Los Pensamientos De Akira

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Hasta hace algunos años yo creía que era la persona más sádica dentro del mundo criminal. Mi padre, había planeado un futuro brillante para mí, lejos de la oscuridad apabullante del bajo mundo, pero antes de que eso pasara, ella vio algo en mí. Una cualidad con la cual simpatizó y no dudó ni un solo segundo en llevarme con ella y hacerme parte de sus filas. Eso, destruyó los planes de mi padre, pero también trajo un gran honor y respeto a nuestra familia.

Ser elegido como guardián personal de un adjudicador es un honor, también representa tener un mayor estatus e impunidad en algunos casos. No obstante, es una vida política que se rige por normas muy específicas y muy antiguas, nos convertimos en el verdugo que vigila y castiga a quienes desafían los intereses y estructuras en las cuales se fundamenta nuestro mundo.

Yo soy el más joven entre todos y uno pensaría que la guardia del adjudicador es solamente la persona o las personas que siempre le acompañan a todas partes, la realidad es muy diferente. Es toda una estructura y red de confianza, nunca se llegan a conocer todos y cada uno de aquellos que velan por la seguridad del adjudicador, al igual que todos aquellos que se rigen bajo nuestro sistema responden de primera mano al adjudicador.

Para llegar a ese puesto debes demostrar una completa y total entrega a la Alta Mesa, destacar por tu inteligencia, lealtad, habilidades particulares como el poder ganar el respeto de otros asesinos y no dudar ante una orden por más cuestionable que sea. El Adjudicador es una persona influyente que tiene la capacidad, habilidad y certeza de adjudicar de manera justa y sensata los conflictos, responsabilidades y decisiones que vayan surgiendo. Aunque, la justicia, en este mundo, se base en la muerte y sometimiento, es un método que ha funcionado durante siglos y que se ha ganado el respeto de aquellos que conforman el gremio.

La Adjudicadora a la cual yo sirvo es alguien relativamente joven, y para poder llegar a su puesto ha pagado un precio demasiado alto. Una asesina a sangre fría que no ha dudado en matar parte de su familia, que no ha dudado en acepar el castigo para demostrar lealtad a los doce, que ha ascendido no solo como primogénita de su familia, sino también en poder y estatus dentro de la organización. Es una mujer que parece prever todo a futuro, silenciosa, pensativa, precavida y arriesgada en todos los sentidos. Le gusta jugar con la psicología de las personas y se divierte haciendo añicos sus espíritus. Le gusta torturar lentamente hasta llegar a la muerte y cuando por fin se aburre los mata o desecha como despojos humanos. No tiene remordimiento alguno por lo que hace, pues cree que es lo correcto y cuando no tiene tiempo para divertirse, simplemente ordena a otros que los eliminen. Es una mujer que la precede un pasado oscuro que le ha asegurado el miedo y respeto de todos. Es una mujer manipuladora y perfeccionista, que tiene un gran encanto, incluso con el rostro destrozado es una mujer hermosa.

La conocí un verano, cuando la lluvia caía a torrenciales, fue a la casa de mi padre en busca de un sirviente y en su camino se encontró conmigo. Mientras me batía en duelo con un prisionero. Sus ojos fríos se clavaron en los mío, le sonreí altanero jactándome de su mirada, en ese momento no sabía quien era, pero demostraba templanza y habilidad en batalla. Entonces me dijo, en un acento extraño y una voz demasiado suave, como si me estuviera preguntando la hora, "mátalo". Fue como entrar en un trance, simplemente lo hice. Sus ojos sonrieron y brillaron complacidos. Caminó bajo la lluvia y acarició mi rostro, después se fue y a la mañana siguiente se me informó que ya no viviría con mi padre. La mujer de la máscara extendió su mano hacía la mía y la tomé sin cuestionar nada. A los pocos días descubrí porque usaba una máscara, y al contrario de lo que pensaría cualquier persona, me pareció ser la mujer más hermosa.

Mi entrenamiento, bajo su mando, fue de los mas duros y crudos, pero me aseguro poseer grandes habilidades, no solo en resistencia y batalla cuerpo a cuerpo, sino que también perfeccioné mi habilidad con la espada ganándome el reconocimiento y nombre de lágrimas de sangre. Cuanto más tiempo pasaba con ella, más inhumano me volvía, pero lo sorprendente de eso es que me sentía más vivo que nunca. Le juré lealtad y le entregué mi vida, siendo ella a la única persona que puedo responder y obedecer.

En todos los años que llevo de conocerla y servirle fielmente, la he visto desollar gente, asesinar lentamente, sacar los ojos a alguien, perdonar vidas para que le deban favores, pero nunca antes la vi tan descontrolada como esta noche, en la que se atrevió a cocinar a una persona para dársela de comer a sus camaradas. En la que por primera vez la pude oír reír con sinceridad y genuina diversión. Para ella, la gente no tiene valor, y, sin embargo, se arriesga en proteger a una niña estúpida que no sabe en lo que se ha metido. Ahora, mi trabajo, es velar por la seguridad de ella, porque, aunque aún no lo admita, esa mujer le importa demasiado.

***

La sangre me salpicó en el rostro, trayéndome de vuelta a la realidad. La espalda del más joven de entre los cinco estaba destrozada por los latigazos, ya ni siquiera se encontraba consciente y ella seguía latigueándolo, con el rostro y la ropa manchadas en sangre. El tipo, al que anteriormente le habían cocido la boca, nuevamente la tenía abierta, pues con una daga de plata dividió sus labios. Había marcado a todos con un hierro incandescente y había ordenado a los sirvientes que los violaran, mientras les mostraba fotografías del desmembramiento de su amigo el Español. Los había escupido y había rabiado al recordar como la tocaron y como es que ella lloraba por eso, entonces nuevamente los azotaba o cortaba ligeramente sus miembros.

Alguna vez pensé que yo era la persona más sádica de nuestro mundo, pero se necesita demasiada imaginación e ingenio para ser un sádico. Ella me superaba por mucho, desplegaba su creatividad como las alas de un halcón en vuelo, era precisa, rápida y mortífera. Ya había matado a uno a golpes, destrozando su cráneo contra el piso y esparciendo sus sesos por el lugar, en un ataque de ira no paró de golpearlo hasta sentir el dolor en las manos y cuando se canso de los golpes, comenzó a patearlo una vez muerto, hasta hacer de su cuerpo una masa de carne molida. Entonces siguió con el que lloraba y pedía perdón constantemente, jurando que nunca más volvería a hacerlo. Sus plegarias hasta a mí me causaron gracia, pues era obvio que nunca más podría hacer nada. Lo tomó por la cadena y lo sometió al fuego, el olor de la carne quemándose era nauseabunda, pero no se detuvo, antes de que muriera lo saco del fuego dándole una oportunidad de vida. — Si quieres vivir debes escapar de la trampa. — susurró a su oído y lo llevó a la mesa de madera, tomó su pene y lo clavo con su daga. Supongo que murió del dolor, porque se desplomó como un ave en vuelo, cayó escapando de la trampa, dejando su pene dividido en dos.

Al que había tocado sus senos le hirvió las manos, como un recordatorio de que no debía tocar sin permiso. Nuevamente les daba esperanza, lo dejó colgando de las manos hasta que la carne cedió a los grilletes y se despellejó por completo, después le volvió a hervir las manos y posteriormente retiró la carne, dejando el músculo y nervio expuesto. El sujeto gritó hasta perder la voz y escupir sangre, pero su tormento aún no terminaba, encargó a Dimitri que le estuviera vaciando agua fría y caliente para prolongar su sufrimiento. A mí, me encargó arrancarle los dientes a un sujeto, y en su lugar colocar astillas de madera, después, uno a uno le fuimos arrancando las uñas de las manos y pies, para posteriormente clavarlas en sus ojos hasta dejarlo ciego. Al pobre sujeto le tocaría jugar al gato y al ratón, y hasta ese momento no sabía cuál de ellos había tenido menos suerte. El sujeto que había sido latigueado una vez despierto le untó sal por toda la espalda, era cruel en todos los sentidos y de alguna manera, bastante retorcida, era sublime lo que hacía. Una obra de arte que pocos lograrían apreciar y entender.

Al líder de los raptores le tocaría la peor parte, no solo ver, sino que su sufrimiento era mínimo, para cuando llegara la hora sintiera todo multiplicado por miles. Uno a uno, fueron muriendo, el de la espalda desollada murió por los latigazos y la sal, en un proceso que duró poco más de cinco horas. Al que quedó ciego y sin dientes se le dejó escapar por un laberinto de trampas, el cual no pudo pasar, fue hasta que llegó la mañana que lo encontramos colgado en una trampa de lazo, por su aspecto podemos deducir que murió de asfixia. El sadismo en ese juego es la esperanza de que tal vez puedas escapar.

En cuanto al último de ellos, fue liberado de la cigüeña, sus extremidades agarrotadas fueron reacomodadas a su posición real, para después dislocar brazos y piernas, de esta manera sería imposible que se moviera. El sujeto fue amarrado de pies y manos, como una estrella de mar y entonces el cerdo hizo su entrada triunfal. Fue devorado en vida por el animal, mientras brindábamos con un vaso de whisky, La Adjudicadora solo se sentó a ver, con la mirada perdida y una sonrisa difícil de entender. Parase extraño decir que ella sonríe, cuando no tiene labios ni como expresarlo, pero lo entiendes una vez lo ves. Sus ojos cambian, lo que queda de sus mejillas tiembla y sus cejas expresan un sentimiento de asombro y maravilla. Lo vio consumirse en su dolor y dejó que su sangre corriera hasta sus zapatos, mientras el cerdo chillaba, el sujeto tenía la mirada de las mil yardas. 

La AdjudicadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora