Capitulo 21

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A Brittany no le hizo falta abrir la puerta para identificar la música que aporreaba las paredes. El hecho de que el mercedes no estuviera estacionado fuera sólo podía significar una cosa: Helen estaba sola en casa y Brittany tenía que entretenerla hasta que Santana regresara. Con un profundo suspiro, giró el pomo y entró.

Santana parecía llevar fuera un buen rato a juzgar por el escenario, digno de un desastre natural, que se le presentó. Helen estaba tirada sobre el sofá con el mando a distancia en una mano y el teléfono en la otra. La mesita del café estaba enterrada bajo un montón de envolturas de chicle y otros papeles. Al verlo, Brittany se fue directamente a la cocina para no oír la conversación telefónica de la mujer.

Seguro que es de larga distancia, pensó mientras metía la crema en la nevera. Una caja de seis cervezas casi vacía captó su atención. Espera, espera… yo tenía cuatro de esas cuando me fui a trabajar esta mañana. Con renovado mal humor, agarró la botella que quedaba y cerró la puerta con fuerza.

—Ah, ahí estás— exclamó Helen desde la puerta —Te he visto entrar, pero estaba al teléfono. ¿Te has acordado de traerme la crema?—

—Está en la nevera— respondió Brittany acodándose en el mostrador y llevándose la botella a los labios —Y por cierto, la cerveza que te has bebido era mía—

—¿En serio? Vaya, perdona por no preguntarte. Di por hecho que me la podía tomar— Sin el sombrero, el cabello negro de Helen caia casi de forma ondulada sobre sus hombros.

—Supongo que no podías saberlo si nadie te lo dice— convino Brittany a regañadientes —Casi todo lo que hay en la nevera es comunitario, excepto la cerveza y esas cosas de nueces que le gustan a Santana—

—Y dime, ¿qué tal te ha ido hoy?— preguntó Helen, cruzando la habitación y acomodándose frente a la mesa de la cocina.

—Normal. Ya hemos terminado con los muros del segundo piso—

—Me vas a perdonar, pero creo que estás demasiado buena como para andar jugando a Bob el constructor. Podrías ser modelo—

Brittany echó otro trago sin ninguna intención de abandonar el mostrador. —La belleza se acaba tarde o temprano. Además, yo no construyo nada. Solo pongo cemento a las estructuras, pinto y tapizo las habitaciones terminadas. Toda una habilidad en la industria de la construcción—

—A mí me parece poco femenino—

No te he pedido tu opinión, pensó Brittany para sí. —En fin… ¿Dónde ha ido Santana?—

—A ver a su madre. Yo estuve esta mañana, pero Sarah tenía esa actitud post menopáusica tan suya que le impide mantener una conversación normal—

—Por lo menos se encuentra mejor y has podido entrar a verla otra vez—

—Bah— Helen hizo un gesto despreciativo con la mano —No va a enterrar el hacha de guerra tan fácilmente, y yo tampoco. Debí haber llamado simplemente para ver cómo estaba, pero me apetecía tomarme unas vacaciones—

—Bueno, estoy segura de que tu hermana te agradece el que hayas venido a verla desde tan lejos— Levantando la botella una vez más, se sorprendió al encontrarla vacía. Sabía que tenía que comprar más en la tienda.

—¿Agradecérmelo? Por favor— Helen hizo una mueca de disgusto —Esa mujer no me ha dado las gracias por nada en su vida—

—Yo no conozco a la Sra. López lo suficiente como para decir nada, pero daría mi brazo derecho por saber dónde está mi hermana ahora mismo— Dándose cuenta de que había hablado de más, Brittany dejó la botella en el mostrador y abrió la nevera —Será mejor que vaya haciendo la cena—

El corazón de BrittanyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora