⛆19

34 4 13
                                    

Día tres de siete.

Lunes por la mañana.

Había despertado con el mismo dolor en el pecho, a esta hora debía estar con él; tomados de la mano mientras me acompaña a mi clase y me dejaba un beso antes de irse.

Pero la cosas no siempre son como quisiéramos que sean, el destino me llegó a jugar sucio y aprovechó todo lo sucedido para controlar mi mente.

Cada noche mi vulnerabilidad salía a flote, las lágrimas apañaban mis mejillas y mi corazón gritaba de dolor pero todo eso pasaba en segundo plano cuando Chan cruzaba esa puerta, su compañía era mi salvación en mis noches de perdición.

Me escuchaba y aconsejaba o simplemente se quedaba a mi lado en total silencio mientras veíamos la resplandeciente luna.

No tenía ganas de absolutamente nada pero tenía que fingir que estaba bien, no quería dar explicaciones así que debía crear una falsa apariencia. Al parecer a la única persona que no logré engañar fue a mi madre.

—¿Qué ocurre, cariño?—tomo mi mejilla y paso su manos por mi rostros; queriendo ver si me encontraba enfermo.

—Estoy bien, solo algo cansado, no dormí muy bien anoche.

—Entonces quédate a dormir un rato más, no puedes salir en esta situación.

Negué mientras tomaba sus manos—. Estaré bien, dormiré un rato en el auto—, insistí con mi mirada y ella suspiró derrotada.

—Bien—, creí que estaba a salvo cuando la vi alejarse pero no fue así, regresó con un vaso de hielo.

—¿Para qué es eso?

—Son para tus hinchadas ojeras—, una sonrisa cuadrada se plantó en su rostro—. A mi no me engañas, Sung, se que algo pasó con Lee pero no te hostigaré con preguntas, creo que ya tuviste mucho por este fin de semana.

—¿Tu...?

—Puede que de casualidad haya escuchado uno de tus tantos insultos—. Mis mejillas se pusieron rojas al ser descubierto,— siéntate, te ayudaré a bajar la hinchazón.

A pesar de todo era mi mamá, nunca podría odiarla. Yo era consciente que ella era una víctima más de Han Kung.

Cuando vi la oportunidad tomé a Chan de la muñeca para salir corriendo hacia el arcade que se encontraba en el segundo piso.

—¿Qué hacemos acá?

Lo miré con obviedad—. Pues jugar, duh. ¿Qué más podríamos hacer en un arcade? ¿Cantar ópera?

Él se cruzó de brazos y sin decir nada, se dio la vuelta—. Bien. Adiós.

—¡No!—lo abracé por la espalda, deteniendo su andar—. Por favor, Chan hyung, no quiero convivir con mi padre un segundo más. ¡Por favor!

Escuché como reía, tirando su cabeza hacia atrás. Se giró de manera lenta para no romper el abrazo—. Nos quedaremos pero jugaremos al juego que yo quiera.

Mis labios se abrieron e iba a quejarme pero acepté, abulté mis labios y alejé mis brazos de su cuerpo.

—Pero no pongas esa carita,—me picó un cachete—jugaremos algo mío y después algo tuyo ¿aceptas?

Rain Kisses || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora