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Al día siguiente Katsuki y yo despertamos a la misma hora, solo que él estaba más alterado que de costumbre.

──¿Qué sucede?

──Hoy no podré estar contigo, tengo una reunión de exalumnos en mi antigua escuela y no podre llevarte

──¿Me quedaré sola entonces?

──Eso parece, prometo no tardarme mucho

──Claro── respondí y Katsuki se acercó a mi para darme un beso.

──Te amo── los dos nos quedamos en silencio en cuanto razonamos lo que había dicho. ──Lo siento

──No te preocupes, que te vaya bien── respondí con una sonrisa y él asintió para después salir de la habitación, en cuanto escuche el motor arrancar me volví a quedar dormida. Desperté a las diez y media que fue cuando escuché ruido en la planta baja de la casa, así que me puse las sandalias de Katsuki y baje hasta el recibidor; donde ví a dos mujeres.

──Santo cielo me asustaste

──Lo siento

──¿Quien eres tú y que haces en la casa de Bakugō-kun?

──Mucho gusto soy Mei

──¡Atacala!── gritó la chica hacia el perro, pero él solo se le quedó viendo y después se acercó a mi. ──¿Por qué no la atacas que tal si es una ladrona?

──Hija, tu debes ser la señorita Mei. Bakugō-san ya me hablo sobre usted

──A qué bien, él me dijo que iría a una reunión de exalumnos

──A sí, el joven Bakugō siempre tan atento. ¿Quiere que le prepare algo para desayunar?

──Claro, muchas gracias. Lo que sea está bien── respondí y me senté en la silla del comedor. A los pocos minutos me trajeron el desayuno y una vez que termine subí a darme una ducha y a cambiarme. Una vez termine estaba por salir cuando de repente entro la chica la habitación.

──¿Qué es lo que quieres de él?

──¿Disculpa?

──No te hagas la tonta

──Lo siento, pero ahora no tengo tiempo ni ganas de discutir contigo── respondí y tome mi bolso para salir de la habitación, una vez en la entrada de la casa le avise a la señora de que saldría y pedi un taxi y fui rumbo al hospital.

──Señorita Mei, es un milagro verla de nuevo por aquí

──Hola, lamento haber desaparecido pero tenía mucho trabajo

──No sé preocupe, se alegrará de saber que su mamá se está recuperando

──Que bien ¿Puedo pasar a verla?

──Claro, sigame por favor── asentí y seguí a la enfermera hasta que entramos a la habitación de mi mamá, mi corazón se estrujó en cuanto la Vi más delgada que la última vez y casi sin cabello.

──Hola mamita chula

──¿Mei? Mi niña eres tú

──Si mami, soy yo── respondí aguantando las ganas de llorar.

──¿Qué tienes mi niña? No llores por mi

──Ay mamá te extraño── respondí y le di un fuerte abrazo comenzando a llorar. Una vez que mi llanto se calmo, ella limpio mis lágrimas y comenzó a platicar conmigo de lo bien que la tratan las enfermeras.

──Pronto volveremos a estar juntas, y ya no tendrás que preocuparte por nada. Voy a pagar lo que tenga que pagar para que te operen

──Mei ¿De dónde sacarás ese dinero?

──Estoy trabajando mamá

──No, no quiero que te preocupes por mi

──Claro que lo hago por qué eres mi madre

──Mei más te vale que no estés haciendo nada malo

──No, sabes que jamás haría algo malo

──Eso espero mi niña

──Lo siento la hora de visitas ya terminó

──Vendré a verte luego ¿Está bien mamá?

──Si── respondió y dejé un suave beso sobre su frente. Una vez fuera de su cuarto las lágrimas me volvieron a invadir y me senté en el piso comenzando a llorar aún más fuerte. No podía evitar sentirme culpable por la enfermedad de mi madre. Quizá si yo hubiese sido más fuerte y evitado aquello ella ahora estaría junto a mi y no en una cama de hospital.

──¿Mei?

──¿Shoto?── respondí levantando la mirada y limpie mis lágrimas.

──¿Qué haces aquí?

──Vine a ver a mi mamá

──Ya veo ¿Quieres que te haga compañía?

──No, de hecho ya estaba por irme

──Que bien, yo también ya estaba por irme

──¿De dónde vienes?

──Una reunión de exalumnos, pero las enfermeras me marcaron avisando que mamá se habia puesto mal y tuve que venir

──Ya veo, espero vernos otro día

──Claro, no vemos. Por cierto saludame a Miko

──Claro yo la saludo── respondí y ambos nos fuimos por pasillos diferentes, volví a tomar un taxi para la casa de Katsuki y una vez estuve dentro de la casa me quite los zapatos y me deje caer en el sofá. El perro se subió emocionado y se acostó en mi vientre, hasta ahora no le había prestado mucha atención así que en cuanto el se recostó sobre mi vientre lleve una mano y comencé a acariciar mi vientre. Aún no se veía abultado pero se sentía más duro que antes y una pequeña montaña se veía. A los pocos minutos me quedé dormida con el perro a mi lado.

𝗠𝗮𝗱𝗿𝗲 𝗱𝗲 𝗮𝗹𝗾𝘂𝗶𝗹𝗲𝗿 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora