18. Sacrificios

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_____ Morgan Muller

Me quito la ropa luego de controlar por tercera vez el pulso de Vladimir, entro al baño y dejo caer el agua sobre mi cuerpo, los músculos se me van relajando y quisiera quedarme una hora entera pero debo salir a controlar el pulso de Vladimir, así que jabono mi cuerpo y salgo envuelta en una toalla, tiro mi ropa al basurero y busco algo con que limpiarme la herida, me siento al lado de la chimenea tratando de conseguir algo de calor.

Entre las gavetas del baño encuentro un botiquín casi vacío, con el alcohol me limpio la herida del brazo y de mi pierna, limpio los raspones grandes y al terminar busco entre las cosas de Vladimir algo que me sirva para vestirme, encuentro unos pantalones deportivos que me llegan debajo de las rodillas, los ato bien y me coloco una de sus chaquetas de cuero.

Vladimir está estable, me siento a su lado y peino su cabello con mis dedos, lo detesto.

Alejo mi mano y le doy la espalda, sigo con ese vacío que me dice que no llegué a tiempo, que tardé demasiado y por eso asi se me muere.

El quejido cargado de alteración me voltea cuando Vladimir se despierta agitado, noto que tuvo una pesadilla, mira a todo lado, trata de levantarse, pero el movimiento pone en riesgo la herida y me termino apresurando a su sitio, tomándole los brazos para que se calme...

― Ellos están...

― Ya estás a salvo ― lo calmo ― estamos en casa de tu abuela, creo... la verdad no conozco este lugar...

Le muestro. Se queda quieto sin dejar de lado el nerviosismo y despacio me siento en el borde de la cama dándole tiempo para que se ubique. ― Fue una pesadilla ― le digo ― ya estas bien.

― ¿Y Emma? ― me revuelve los jugos gástricos.

― Creo que se la comió un oso ― ruedo los ojos y Vladimir nota que no es verdad, sonríe adormilado y mi pecho siente que el corazón se le va a salir al ver ese gesto.― ¿Qué necesitas? —le pregunto.

― Quiero ver al Boss...

― Él ya sabe todo, se lo dije, de hecho él nos trajo aquí ― le digo ― está más greñudo que cuando se lo llevaron a Gehena, pero está bien ― me mira.

― Creí que iba a acabar todo cuando saliéramos de ahí ― susurra y atrapa la punta de mis dedos ― Estás fría.

― ¿Es tu manera de botarme?

― No... solo... me sorprende que te hayas quedado.

― Bueno, no tengo ropa y no pienso salir a la nieve así ― le muestro sus pantalones ― Ahora si quieres me voy y que un esclavo te cuide ― espeto, no tengo tiempo de andar de niñera de quien no quiere que lo cuide y tampoco es mi obligación.

― No te alteres ― pide y entrelaza nuestros dedos.

― Bueno entonces no andes diciendo estupideces ― lo regaño ― ¿Y sabes qué? Procura no morirte ― le advierto metiéndome en su cama ― tengo mucho sueño y quiero dormir sin preocuparme de que se te ocurra morirte de nuevo.

Le doy la espalda antes de cerrar los ojos con fuerza, odio a este infeliz que ni las gracias sabe dar.

― Ven ― me intenta voltear y lo manoteo ― Sabes que no me gusta que me des la espalda ― se enoja ― voltéate.

Lo hago de mala gana y mantengo los ojos cerrados durmiendo a su lado, no dice nada y a pesar de que intento dormir no logro hacerlo, él se queda dormido por el sedante y me siento a su lado, veo a todo lado y verifico su pulso de nuevo.

ALIADOS (T/N y Pecados Placenteros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora