REVELACIÓN VII - CABALLOS, TORRES Y JAQUE MATE (Parte 2).

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Después de varios minutos de viaje en los carruajes, Linfer junto con las 3 Sakuras llegaron a la Residencia Monárquica, ella amablemente les guió hasta el lugar en donde se estarían alojando, ante la mirada algo seria de los guardias y la servidumbre ahí presentes.

Este detalle no pasó desapercibido para Ayami, la cual aprovechando el momento en que todas ya se encontraban a solas en la estancia de la enorme suite que les fue asignada, le cuestionó a Linfer al respecto: -¿Pasa algo Consejera?, porque por lo que pude observar pareciera que nuestra presencia no es bienvenida en este lugar- Linfer tratando de brindarles la mejor de sus sonrisas solo pudo decirles a las 3 chicas: -No lo tomen a mal... pero dentro de parte de la gente existe al momento ese alto grado de tensión por la situación que se está viviendo en el país, y por lo mismo ven con recelo la visita de personas extranjeras de alto nivel de otros Reinos, no los puedo culpar, nuestra situación es crítica. El hijo menor del difunto Senescal se ha encargado de alimentar falsos rumores de que naciones extranjeras pudieran tomar el control de Parmus... además de la otra situación-. Ayaka al ver el rostro acongojado de Linfer solo pudo cuestionarle con una suave voz: -¿A qué situación te estas refiriendo Linfer?-.

La hermosa Consejera solo pudo decirles con voz titubeante lo siguiente: -Como ustedes saben...yo pertenezco a la Casa de Falken, y aunque mi difunto padre tuvo una gran amistad con el finado Senescal, la mayoría de la clase alta del Reino nunca vieron con buenos ojos su relación. Mi familia pertenece a lo que en nuestro orden social se consideraría una Casa aristocrática de bajo nivel, esa fue una de las razones por las que el anterior Senescal empezó a impulsar la desaparición de ese tipo de distinciones en la sociedad de Parmus, creía que no se debía discriminar a las personas por su nivel económico o social. A consecuencia, una parte de la aristocracia no ve con buenos ojos que, por mi nivel, yo disponga del manejo de las instalaciones de la Residencia Monárquica, y menos para albergar a extranjeros, en fin, solamente espero que eso en un lejano futuro pueda cambiar en beneficio de mi nación-.

Al ver el triste semblante que invadía a Linfer, Ayaka en un gesto afectivo para reconfortarla la abrazó, para así aligerar un poco el sinsabor que invadía a la chica. Esto ocasionó que en la distancia Airi no pudiera contener una rara sensación de malestar que le invadía en su interior, y abandonó la estancia principal rumbo a su habitación. Después de que las chicas acabaron de desempacar, pasaron a descansar para así emprender al otro día la desafiante misión que se les presentaba en el Reino de Parmus.

Al otro día Airi se levantó algo temprano; desde niña siempre había sido muy curiosa e interesada en conocer nuevos lugares, así que decidió explorar su nuevo entorno y se dispuso a recorrer la magnífica Residencia Monárquica y sus alrededores. Se maravilló por la magnificencia de la construcción y sus hermosos decorados en el interior, y después, lentamente emprendió su camino por los bellos jardines decorados con suntuosas fuentes los cuales no tenían nada que envidiarle a los del Palacio en Starlight. Al cabo de un rato de deambular por el área de los jardines, llegó a un área más sencilla, en donde se encontraban las caballerizas y más allá las barracas de los miembros de la Guardia de la gran Residencia, algunos de los cuales estaban realizando algunos ejercicios de entrenamiento en un amplio patio contiguo.

Con cierta curiosidad, Airi a la lejanía solo se quedó recargada en la pared viendo entretenida la práctica de los soldados hasta que uno de ellos que parecía ser el Capitán de la Guardia se dirigió caminando a ella y le dijo en tono muy serio: -Vaya, le veo muy intrigada por nuestras técnicas de entrenamiento, tal vez usted desearía unírsenos en nuestra practica- Al escuchar eso la Sakura algo avergonzada solo le respondió: -No... no, eso no es necesario... me conformare con solo observarles practicar- El musculoso hombre en armadura en un tono algo desafiante aunque respetuoso le replicó: -¡Vamos señorita!!, Por favor... somos soldados honorables y nos encantaría enseñarle a una hermosa dama como usted nuestras técnicas de combate... ¡Seremos amables con usted!!- Al escuchar eso los demás miembros de la guardia ahí presentes alrededor solo pudieron reírse silenciosamente con un tono algo mordaz e hicieron algunos comentarios en voz baja. Gran error, los presumidos soldados no sabían lo que a continuación sucedería.

Dioses, Gemas y Monstruos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora