación mientras sentía como su corazón latía con cierta velocidad y su respiración se irregularizaba. Recordó cada una de sus vivencias en esta habitación, desde la más desastrosa hasta la más hermosa.

Respiro hondo y se armó de valor para tocar la puerta con fuerza. Dudo un momento por la fuerza empleada pero ya era tarde para pensar en la consecuencia. Su labio tembló levemente, pero trago saliva y logro decir lo que quería decir.

—¡Martin! Es hora de comer, baja ahora —impuso.

No tuvo una respuesta. Amanda pensó que quizás estaba dormido, pero algo en ella quiso seguir insistiendo. Volvió a tocar la puerta con fuerza.

—¡Levántate! No pienso dejar que desperdicies la comida de esa manera.

Nuevamente no tuvo respuesta, sabía perfectamente que la puerta no tenía seguro, pues no escucho el clic que hace el botón. Tomo el picaporte y lo comenzó a girar.

—¡Detente! —se escuchó desde el otro lado.

Amanda sintió una alegría agridulce al escuchar su voz, por un lado, le agradaba que le hablara, pero por el otro se sentía mal por el tono de voz que uso.

—¡Sera mejor que bajes a comer ahora! No pienso volver a subírtela —contesto con la naturalizada de siempre entre ellos.

—¡No tengo hambre! ¡Lárgate! —ordeno.

Amanda se llenó de rabia y giro por completo el picaporte. Empuja la puerta y mira la habitación a oscuras. La poca luz que entraba era por la lámpara del pasillo y una de mesa junto a la cama.

Martin se encontraba sentado en la cama con la cabeza agachada, mirando hacia el suelo con sus brazos apoyados en sus piernas.

—Estas actuando muy raro. No me dices que te pasa y tampoco tienes la decencia de ir y comer lo que Fausto y yo preparamos ¡Todavía que me doy el tiempo de cocinar piensas simplemente ignorarme! —alzo la voz indignada y dolida.

Amanda se iba acercando a él conforme hablaba, trataba de aparentar rudeza, pero sentía las piernas sumamente pesadas.

Nuevamente no tuvo respuesta, estaba enojándose cada vez más por su ridícula forma de actuar.

—¡Dime! ¿Qué diablos te pasa? ¡No seas infantil y habla de una vez!

—¿Por qué no le preguntas a tu noviecito? —Martin finalmente hablo, pero a modo de pregunta con un tono de molestia y burla.

—¿Novio? ¿De qué diablos ha—

Amanda se da cuenta y lo entiende inmediatamente.

—¿Me espiaste detrás de la escuela? —pregunto, no esperaba una respuesta—. ¿Me espiaste hablando con Jorge? —ahora estaba indignada.

—Wow, me sorprende que no se hayan puesto apodos.

Martin alza la vista y Amanda no lo termina de entender, su mirada demostraba enojo.

—¿De qué diablos estás hablando ahora? Si la escuchaste entonces debes de saber lo que realmente paso.

—Claro, claro que se lo que paso —se levanta bruscamente, haciendo retroceder unos pasos a Amanda—. Que aceptaste su propuesta de... —no se atrevió a decirlo.

Amanda se da cuenta de que todo esto es un malentendido, pero sigue sin entender porque esta tan molesto.

—Mira, para empezar, no entiendo que tiene que ver eso con tu clara molestia. Segundo, a ti que te importa si yo salgo con alguien o no. Eso a ti no te afecta.

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