-Mmm... -murmullo medio adormilado, teniendo su rostro medio hundido en su almohada ocultando sus respiraciones pesadas apenas audibles bajo el suave algodón que cubría su cara."¡Era un paraíso!", pensaba el anaranjado que se mantenía sumido en un estado de profundo relajación intacta, dejando que las sábanas amplias hechos a base de algodón se envuelvan en su cuerpo como si de un burrito se tratase, sellando en el un ambiente sumamente cálido a su comodidad, dejando que su mente se entregará aquella serenidad que pedía por mucho tiempo.
Con cada segundo, su cuerpo se hundía más en el colchón, desconectándose poco a poco de todo lo que lo rodeaba como un cohete. El bullicio proveniente del piso de abajo, gritos, pisadas y el eco de una conversación agitada... apenas era un murmullo lejano para él, algo de lo que no tenía el más mínimo deseo de formar parte.
"Simplemente, no.", pensaría el anaranjado, mientras su cuerpo se soltaría ante el contacto cálido del colchón.
Aunque su tranquilidad sería interrumpida, por una voz desde el piso superior del hogar, con un tono firme-¡Second!, ¡ven a comer! -Eran aquellas palabras que no quería llegar a escuchar en todo su maldito día.
El de cabellos naranjas, soltaría un suspiro pesado para luego acomodarse más en su cama-Cinco minutos más.... -farfullo soñoliento, poniendo su cabeza sobre ambas manos en su almohada sin tomar en cuenta las palabras anteriores de orden de su hermano como si nada.
Un silencio se haría presente en la pieza de nuestro dormilón, una sonrisa de satisfacción se escaparía de los labios del cabellos naranjas. Por fin el bullicio que lo abrumaba había acabado.
¡Al fin su hermano le hace caso!. Pensó con una mezcla de alivio y orgullo. Sin embargo, la realidad era todo lo contrario.
-¡SECOND! -el grito resonó aún más fuerte, como una explosión, sobresaltando al pobre anaranjado. Su cuerpo se tensó y, en un solo movimiento torpe, cayó de la cama, aterrizando de golpe en el suelo frío.
El impacto lo sacudió completamente, y se quedó unos segundos en el suelo, aturdido, mientras se sobaba la cabeza que había sufrido las consecuencias del susto. Dolía más su orgullo que su cuerpo.
-¡YA VOY! -replicó con irritación, la voz llena de frustración, mientras se levantaba con dificultad, entre gruñidos y miradas de furia hacia el techo, como si eso pudiera hacer desaparecer a su hermano.
-¡Okis! -respondió el hermano esta vez más calmado.
El anaranjado rodó sus ojos poniéndose de pie, sacudió su camisa arrugada el cual tenía un poco de polvo sobre la tela que lo mantenía un poco sucio demostrando su descuido en todo este tiempo.
Una mezcla de agotamiento y desilusión le recorrió el cuerpo, como si los días lo aplastaran sin tregua. No estaba seguro de si era el cansancio o esa tristeza amarga que arrastraba desde hace tiempo, pero sabía que algo dentro de él se estaba pudriendo.
Desde aquel fatídico dia, toda su vida se fue al completo carajo perdiendo aquel sentido que tenía antes, ahora se encuentra viviendo al lado de su hermano como su compañía, no por necesidad económica, sino porque la idea de estar solo en una casa vacía lo aterraba. La soledad lo devoraba lentamente, algo que nunca había sentido antes, cuando sus amigos estaban cerca, llenando cada día de aventuras y travesuras. "Cuánto los extraño y cada uno de sus estupideces", pensó, mientras una oleada de nostalgia le pesaba en el pecho.
Sabía que esa nostalgia lo estaba consumiendo. Se había vuelto su refugio, aunque lo mantuviera atrapado en un ciclo de autocompasión y evasión. Todo lo que alguna vez tuvo lo había perdido, y no podía culpar a nadie más que a sí mismo. Su carácter arrogante, su falta de atención a los demás... todo había contribuido a su aislamiento. Los recuerdos lo perseguían, tanto que prefería dormir todo el día para no enfrentarse a ellos. "Los necesito" pensaba, mientras sus pies lo llevaban lentamente hacia la cocina.
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The Clown (EDITANDO)
Random(T x R) (G x P) (B x Y) Los cuentos no solo tienen finales felices.