De vuelta en la casa de Martin, el atardecer está rosando las ventanas de nuestros compañeros mientras Amanda se encontraba haciendo los apuntes que Regina le había mandado.
Amanda se encontraba teniendo dificultades para entender muchas de las tareas que tenía pendientes. No era muy dedicada a la escuela y cuando no entendía algo siempre solía acudir a Paula.
Ella rasca su cabeza con desespero mientras lucha internamente para entender lo que está en su cuaderno.
—No entiendo —dice frustrada.
Mira su celular mientras piensa en si debe hablar con Paula, pero sabe perfectamente de que además de ayudarla con su problema, le hará miles de preguntas respecto a lo que pasa con su situación.
Se come sus uñas mientras duda si hacerlo o no, y cuando estaba por tomar su teléfono, alguien toca su puerta.
—¿Quién? —pregunta entre medio asustada y agitada.
—Soy yo, vengo a llevarte a cenar —comento Martin desde el otro lado de la puerta.
Amanda suspira en silencio mientras sacude su pelo, desesperada. Toma aliento y se levanta a abrir la puerta.
—Claro, en un momento bajo —hablo con delicadeza.
Martin logra de ver la cama y descubre los cuadernos y los libros alrededor de la cama.
—¿Estás haciendo tarea? —pregunto curioso.
Ella cierra más la puerta para que no pueda ver hacia adentro.
—Dije que bajare en un momento —repitió entre molesta y nerviosa.
—¿Necesitas ayuda? Puedo ayudarte.
—No, estoy bien —dijo mientras aguantaba las ganas de quererle cerrar la puerta en la cara—. Te veo en unos minutos —cierra la puerta lentamente.
Una vez lo hace comienza a gritar en silencio y lanza la pluma que tenía en su mano hacia la cama mientras muerde con fuerza una almohada que se encontraba en el suelo.
—Te odio, te odio, te odio, te odio... ¡Te odio! —pensaba con desespero.
Conforme pasan los segundos, se calma y muerde dicha almohada con menos fuerza. Al desvanecerse la mayor parte de su rabia, avienta aquel pedazo de algodón hacia la cama, respira hondo y trata de calmarse para seguir con la farsa allá abajo.
—Tranquila, tranquila. Todo está bien. Podrás resolver este problema tu sola, no necesitas a nadie, ya verás —trata de animarse mientras se dirige hacia la puerta.
Gira el pomo de la puerta y respira hondo nuevamente para bajar las escaleras y sonreír falsamente.
—Perdona si te hice esperar —comento al verlo sentado en la mesa.
—Tranquila, supongo que necesitabas un poco de tiempo —comento gracioso.
Amanda se irrito internamente por ese comentario, teniendo unas enormes ganas de ahórcalo en ese momento. Pero aprieta sus puños y se contiene.
—Sí, es que a veces necesito un poco más de tiempo leyendo para entender por completo algo, ya sabes. Repasarlo —se sienta en la mesa y admira la comida—. Otra vez comida de lujo, este tipo no sabe lo que es pasar hambruna o lo que es hacer austeridad —critico en su mente mientras toma lo que se encuentra.
—Y... ¿Quiénes son tus maestros o que materia te dan?
Amanda no responde prontamente, pues anda debatiéndose en su cabeza.
—No lose, no logro recordar lo que es totalmente inútil, ni siquiera suelo prestarles suficiente atención a sus respetivas clases. Si tan solo no fueran personas tan desagradables quizás hasta podría recordar sus rostros —pensó irritada.
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Cadena de Mentiras
Teen FictionAmanda, es conocida como la chica más antipática de la escuela. Nada amigable, grosera, peleonera y sobretodo, sarcástica, sus notas no son sobresalientes y vive al día. Martin, es el chico más popular de la escuela, ha salido con la mayoría de las...