[Empiezan los problemas P.1]

32 3 0
                                    

Despertó invadido por una intensa sensación de que algo estaba mal, como si su subconsciente le alertara de que no era el momento adecuado para caer en el sueño.

No recordaba haber soñado con algo o alguien en particular; solo el Ensueño había tejido su entretenida red onírica para mantenerlo alejado de su Rey. Era un presagio que muchos anticipaban, como si el reino entero se hubiera desvinculado de la conciencia de su hermano.

No tenía idea de cuánto tiempo había pasado, ya que no era habitual en él dormir durante tanto tiempo. Sin duda, estaba emocionalmente agotado como para necesitar una pequeña siesta.

Aquel inmenso malestar era una señal de alerta, y con un rápido movimiento, intercambió su pijama por ropa simple que contrastaba con su usual estilo llamativo y audaz. Extrajo el frasco de su escondrijo secreto en la mesita de noche y, tras inspeccionar que el líquido estuviera normal, se encaminó hacia su cámara secreta y rozó el casco de su hermano, el guardián del Sueño.

Confiaba fervientemente en que su premonición no hubiera llegado demasiado tarde.

[💛💛💛]

Al atravesar el puente que separa el Umbral de la Ensoñación, la inquietud de que algo no estaba bien creció intensamente. Pronto se confirmaron sus temores: el "gran problema" había comenzado. La certeza llegó cuando vio a su hermana, Muerte, precipitarse hacia una habitación.

Como si un balde de agua helada lo hubiera impactado, empezó a experimentar lo que los mortales llaman "ataque de pánico". Palpó su pecho y percibió cómo el corazón de su dominio palpitaba con tal intensidad que parecía capaz de desencadenar un infarto.

⟪¡Reacciona, Eterno! Tu hermano podría correr peligro⟫, le urgía su mente.

Agarró el frasco con determinación y, con pasos decididos y veloces, avanzó hacia la estancia donde había ingresado la Muerte.

Tan pronto como cruzó el umbral, fue testigo de una escena que mezclaba lo previsible con lo sorprendente.

¿Lo previsible? Contemplar a su hermano Sueño, víctima de una broma, en pleno trabajo de parto, adoptando la postura clásica de una parturienta mortal, ataviado con una de sus famosas batas salpicadas de estrellas, esas que solía vestir cuando no abandonaba su reino. El pobre Sueño se debilitaba con cada contracción, mientras el inmortal humano Hob Gadling le sostenía una mano en señal de apoyo y su hermana Muerte vigilaba atentamente para asegurar el nacimiento del nuevo ser.

¿Y lo sorprendente? Descubrir que sus otros hermanos, Destino, Delirio y Desespero, se encontraban también en la habitación, acompañando a los futuros padres en la bienvenida del nuevo miembro de la familia. Lucienne y Matthew, los fieles sirvientes de su hermano, permanecían igualmente alerta, expectantes ante la inminente llegada del bebé.

Inmediatamente se percató de que Desespero estaba jadeando de cansancio en la habitación, sostenida por los brazos por la bibliotecaria de su hermano. Aparentemente, no había ningún problema, ni siquiera una anomalía. Tampoco habían percibido la presencia de ellos.

Sin embargo...

—¡Maldición!

—¿Qué ocurre, Muerte? —interroga Delirio, mientras sostiene la otra mano de Sueño.

—Aquí no hay margen para retrasos —afirma la segunda de los hermanos, con ojos desorbitados por el pánico—. Tu salida no está lista. ¡ESTÁ BLOQUEADA!

¡¿QUÉ?! —exclama Sueño, horrorizado y a punto de llorar.

—Esto tiene que ser una broma —dice Hob, con una mezcla de ira y miedo—. ¿Cómo que está bloqueada? ¿Qué diablos impide el nacimiento de mi hija?

Destino, nadando en un océano de nerviosismo, pasaba las páginas de su libro con una velocidad vertiginosa, en una búsqueda frenética por una salida a su aprieto. Su rostro reflejaba una mezcla de frustración y desesperanza al no encontrar la respuesta deseada. —¡Maldición! Este libro no sirve para nada.

—Tiene que haber... tiene que haber alguna manera. —murmuraba Desespero, las palabras se le escapaban como si intentaran huir, procurando no recargar su peso en Lucienne, quien estaba al acecho, asegurándose de que no se desplomara vencido por el peso de la angustia que saturaba el aire. —Hermana, te lo ruego, ya no puedo más... esto es insoportable.

Deseo palideció al escuchar esas palabras.

—¡Desesperación! —gritó la Eterna más joven. Con una mirada, le indicó a su hermano que la soltara para poder socorrer a su hermana, quien estaba al borde del desmayo.

La mano que antes sostenía Delirio, ahora la tenía Muerte.

—Lamento decirlo, hermano, pero es hora de mostrar fortaleza. ¡Las demoras no son una opción!

¡No, por favor, Muerte! —exclamó Sueño, las lágrimas brotando de sus ojos— ¡No puedo soportar perderla! ¡Es mi niña!

—Ella no se irá a ninguna parte.

Finalmente, Deseo se deshace de su timidez y consigue atraer la mirada de sus hermanos, su "cuñado" y los sirvientes. Ellos lo observaban con una mezcla de asombro, incertidumbre y recelo. No los culpaba, era justo que dudaran, especialmente en estos momentos.

—Si tienes en mente iniciar con tus locuras... este definitivamente no es el momento. —le dice su hermana gemela con firmeza, visiblemente cansada de manejar la ansiedad que se palpaba en el ambiente.

—Esto no es una locura, es la solución —asegura, evidenciando en su mano el frasco lleno del líquido lechoso y semitransparente—. Uno de los efectos secundarios de mi poción en los chocolates podría interferir con tu embarazo, evitando el nacimiento durante el parto, que es exactamente lo que está sucediendo ahora —explica mientras se acerca a la cama de su hermano, sin intención de amenazar, y una Muerte resignada le da paso al lado de la cama de Sueño. Se sostienen la mirada—. Entiendo si desconfías de mí después de lo sucedido, pero si deseas salvar a tu hija, tienes que beber esto. Te prometo que no volveré a interferir en tu vida y te aseguro que, tras esto, no me verás más.

Sueño miraba con ojos inciertos, sabiendo que su ser estaba en la balanza. No le quedaba más remedio.

Te lo ruego, rescata a mi pequeña— rogaba, con sus ojos azules inundados de un ruego angustioso.

Deseo destapa el frasco y lo acerca a los labios de su hermano mayor. —Espero que algún día puedas perdonarme.

Sueño, ignorando las últimas palabras, comienza a tomar el líquido del frasco.

En un abrir y cerrar de ojos, una contracción feroz lo golpea, retorciéndolo en un espasmo de agudo dolor. La Muerte se aproxima a Sueño, pero en su rostro, marcado por el terror, surge un atisbo de esperanza.

— ¡Funcionó! ¡No hay nada que lo impida! —exclama Muerte con un suspiro de alivio, mientras le brinda soporte en la cintura.

Ese instante le proporcionó a Deseo un breve, aunque persistente, impulso para exhalar un suspiro de alivio.

Con agilidad, Destino y Delirio sujetan las piernas de Sueño, asistiéndolo en su labor de parto. Deseo, firme y seguro, toma su mano y con una mirada llena de determinación le insta: —Puja.

 Sin vacilar, Sueño obedece y su grito resuena con fuerza por toda la habitación, el castillo y el reino.

💛[Un Amanecer Eterno]💛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora