Capitulo 10

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CAPITULO 10

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—En una ráfaga de fuego…— Santana arrugó la frente. —En una ráfaga de fuego…—Sacudiendo su cabeza, presionó la barra para borrar repetidamente. —Suena como si fuera una película de gangsters —La espalda estaba comenzando a dolerle por estar sentada en la misma posición por mucho tiempo, pero la fecha tope estaba ya muy cercana como para poder relajarse. —Las balas parecían una lluvia sobre…no no no no.— Suspirando fuertemente, borró la oración y se quedó mirando la pantalla. Odio escribir acción. Vamos solo dame una buena frase hoy. —La policía abrió fuego, rociando a los terroristas con una lluvia de balas.—Bien, eso está mejor. ¿Y luego que?— El cursor parpadeaba repetidamente mientras los segundos pasaban. —Bien.— Comenzó a escribir. —La policía abrió fuego… —¿Por qué abriría fuego sin saber dónde están los rehenes?— Restregó su cara vigorosamente y miró sorprendida la hora sobre la pantalla. —Grrr…No puedo creer que sea tan tarde ya—. El pronunciado bostezo y sus ojos confirmaban lo mismo. Era ya más cerca de la madrugada que medianoche y si daba un vistazo a lo que había en la pantalla sabría que en realidad mostraba muy poco para el prolongado esfuerzo que había hecho.

Los segundos se convirtieron en minutos pero ninguna palabra más apareció sobre la pantalla de la computadora. Frustrada, Santana empujó el teclado y recostó su cabeza hacia atrás, viendo solo el cielo raso. —Bien, pensemos sobre esto— dijo en voz alta, como si el escuchar sus palabras la ayudara un poco a enfocar las cosas. —Los rehenes están en el segundo sótano pero la policía no sabe eso. ¿Entonces dónde cree la policía que están cuando los pistoleros salen disparando?— ¿Necesitan aun estar en el almacén?¿Si no están allí, dónde los pongo?¿Necesito aun a los rehenes?¿Por qué roban el banco en primer lugar?.
—Oooh, odio esto!— Poniéndose derecha en su asiento, Santana se colocó de nuevo delante del teclado. La presión para poder terminar la escena y terminar el capítulo a tiempo no estaba ayudando en nada a su creatividad. Bien, solo tengo que pensar por un minuto. Para su sorpresa, la puerta principal se cerró, anunciando que Brittany llegaba a casa del trabajo. Escuchó como la puerta del refrigerador era abierta, luego cerrada otra vez, recordándole a Santana que tenía que hablar con su compañera acerca de cuándo se terminara la leche se debía de anotar en la lista de comestibles para comprar. Pesados pasos subían las escaleras, deteniéndose al llegar arriba.

—Estoy despierta— Dijo Santana, preguntándose que causo qué Britany se detuviera en lugar de seguir hasta su habitación.

—Estás levantada muy tarde—. La voz del otro lado de la puerta le contestó.

—La fecha tope hace que este aun despierta—. Ella se restregó los ojos y se reclinó. —¿cómo estuvo el trabajo?—

—Solo fue trabajo. Buenas noches—.

—Buenas noches—. ¿Qué te pasa? El tono derrotado en la voz de Brittany le preocupó. Santana abrió las persianas y deslizó la puerta, dejando en su lugar el mosquitero. Por si acaso quiere hablar, la escritora se dijo a sí misma.
Varios minutos pasaron y Santana decidió averiguar que pasaba cuando escuchó la puerta abrirse y a Brittany salir hacia el balcón. Sabía que algo estaba mal. Apagando la computadora, salió hacia el balcón. El resplandor anaranjado del cigarrillo era la única luz en la oscuridad al lado de Brittany. Sopló de pronto un aire muy frio y Santana se abrazó a si misma al sentir la ráfaga de viento. —Oh, no me percaté que estuviera tan fresco aquí fuera—.

—Mmhm—.

—¿Te gustaría algo de compañía?—

—No soy buena compañía esta noche— Dijo Brittany abatidamente.

El corazón de BrittanyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora