Capítulo 26: Amor

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Al día siguiente, Amanda no salió de su habitación hasta que fue la hora de irse. Tenía su mochila lista y se había aseado desde muy temprano para evitar a Martin.

Cuando sale de su habitación, la abre con sumo silencio. Observa hacia todos lados y sale al cerciorarse de que Martin no estaba en la segunda planta. Se asoma por la escalera, no ve a nadie y la baja con la mayor sutileza que puede.

Al estar frente a la puerta de salida, suelta un suspiro, aliviada. Estaba por girar el picaporte, pero siente como algo la jala hacia atrás, era Martin quien la había tomado del hombro y la recargo en su pecho.

—¿A dónde vas con tanta prisa? Fausto aun no sale de casa para llevarnos a la escuela —comenta divertido.

Amanda siente una vergüenza enorme al tenerlo tan cerca y sobre todo al sentir su mano sobre su hombro. Intenta zafarse de eso, pero al hacer fuerza, Martin la abraza de espaldas, acercándola más y oliendo su pelo recién lavado.

Ella se estremece, su piel se eriza y su respiración se vuelve pesada.

—Definitivamente —dice al aspirar por mucho rato su pelo—. Tu aroma es maravilloso.

Amanda abre la boca, pero no se atreve a decir nada.

—Ya casi termina de hacer el almuerzo, espera un poco —pidió de manera dulce y tranquila.

Amanda se tranquiliza y respira hondo.

—Amanda yo... —Martin traga saliva, nervioso—. Te quiero —soltó delicadamente.

Ella se altera por sus palabras y se suelta de aquel abrazo de Martin, alejándose de él y mirándolo de frente.

—Definitivamente tu solo dices mamadas —insulto de vuelta.

—También puedo darlas —sonrió coqueto.

Amanda se apena al instante y aparta la vista.

—Dios sí que eres horrible.

Martin la toma del mentón y lo hace mirarlo mientras se acerca un poco a ella.

—No creo que pensaras eso anoche.

Amanda aparta la mano de Martin bruscamente y se cruza de brazos.

—¿Qué quieres lograr con todos estos comentarios indecorosos y atrevidos?

—Quiero salir contigo, Amanda —soltó de pronto—. Quiero que me permitas quererte y que aprendas a quererme.

Amanda abrió los ojos sorprendida y boquiabierta.

—Yo no tengo a nadie más, vives conmigo, llegamos y salimos a la misma hora... Prácticamente solo nos falta dormir juntos —dice algo apenado mientras se rasca la nuca.

Amanda se cubre la boca para no mostrar una media sonrisa.

—Aprendí a quererte con todos tus defectos, y vaya que ahora los conozco todos. Has confiado en mí y yo también te he confiado todos mis miedos e inseguridades... Has visto mi peor lado y aun así seguiste ahí conmigo... Apoyándome. Eso me hizo quererte, nadie lo había hecho por mí.

Amanda se gira, dándole la espalda mientras se mesia con sus pies hacia adelante y hacia atrás.

—¿Y bien? ¿Me darás una oportunidad? —pregunto ansioso.

Las manos de Martin temblaban, fácilmente podía someterla, pero eso no era lo que quería, quería que lo quisiera de vuelta, no era suficiente que lo deseara o que lo de anoche fuera solo un momento de debilidad, él necesitaba más de ella.

—Ha—Haz lo que quieras —dijo Amanda.

Martin no entendió, la miraba confundido.

—¿Quieres... Quieres decir que...?

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