[Continúan los problemas P. 2]

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La aventura comenzó con Sueño y Hob poniendo todo su empeño en preparar el cuarto para la princesa que pronto llegaría.

Morfeo, consciente del colosal poder que se liberaría con la llegada de la princesa a su territorio, tomó la decisión de diseñarle un aposento único. Aunque no tan amplio como su majestuosa morada, este contaría con una ventana gigantesca que brindaba vistas panorámicas de los mágicos paisajes de Ensueño, y una terraza ideal para contemplar la espléndida belleza del reino.

Todo estaba listo para la gran bienvenida: una cuna de mármol blanco con toques dorados digna de la realeza, adornada con mantas suaves y almohadones amarillos que auguraban un futuro luminoso, soñado y profetizado. Encima, un velo de dosel casi mágico, rematado con un bouquet de flores que reinaba en la cima del círculo.

La colección de juguetes aguardaba con emoción, acompañada de una cesta llena de mantitas, ropita y pañales. Definitivamente, no se había dejado nada al azar para la llegada del nuevo príncipe o princesa de la casa.

Mientras dialogaban acerca de sus vivencias como madres con sus antiguas parejas, Lucienne hizo acto de presencia en la estancia.

— ¿Mi señor?

La voz de la devota bibliotecaria cortó la introspección de la pareja, que recobró la atención y se enfocó en ella.

—¡Vaya! Esta estancia es pura magia. No tengo dudas de que la princesa entrante pensará que ha tocado el cielo con las manos.

—Eres muy amable, Lucienne —dice Hob, sonriendo ampliamente.

—Oh, no es nada, solo quería decirles que tienen visitas en el salón del trono. Parece que son sus hermanos, mi señor.

Perfecto, Lucienne, iremos para allá en un abrir y cerrar de ojos.

Con un elegante gesto de despedida, la bibliotecaria se retira de la sala, otorgando un instante de intimidad a los presentes.

—Sería un desatino hacer aguardar más a nuestros distinguidos invitados. —dice, ofreciendo su brazo con gallardía— ¿Me haría el honor de acompañarte?

Por supuesto, Hob Gadling. Es un placer. —contesta, su sonrisa iluminando su rostro ruborizado.

Y así, sin más dilación, avanzaron para recibir a aquellos que pronto se convertirían en los queridos tíos y tías de la futura princesa.

La reunión familiar entre Hob Gadling y los Eternos transcurría sin contratiempos, hasta que un sonido semejante al de una fuente de agua irrumpió en el ambiente, sorprendiendo a todos, pues la sala del trono de Sueño no contaba con tal elemento. La tensión se disipó gracias a Delirio, cuya pregunta inesperada y peculiar cambió el curso de la conversación.

— ¿Qué sucede, hermano? ¿Acaso el baño está más lejos de lo que recordabas?

Todas las miradas se posaron en los pies de Sueño, quien se agarraba del brazo de Hob en busca de apoyo. Gadling, curioso, también echó un vistazo y descubrió el charco que se formaba debajo de ellos, desatando un torrente de risas sofocadas.

Sin embargo, esas mismas risas se extinguieron de golpe al observar la expresión de Hob frente al charco que se había formado bajo su Eterno compañero.

El charco, desprovisto de color y fragancia, desveló el misterio sin demora. La hora predicha había arribado. La fuente estaba rota, presagiando el cercano advenimiento de la venidera princesa onírica.

—Bien, el instante es ahora —proclamó Gadling con solemnidad—. Convocaremos a Muerte; el alumbramiento tendrá lugar en este mismo aposento.

La reacción no se hizo esperar. Destino desplegó su tomo y susurró unos encantamientos misteriosos, mientras Hob, Desespero y Delirio escoltaban a Sueño hacia el cuarto destinado para el alumbramiento.

💛[Un Amanecer Eterno]💛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora