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—Hola, Quinn— dijo Brittany al abrir la puerta —Pasa. Santana está en la cocina— Retrocedió un par de pasos para dejar entrar a Quinn —Hace un frío del demonio ahí fuera.—
—Yo sólo espero que esto no sea el aviso de lo que nos viene encima en invierno— afirmó Quinn al tiempo que se quitaba la chaqueta y la colgaba del perchero que había junto a la puerta —Deberías cambiar esa chaquetita que tienes por algo más abrigado—
—¿Eres consciente de lo que cuesta una chaqueta nueva?— dijo Brittany acercándose a ella —Hazme un favor, ¿quieres?— susurró a continuación —No le digas nada a Santana—
—¿Y cuánto tiempo supones que va a dejarte salir por la puerta con la tuya?— le preguntó Quinn imitando su tono de voz.
—Con suerte un par de semanas más. Hasta que me den la paga extra—
—¡Eh! ¿Qué estan secreteando ustedes dos?— gritó Santana desde la cocina.
—Tranquila que no estoy desvelando ningún secreto de Estado— dijo Quinn —Además, estoy segura de que esta chica ya conoce todos tus malos hábitos—
—Casi todos— dijo Santana asomándose a la puerta que conectaba la cocina y la sala —Quién sabe, a lo mejor me convence para romper uno o dos. Los milagros existen—
—¿Quieres decir que algún día podré mirar debajo del sofá y encontrar una bola de pelusa?— preguntó Quinn.
—Oye… no me presiones— contraatacó Santana limpiándose las manos en el delantal —Por ahora he descubierto que no es un crimen dejar la ropa sin doblar después de quitármela—
Quinn trasladó su mirada de Santana a Brittany.
—Está bromeando, ¿no?—
—Nop— contestó Brittany con orgullo.
—Me agarró con la guardia baja— añadió Santana en defensa propia.
—Debió ser épico— dijo Quinn palmeando el hombro de Brittany —Lo siguiente es que se meta en la cama cuando aún queda un plato en el fregadero—
—Eso jamás— afirmó Santana con confianza.
—Ya veremos— Brittany afirmó
Santana le dirigió una larga mirada de confusión antes de caer en la cuenta de a qué se refería.
—Oh— dijo Quinn relajándose de tal forma que su cuerpo no mostraba ya el torbellino de emociones que Brittany había advertido al final de su última sesión con la psicóloga.
A pesar de que había preguntado, Santana no quiso contarle gran cosa acerca de su conversación con Quinn aparte de que todo había ido bien. Si la actitud de Quinn podía tomarse como evidencia, su reunión parecía haber sido un éxito a los ojos de Brittany. Sin embargo, quedaban algunas cuestiones para las que necesitaba respuesta antes de estar totalmente segura de que los problemas habían acabado entre ellas tres.—Oye Doc, voy al balcón un rato antes de que lleguen los chicos. ¿Te vienes a hacerme compañía?— dijo Brittany echando a andar hacia las puertas corredizas de cristal sin esperar su respuesta. Tal y como sospechaba, Quinn la siguió hasta la terraza y cerró la puerta tras de sí.
—¿Y bien?— preguntó Quinn con expectación.
Brittany se recostó sobre el barandal y suspiró.
—Y bien… — comenzó —¿Podremos seguir con nuestras sesiones como hasta ahora?—
—Por supuesto— afirmó Quinn.
—Genial— Brittany se giró concentrando su atención en las estrellas —Estaba preocupada, ¿sabes?—