Rojo, como la sangre.

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Esta era la decima quinta vez que marcaba en lo que iba del mes, a veces marcaba tres veces al día. Esto comenzaba a convertirse en un problema que tarde o temprano levantaría alguna sospecha.

En su trabajo no hubo mayor revuelo, solo algunas visitas inesperadas que dejaron de molestar al día, deslizando algunas notas por debajo de la puerta, preguntando si volvería al trabajo o si se encontraba bien. Después de eso nada más, parecía deprimente que no hubiera alguien que se preocupara por ti lo suficiente para querer buscarte o preguntarse que podría ser de tu vida, pero hace unos días un par de números comenzaron a llamar con mayor frecuencia. Finalmente, su familia había comenzado a buscar, parecía ser habitual para ellos no tener una comunicación frecuente con está chica. Dándole demasiado espacio y libertad.

***

Desde que Lena había decidido que esa chica viviría, nuestro trabajo era vigilar los diferentes aspectos de su vida cotidiana. Así que terminé instalando algunas personas en su apartamento para que revisaran de arriba abajo su residencia, buscando posibles relaciones o lazos afectivos que pudieran buscarla y reportarla como desaparecida. La parte más relevante fue su diario, lleno de pensamientos y rutinas, fue casi decepcionante descubrir que no tenía ni un solo prospecto amoroso, solo algunos intereses sin mucha relevancia.

Tenía una multiplicidad de fotografías y algunos cuadros a medio pintar. Su departamento era amplio y luminoso, se podía sentir la calidez al entrar, tan limpio y ordenado que me recordó un poco al estilo de Lena, en ese aspecto. Ubicado en el barrio de Brooklyn, desprendía unas vibras muy Neoyorquinas, relajado a su propio estilo citadino, falto de la opulencia y elegancia a la que acostumbrábamos.

Hace un par de días mi gente trajo consiguió algunas de sus pertenencias para que las revisara y enviara a Lena. Entre ellas, algunas cartas y citatorios de desalojo, que se me ordenó pagar. Al igual que su diario, algunos de sus cuadros y fotografías. Estaba segura que a Lena no le complacería leer sobre los intereses amorosos de la señorita Sunset y había una gran probabilidad de que la castigara por eso, aun cuando no debía ser relevante esta cuestión; pero es que a esa mujer no le gusta nada que sus posesiones piensen siquiera en otra persona que no sea ella. Por un momento dudé en si enviarle o no el diario o si debía cortar ciertas páginas o no. Mis opciones eran limitadas y no muy alentadoras, si desobedecía su orden, en el mejor de los casos, no pasaría de una mirada fría y la ignorancia completa de mi persona, dejándome de lado por un tiempo; en el peor de ellos, podría perder mi privilegio y libertad de estar fuera de ese mundo caótico en el que ella estaba envuelta. Prefería que la señorita Sunset pagara por algo que no debía, a arriesgarme a perder mis libertades y privilegios.

No podía negar que sentía algo de lastima por ella, su situación no era favorable en ninguno de los sentidos, si bien la estaba protegiendo de algo peor que ella, no era la mejor forma en cómo lo hacía. A fin de cuentas, ella seguía privada de su libertad y cautiva como un gorrión en una jaula de oro. Sin voluntad y decisión, solo era un juego de placer para Lena. Obsesionada por tener algo que ni siquiera ella misma entendía. Posiblemente si le gusta y le importa lo suficiente para arriesgar no solo su cuello, que es lo que menos le importa, sino su prestigio y estatus.

Decir que esto es amor es simple cinismo, es una estupidez benevolente y cruel. Es algo que no puedo lograr entender...

...Hoy platicamos, me sonrió afable y sentí el corazón acelerado. Es dulce en sus actos, pero osco en sus palabras.

Termino de leer la frese escrita en su diario y vuelvo a dudar en si enviarlo o no. Pienso en la racionalidad de Lena e intentó imaginar alguna reacción predecible de ella, puede ser que en el momento no haga nada o puede ser que el fuego posesivo le haga hacer algo abrupto en contra de ella. La realidad es que nunca es predecible en sus actos. Así que, lo mejor que puedo hacer es resignarme a la realidad y envolver el diario y empaquetarlo junto con sus otras pertenencias. A las siete de la tarde pasará Dimitri a recoger la caja y a las tres cuarenta y cinco de la tarde tengo mi reunión con la Abogada Danvers. Lo que me deja en la penosa situación de no poder ver a Dimitri por estar en Chicago y no poder advertirle de lo que viene en ese diario.

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⏰ Última actualización: Oct 23 ⏰

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