Me arrepentí al instante que abrí mis ojos, la luz del mediodía pegaba contra mi cara. La cabeza me dolía y sentía la garganta seca, sin esforzarme en levantarme me giré con la misión de volver a dormir pero terminé frunciendo mi nariz al chocar contra algo.
Aún con mis ojos cerrados empecé a tocar para descifrar de que objeto se trataba, fruncí más mis cejas cuando al subir mis manos llegué a unos ¿hombros?
—Parece que alguien se divierte tocándome.
Levanté mi cara y abrí mis ojos al escuchar la ronca voz y sentir un aliento chocar en mi oreja, los colores subieron a mi cara y no supe como reaccionar. Él solo me veía con los ojos de siempre, un delicado brillo se expandía en ellos y una media sonrisa adornaba su cara.
Sentí como su mano bajó de mi cintura a mi cadera y apretó un poco para así acercarme más hacía él, posteriormente dejó un casto beso en mi roja mejilla. Yo seguía sin reaccionar pero sabía que me había convertido en un tomate.
Después que me confirmara que no había besado a Sana yo me acerqué a besarlo de una manera algo brusca, dejando claro dos cosas: que lo había extrañado horrores y que solo yo podía hacerlo.
Todo a partir de eso es borroso, lo único que recuerdo es que los cuatro salimos del partido victoriosos y terminamos en la casa de quién sabe quién.
—¿Qué pasa, bonito?
Ni me moleste en ocultar mis colores—. ¿Dónde estamos?
El abrió la boca para responderme pero la respuesta llegó mas rápido.
—¡Hijo, estamos en casa!
Mi piel se volvió blanca en un instante.
Mis padres estaban en casa.
Y, primer lugar, ¿¡cómo carajos terminamos en mi casa!?
Miré a Minho pero este solo se volvió a tirar para seguir durmiendo, lo golpeé—. Deja dormir, Han.
—¡Mis padres estan en casa, tonto!—le susurré, pero ni asi se movió—. ¡Minho!
—Ya, ya.
Se sentó en la cama y se encontraba sin camisa, ¿Acaso nosotros hicimos algo más anoche? Los colores regresaron a mi rostro pero me paré enseguida, no era momento para pensar en mi aventura de anoche.
Me acerqué a la puerta y volví a respirar con normalidad cuando supe que estaba con seguro, al menos teníamos unos minutos para ver la forma de desaparecer a Lee.
—¿Te puedes poner la camisa, por favor?—traté que mis ojos se mantuvieran en sus rostro pero era imposible no ver su torso, la gran fuerza de voluntad que debo manejar con este ser. Minho seguía sentado y solo se quedaba mirándome con una sonrisa pícara.— ¿que?
—Te queda bonita esa camisa.
Bajé mi mirada y mi boca se abrió, tenía la camisa del pelirrojo. Solo llevaba aquella camisa, mi bóxer y unas medias.
—Siempre me ha gustado verte con mi ropa.
¡Basta Jisung, te sonrojas por todo!
No era la primera vez que me lanzaba ese tipo de comentarios pero me sonrojaba como la primera vez.
Mi timidez fue interrumpida por unos toques.
—¿Hanji? ¿Aún no te levantas cariño?—la perilla fue girada, sabía que mi madre iba a sospechar porque nunca cerraba la puerta con seguro—. ¿Jisung?
—Me harás caso o dile adiós a tu tobillo—, declaré en susurros, el tapo su pie con la almohada, sabía que lo decía de verdad.
Minutos después me vi rápidamente en el espejo y al ver que estaba medio presentable me acerqué a abrir, mamá seguía tocando pero se detuvo al verme. Su mirada empezó a inspeccionarme, como si quisiera encontrar algo en mi cuerpo, barrió mi cuarto con sus ojos y al no ver nada raro regresó a mi.
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Rain Kisses || Minsung
Fanfic¿Un romance lleno de peleas y discusiones podría tener buen final? ¿Una relación sin etiqueta podría traer problemas a futuro? ¿Acaso una amistad que inició mal podría terminar bien? Todo iba en un bucle que no tenía fin. Minho y Jisung subieron a...