REVELACIÓN VI - EL ESCUDO DE LA REALEZA (Parte 9)

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Después del gran banquete decidimos que deberíamos descansar, decidimos recuperar algunas de nuestras cosas que las bestias no destruyeron completamente, y así tomando en cuenta lo sucedido decidimos que lo mejor sería no dormir a la intemperie. Para no perder la visibilidad decidimos dejar ardiendo las hogueras alrededor del barco, además de que para nuestra protección taponamos el agujero por el que entramos al navío con pesadas cosas del área de carga y la sentina, así como sellamos todas las escotillas del nivel de los cañones, y de ahí nos desplazamos al nivel de las barracas del barco para usarlo y así tomar un merecido descanso a cubierto. Al otro día tendríamos el tercero de esos grandes desafíos y ya francamente no sabíamos que esperar de los mismos.

Debido al abundante banquete de la noche anterior todas nos levantamos después de las 8 de la mañana, el ambiente se veía nublado en ese día así que todas apresuradamente nos preparamos al ver que ya íbamos retrasadas, solo teníamos hasta antes del mediodía para cumplir nuestra misión. Rápidamente nos pusimos en marcha, y de nueva cuenta cuidadosamente empezamos a cruzar nadando a través de la fuerte corriente del rio.

Nos dirigimos a la siguiente entrada hacia la selva que habíamos visto con anterioridad, y mientras íbamos llegando al pequeño muelle de piedras rusticas empezó a llover fuertemente. El camino... si así le podíamos llamar, estaba ya de por si totalmente accidentado y ahora presentaba fango por todas partes. Trabajosamente nos desplazamos por él bajo la incesante lluvia y el agua lodosa hasta las rodillas, hasta que después de un par de kilómetros una gran charca se abrió ante nosotros. Eran un tramo de solo 70 metros aproximadamente, pero debíamos cruzar sus ocres aguas para retomar la vereda que nos llevaría hasta nuestro siguiente objetivo, así que de nueva cuenta cortamos algunas cañas para con ellas ir tanteando el desconocido suelo.

Poco a poco empezamos avanzar por las turbias aguas cubiertas de lirios, que ahora nos cubrían hasta un poco más arriba de la cintura cuando notamos movimiento entre los juncos a nuestro alrededor, silenciosamente nos hicimos señales entre nosotras y lentamente alistamos nuestras armas místicas. En un instante el caos se desató, y de entre los juncos emergieron sorpresivamente las abominaciones que el Capitán del "Argentos" había descrito muy bien, ahí estaban esas horribles bestias anfibias las cuales se nos abalanzaron con fiereza. Durante varios minutos sostuvimos una encarnizada pelea con los mismos, en todos ellos se veía una determinación casi suicida por aniquilarnos, mientras su número para ese momento se podía contar en cientos.

Les estábamos dando una buena batalla, pero previendo que no íbamos a poder seguir así para siempre y más con el tiempo corriendo en nuestra contra, solo crucé miradas con unas enfadadas Shirai y Soyo y en una voz muy fuerte les dije: -¡Todas ábranse paso rápidamente hasta salir de la charca, y de ahí busquen una superficie en lo alto que no roce con el agua!!... ¡Rápido!! ¡Yo cubriré la retaguardia!- Las demás chicas rápidamente obedecieron lanzando sus hechizos ofensivos para abrirse paso, y tomando unos cuantos segundos de ventaja se pusieron a resguardo. Una vez que consideré que ya no había peligro para ellas rápidamente invoqué mi <Nova Shock> en las bestias a la vez que decía: -Lluvia, más agua pantanosa, más mucha electricidad es igual a renacuajos fritos- Y así realmente sucedió... Al recibir todas las alimañas el impacto de mi poderosa invocación, murieron electrocutadas en esa lluviosa mañana. Después, por unos minutos nos detuvimos a recuperar el aliento, y proseguimos nuestro camino esperando ya no encontrarnos con más de esas bestias que nos siguieran retrasando en nuestra misión.

Poco a poco empezábamos a ver en el lluvioso horizonte la tenue silueta de un gran risco, y el mismo sendero entre la selva empezaba poco a poco su ascenso por las colinas hasta que llegamos a un claro. Ahí frente a nosotras se alzaba el enorme risco de granito junto al camino, y al pie del mismo empezaba una escalinata zigzagueante tallada en la misma piedra, ese era el camino para poder ascender hasta el antiguo observatorio. Al ver eso, Soyo solo pudo exclamar: -¡¡Demonios!! ¿Ahora subir cientos de escalones hacia las alturas?? ¡¡Ya mejor mátenme!!- mientras que las demás al escuchar eso solo pudieron reírse sonoramente. Cuidadosamente empezamos nuestro ascenso con lentitud, un paso en falso en la resbalosa superficie de piedra de los escalones y acabaríamos muertas decenas de metros abajo. Después de casi 20 minutos de un agotador ascenso serpenteante alrededor del risco llegamos a una gran meseta, en el centro de la misma se veía la antigua estructura de lo que ya hace muchos años había sido un gran observatorio astronómico, el cual ahora ya presentaba estragos en su estructura al ser invadido desde hace algunos años por la naturaleza.

Dioses, Gemas y Monstruos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora