Capitulo 17

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El departamento estaba oscuro cuando Brittany llegó, excepto por la bombilla que iluminaba la puerta principal. Dio una rápida mirada y vio que no se encontraba el mercedes de Santana. Me pregunto a dónde habrá ido, Brittany pensó mientras caminaba por el pequeño camino hacia la puerta.
Lanzando sus llaves sobre la mesa, caminó hacia la cocina, buscando en la oscuridad a tientas el apagador. Mirando la puerta del refrigerador, frunció el ceño cuando no vio ninguna nota para ella. —Probablemente estará de regreso en un momento— dijo para el cuarto vacío. ¿Qué dijo que quería para la cena? Alguna clase de pez. Arrugando su nariz ante el pensamiento, abrió el congelador y sacó una pizza congelada. Qué diablos, al menos es comestible. Algunos minutos más tarde la pizza estaba en el horno y Brittany estaba en el sofá con el control remoto de la televisión en la mano, comenzó a pasar los canales. Aburrido, sin interés, aburrido, oh Dios, no los Waltons. No, no, naw, Oh por favor, eso es tan falso. ¿Quién diantres va a creer que dos tipos pueden vencer al infierno salir de allí y seguir de pie? tantos canales y no hay nada interesante. Dejándolo en un show de juegos, lanzó el control remoto a la mesita de café y miró su reloj de pulsera. ¿Dónde diablos estás? Pensé que ibas a quedarte en casa esta noche.

Dos horas más tarde la pizza se había terminado y Brittany se encontró sentada en la silenciosa sala de estar mirando el reloj de la pared. La televisión había sido apagada para poner la radio, pero tampoco resultó muy entretenido y fue apagado también. ¿Vamos Santana, dónde estás? Su pregunta fue contestada cuando escuchó el sonido de una llave siendo metida en el cerrojo de la puerta principal. Brittany se levantó de un salto y abrió la puerta. —¿Dónde diablos has estado?— exigió.

—Hola. No esperaba que estuvieras en casa todavía— Santana dijo, sus brazos llenos de bolsas plásticas blancas de la tienda de comestibles. —Creí que debería comprar algunas cosas. Casi ya no teníamos nada—

Brittany siguió a su compañera hasta la cocina. —¿Cuánto tiempo te puede tomar eso? He estado en casa desde las siete—

Santana colocó las bolsas sobre el mostrador y comenzó a guardar los abarrotes en la alacena. —Voy al centro comercial que esta cerca de la interestatal. Tienen los mejores precios, por eso usualmente esta lleno de gente. Me tomó casi media hora sólo para llegar a la línea de cajas— Santana miró con atención en el bolso. —Espero que te gusten las naranjas. Estaban de oferta, así que compré dos bolsas—

—Olvida las naranjas por un minuto— Brittany dijo. —¿No me pudiste haber dejado una nota? No tenía ni idea de dónde estabas— Tomando el frasco de aceitunas, abrió el refrigerador y descuidadamente las lanzó en el estante. —A mí me estás jodiendo de que me asegure de dejarte saber a que hora vendré a casa ¿pero tú no puedes tomarte dos segundos para dejarme una nota?—

—Lo siento, pero no pensé que estarías en casa hasta más tarde. Dijiste que irías al Tom Cat Club y supuse que como no llegaste a las seis ibas a llegar más tarde— Santana dijo, doblando pulcramente las bolsas vacías.

—Sí bueno, he estado aquí mirando las paredes por lo menos dos horas preguntándome dónde diablos estabas. Dame eso— Tomando las bolsas de las naranjas, se volvió caminando hacia el refrigerador. —Estarás feliz de saber que ya no trabajaré más en el Tom Cat— dijo empujando las naranjas dentro de las gavetas de abajo.

—Sí, estoy feliz de escuchar eso y cuidado con esas. Quiero naranjas, no jugo de naranja—

—Tuve un día pésimo en el trabajo y juro que si un retrasado más insiste en poner su maldita música de rap, le voy a empujar esa maldita gaveta del refrigerador en la garganta. Luego me voy a ver a Gunther y se comporta como un verdadero imbécil, entonces vengo a casa y tú no estas por ningún lado— Brittany le quitó de un tirón la mantequilla de la mano a Santana. Para molestia de la bailarina, su compañera sonreía burlonamente. —¿Qué demonios es tan gracioso?—

El corazón de BrittanyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora