10. Los problemas de un agorero

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Adam Romanov

El agua fría recorre mi cuerpo jadeo y trato de espabilarme, cierro el paso de agua y me trato de espabilar ― Mierda ―  susurro sin lograr sacarme de la cabeza ese cuerpo tan...

No tienes que ver mucho para saber el cuerpo que tiene, pero verlo en vivo y en directo... me seco la cara, me visto y coloco lo necesario para el cuidado de mi piel y cabello, busco las aspirinas que me trajeron y las tomo junto al desayuno.

Trato de disfrutar la poca paz que tengo luego de aguantar chistes agrios y dos mujeres que aunque despampanantes y hermosas me causaba un cierto sin sabor el como actuaban.

Sonrío cortando el panqueque al recordar la escena de ayer en la noche, definitivamente esa chica está como una cabra loca, me toco la puerta casi media hora luego de que le cerré la puerta en la nariz, no sé quién se la llevó o si me dormí pero ya no escuche su escándalo.

El sabor del desayuno es un alivio para mí luego de haber tenido solo alcohol en el estómago por casi tres días, abren y no me molesto en levantarme rápidamente ya que sé quien es.

― Estaba por ir... ― callo al ver al Underboss ― primo ― sonrío es la única persona con la que no he convivido ― ¿Deseas algo o...?

― Que te alejes de _____ Morgan.

Me mira y cierra la puerta echando a la empleada que le abrió.

― No juego al decirte que en la BRATVA los cargos se respetan al igual que las pertenencias de cada miembro y _____ es mi presa.

Callo, tengo ciertos criterios que contradicen su lógica pero no quiero que me corten el cuello esta mañana.

― No sé de que me hablas. Tengo entendido que mientras la alianza con el coronel Morgan siga, tienes prohibido verla como presa ― alego limpiándome la boca con la servilleta ― ¿Jugo?

Le ofrezco sentarse y me mira con recelo.

― Vladimir lo que menos me importa ahora es tener una pelea contigo, Uriel me está esperando ― termino el jugo que me despreció ― si era todo lo que querías decirme... ― me levanto ― cuídate ― palmeo su hombro ― y cierra la puerta al salir.

Paso por su lado conteniendo el aire y busco la puerta inhalo y exhalo tratando de componerme, acelero el paso al elevador que está por cerrarse pulso el botón a toda velocidad cuando veo que el Underboss sale y viene en dirección mía.

Suelto el aire cuando se cierra la puerta y giro hacia el hacker que me mira confundido ― Buen día ― saludo.

El hácker mira a todo lado como si no lo hubiese saludado a él ― ¿Buen día?

Salgo del elevador en el piso donde se encuentran las tiendas del hotel. Es un buen lugar para alegrar la vista antes de ir a ver perversidades en la habitación del Boss.

Veo pasar chicas bien arregladas, algunas recatadas otras exhuberantes pero todas cuidando su aspecto y cada milimétrico rasgo, zapatos perfectamente combinados con los accesorios, buscando ropa exacta, no soy exigente, en mi reino cada persona se esmeraba por lucir bien para mí.

Mi madre era una mujer que por lo poco que recuerdo de ella era sumamente cuidadosa con su aspecto, tenía una belleza bendita y muchos decían con miedo a ser castigados por Dios que la belleza de mi madre era tan puro como la virgen.

Me acostumbre a ese tipo de belleza, a la belleza pura y deliciosa de cada mujer de mi pueblo; luego tuve que abrir horizontes y ver una belleza algo más altanera como la de las mujeres que veo en la tienda, como las mujeres que veía en eventos sociales, bellezas avaras, narcisistas; me adapté a la belleza extravagante de las mujeres que Uriel me presentó, pero nunca, jamás en mi vida he visto una belleza más peligrosa que la que vi ayer.

ALIADOS (T/N y Pecados Placenteros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora