[Un egoísmo cegado]

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El deseo podría ser considerado como el más problemático de los Eternos, debido a su comportamiento descarado, apático y, en ocasiones, algo cruel. No obstante, es su influencia en la humanidad la que permite que una persona se destaque de entre un grupo. Anhelar algo es una muestra de que los sentimientos propios poseen un toque de autenticidad y son, en gran medida, sinceros.

En cuanto a la personalidad de ese Eterno, es simple y clara: la perseverancia.

Su deseo siempre fue que, una vez que tenía su objetivo en la mira, ideaba de alguna manera un método para alcanzarlo. Aunque en realidad, siempre perseguía el mismo objetivo y lo único que cambiaba era el método cada vez que era necesario.

Ese era molestar o enojar a su hermano Sueño.

Hubo un tiempo en que estuvieron cercanos, compartiendo una conexión mística entre el Umbral y la Ensoñación. Los humanos, en su mayoría, sueñan con aquello que anhelan profundamente, hasta el punto de caer en la tristeza si no lo alcanzan. A Deseo le fascinaba esto, ya que le permitía fortalecer sus poderes y descubrir nuevas formas de otorgar su don a la humanidad.

Además, al fortalecer sus lazos inquebrantables con Desespero, su gemelo, con Sueño se sentía amparado, sabiendo que contaba con la protección de alguien con intereses y metas afines.

Esa era la naturaleza de su vínculo, hasta que Deseo, cegado por su propia habilidad, la utilizó indebidamente con una de las conquistas de su hermano. Ella se llamaba Killala, y aunque en aquel entonces deslumbraba con su belleza, también era conocida por su falsedad. Las sospechas sobre su comportamiento contrastante con Sueño y con los demás eran evidentes, como un felino atrapado en su jaula. Cómo hubiera preferido descubrir otro método para revelar su verdadera cara, evitando así el dolor de Sueño. Pero su objetivo era inquebrantable: despojar a su hermano enamorado de sus ilusorias gafas color de rosa.

Deseo podría haberse sentido orgulloso de sus acciones si Sueño no hubiera reaccionado con furia al confrontarlo sobre su comportamiento errático. El rechazo después de haber ayudado a revelar la verdadera naturaleza de Killala dejó a Deseo incapaz de interesarse sinceramente por los sentimientos de Sueño, sintiéndose herido y despreciado.

La relación entre ellos se deterioró esa noche. Al enterarse de lo sucedido, Destino, el más sabio, ordenó a Deseo abstenerse de interferir en los asuntos amorosos de Sueño. A pesar de esto, Deseo notó que todos los amantes de Sueño terminaban abandonándolo, sin importarles el daño que le causaban.

Sueño lo reprendía de volver a interferir de nuevo. Todos le creían a él, a excepción de Desespero, por el sufrir de su hermano mayor por las rupturas. También era capaz de ver el sufrir de Deseo por el rechazo de ése hermano quien solía protegerlo.

Desde ese momento, sentiría que el lazo que alguna vez los unió ya no existía. Y su dolor se transformaría rápidamente en sentimientos de ira y odio.

Recordaba con claridad que la regla era no derramar sangre familiar, pues las consecuencias serían desastrosas para aquellos que la infringieran. Deseo siempre se sentía tentado a violarla si con ello lograba recuperar algo del antiguo afecto que alguna vez tuvo en Sueño, en la relación con su hermano. Ahora, solo buscaba fastidiarlo si eso significaba captar su atención. Crear el vórtice mientras estaba en cautiverio fue uno de sus numerosos planes para ese propósito. Al ver que casi tuvo éxito, Deseo se sentía cada vez más cerca de alcanzar su meta, así que decidió elaborar un nuevo plan.

La personificación antropomórfica de los deseos estaba al tanto de que su hermano gótico tenía un nuevo amor, y para añadir más intriga, su hermana Muerte también estaba involucrada.

Según lo que conocía, los hermanos habían establecido una especie de apuesta usando a un mortal como sujeto de prueba. Esto se debía a que al humano en cuestión se le ocurrió el caprichoso deseo de no morir, creyendo que la muerte era solo para los necios. Era la oportunidad perfecta para su juego. Sueño se acercó y pactaron encontrarse en el mismo bar cada centuria.

Jamás habría imaginado que aquello desembocaría en un nuevo romance para añadir a la lista de su hermano. Se mantuvo en guardia para observarlo de cerca.

Confesaría que sintió compasión por el ahora inmortal después de aquel desaire en 1989, cuando Sueño quedó atrapado por la trampa de un practicante de magia negra. Habría tomado su lugar para suplantarlo y así no dejarlo abandonado.

Para ellos, fue un consuelo verlo contento en su nueva relación con ese humano llamado Robert Gadling. Y fue entonces cuando se le ocurrió la idea de una nueva travesura.

Incluso antes de independizarse para formar su propio reino, Deseo poseía la habilidad de crear pociones para cualquier tipo de anhelo humano, ya fuera para intensificar el hambre, las adicciones o los deseos carnales. Deseo era, y sigue siendo, excepcionalmente hábil en la elaboración de pociones para este último propósito.

Los ingredientes eran diversos: pétalos de rosa, chocolate, canela, néctar de lavanda, polen de flores silvestres, entre otros. No obstante, se tomaban el mayor cuidado en seleccionar el ingrediente que definía la duración de los efectos de la poción. Existía uno particularmente difícil de obtener debido a las limitadas zonas donde se podía hallar: el ginseng.

Para alguien como Deseo, adquirirlo era fácil si no le importaba recurrir a métodos poco ortodoxos. Logró obtenerlo fingiendo ser un monje en un templo de China, lugar donde cultivaban dicha planta.

Preparar la poción fue un proceso simple: quemar, triturar y seleccionar meticulosamente cada ingrediente. Una vez listo el elixir, lo vertía en frascos para guardarlos en los estantes de su palacio.

Para su hermano, había escogido un frasco de vodka en forma de corazón, descubierto durante una aventura en el mundo humano. Aquella botella le había parecido tan singular que vació el vodka de un trago y sin demora, la empleó para su nueva creación.

 Aquella botella le había parecido tan singular que vació el vodka de un trago y sin demora, la empleó para su nueva creación

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Vertió todo en la botella, sin desperdiciar ni una gota del líquido. Al terminar con la poción, buscó qué alimento preparar para que pasara inadvertido y su hermano gótico cayera en la trampa. No le llevó mucho tiempo decidirse cuando el deseo de una mortal encendió su inspiración.

Necesitaba chocolates y los obtuvo rápidamente tras visitar una dulcería atendida por un joven atractivo en la caja. Un poco de coqueteo fue suficiente para conseguir la caja de chocolates sin costo.

Con los chocolates y la poción listos, preparó su trampa, asegurándose de añadir unas gotas de la poción a cada chocolate.

No tardaron mucho. Los sirvientes de su hermano estaban habitualmente ocupados en otras zonas del castillo, y su hermano, o bien se encontraba en el reino o en la Tierra, dejando así su salón del trono deshabitado.

Colocó la caja sobre el asiento del trono, adjuntando un mensaje que llevaba la firma de su hermana, la Muerte. No cometieron el error de dejar su propia firma.

Sin sentir ni un ápice de remordimiento o culpa, se alejaron de la Ensoñación y se dirigieron al Umbral para observar desde allí cómo se desenvolvía su travesura.

Apenas vio a través del espejo de su reino cómo Sueño tomaba la caja, leía la nota, abría el contenido y saboreaba cada dulce hasta vaciar el paquete; se inundó de un gran sentimiento de suficiencia y satisfacción.

Decidió no seguir espiando para darle más privacidad y permitir que los efectos siguieran su curso. No resistió la tentación de contarle a su gemela lo que había hecho. La reacción de esta no fue del todo la esperada. Sin embargo, le sorprendió que, por primera vez, su gemela no la apoyara en sus planes como en ocasiones anteriores. Y más sorprendente fue cuando una enfurecida Muerte apareció, deseando golpearlos por la osadía de usar su nombre en la firma. Aceptaría haber sentido un dolor real por los tirones de oreja que les dieron sus hermanas, pero no se arrepentía de nada.

No podía arrepentirse, ¿verdad?

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