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Una vez fuera, Brittany encendió un cigarrillo, el humo gris formó una nube cerca de su cara.
—Eso es malo para tu salud, ¿sabías?—
—Ya lo he escuchado antes— contestó, dando otra inhalación.—¿Supongo que tú tampoco permites fumar en tu auto?—
—De hecho es un auto prestado mientras el mío está en la agencia pero yo siempre he encontrado que el cenicero hace una gran función para tirar toda esa ceniza—
—Seguramente— Brittany susurró, aspirando tanto humo como podía para después lanzar el humo fuera, tirando el resto del cigarro al percatarse que la otra rubia no le permitiría fumar dentro de su auto —¿Tú no eres una fanática de la salud como Santana?—
Quinn se rió y quitó los seguros de las puertas del auto—No estoy tan obsesionada como ella. Yo disfruto de una buena hamburguesa y papas de vez en cuando—. Entraron al auto y con una vuelta de la llave el motor encendió. Echó en reversa y lo sacó del estacionamiento, se dirigió calle abajo para tomar la curva hacia la avenida principal.—¿Y eres de por aquí?—
—Milton— Brittany contestó.—Esta a una hora por la carretera de peaje—.
—Sé dónde está. Es un pueblo industrial grande—.
—De grande no tiene nada— la rubia stripper dijo cortante.—Milton es un pueblo insignificante lleno de personas insignificantes—.
—¿Tu familia aún vive ahí?—
—No lo sé, no he hablado con ellos desde que me mudé.—
Quinn asintió con la cabeza, nunca quitando la vista del camino.—¿Cuántos años tenías cuando escapaste?—
El corazón de Brittany dio un brinco.—¿Eres psíquica o algo por el estilo, Doc?—
—Te dije que soy terapeuta—. Bajó la velocidad del coche mientras se acercaban a un semáforo. —Soy perceptiva. Es una habilidad necesaria cuando tratas con personas que no son siempre abiertas con sus sentimientos—.
—¿Sí? ¿Y que más te dice tu percepción de mí?— Brittany se cruzó de brazos defensivamente.
Quinn la miró, y comenzó a avanzar de nuevo cuando el tráfico comenzó a moverse.—Tu respuesta me dice que estoy en lo correcto acerca de que escapaste de tu casa—.
—Lo hice tan pronto como pude— dijo Brittany.—Un poco más de un año después que Paty—.
—¿De la casa que escapó tu hermana cuando tú tenías 14 años, escapaste tu después cuando tenías 15 años?—
—Ahí está la percepción de nuevo— se asomó por la ventana.—Intenté escapar con ella pero me atraparon. Lo intente tres veces más antes de que tuviera éxito.—
—Debió haber sido muy difícil para ti tratar de escapar tantas veces—
—¿Aquí es donde me dices que todos mis problemas son debido a mi jodida y amargada infancia?—Ella señaló la licorería.—No necesito terapia para saber eso— Brittany abrió la puerta antes de que el coche se hubiera parado por completo. —Gracias por el paseo, Doc—. Salió y cerró la puerta, sin darle oportunidad a Quinn de responder.
Las calles estaban desiertas excepto por uno que otro auto ocasional, dándole a Brittany la libertad para beber de la botella mientras caminaba. Para cuando el complejo de apartamentos se alcanzó a ver, ya iba caminando balanceándose totalmente ebria y la tercera parte de la botella había sido vaciada. Cuando iba acercándose al edificio Brittany se dio cuenta que había olvidado tomar las llaves cuando salió.—Mierda. La Señorita Perfecta me dará un sermón con seguridad—. Se llevó la botella a los labios y tomó un gran trago, estremeciéndose cuando el líquido caliente se abrió paso por su garganta. Usó la manga de su chaqueta para limpiarse la boca antes de alcanzar el timbre de la puerta. Su cabeza sentía el efecto del whisky y lo único que quería hacer era acostarse.—Demonios, abre la maldita puerta, Santana—. Brittany presionó el timbre de nuevo, golpeando rápidamente después la puerta con el puño. Apoyó su frente contra el marco. No había comido nada más que un par de zanahorias en todo el día y su organismo rápidamente comenzó a reaccionar diciéndole que había excedido sus límites.—Oh mierda— susurró, sintiendo su estómago mal otra vez. Presionó el timbre de la puerta repetidamente hasta que escuchó a Santana abrir la puerta. —¡Permiso!— Empujó a la mujer pelinegra que estaba sorprendida fuera de su camino. Brittany se fue tambaleando hasta el baño, apenas levantando el asiento del inodoro antes de que su estómago devolviera todo su contenido.