XXIII.

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Jacaerys no sabía cómo sentirse, había traído a Daeron de Antigua y logró que lo dejaran bajo la tutela de Aegon.

Sólo que, ahora Aegon ni lo miraba, todo el día se la pasaba con el niño.

Incluso la habitación del niño estaba a lado de la de Aegon.

-Oye, Jace -Escuchó a su madre llamarle.

-¿Qué sucede, madre? -Cuestiono alzando la mirada.

-Necesitamos hablar, sobre tu compromiso con Aegon -Dijo, su voz escuchándose temblorosa.

Jacaerys frunció el entrecejo:
-¿Qué tiene mi compromiso con Aegon?

Observó a su madre soltar el aire que parecía haber estado guardando.

¿Qué carajos estaba pasando?

-Alicent ha pedido su anulación, y Aegon está de acuerdo con la anulación, eso dijo Alicent -Respondió Rhaenyra.

Jacaerys sintió que todo se derrumbaba a su alrededor.

¿Aegon de acuerdo? ¿No se había esforzado lo suficiente por él?

Jacaerys se levantó de su asiento, con el ceño fruncido y los puños apretados. Sus ojos centelleaban de indignación.

-¡No lo permitiré! -exclamó con voz firme, desafiante.- No importa lo que Aegon y la reina hayan decidido, no dejaré que anulen nuestro compromiso.

Su madre lo miró con tristeza, comprendiendo la tormenta de emociones que atravesaba su hijo.
-Hijo, entiendo tu frustración, pero debes entender que...

-No quiero escucharlo -interrumpió Jacaerys con brusquedad- No puedo creer que Aegon esté de acuerdo con esto. Después de todo lo que he hecho por él...

Rhaenyra puso una mano sobre el hombro de Jacaerys, tratando de calmarlo.

-Hijo, sé que esto es difícil de aceptar, pero a veces las cosas no salen como esperamos. Aegon nunca ha deseado casarse.

Jacaerys respiró profundamente, intentando controlar su ira y su corazón desgarrado.

-No puedo simplemente aceptarlo, madre. Este compromiso es importante para mí, para nuestra casa.

Con determinación en sus ojos, Jacaerys salió de la habitación ignorando a su madre que permanecio gritando su nombre.

Iba a hacerle entender a Aegon que no podía simplemente descartar su compromiso como si no significara nada.

°°°°

Cuando llego a la habitación de su tío ni siquiera tocó la puerta, sólo ingreso.

Daeron estaba con él.

Con una mirada basto para que Aegon entendiera.

-Dae, ve con mamá, Jacaerys y yo tenemos cosas importantes de que hablar -Dijo Aegon.

El niño asintió y salió de los aposentos de su hermano.

-¡¿Por qué aceptaste la anulación de nuestro compromiso?! -Preguntó molesto el morocho.

-Es lo mejor para mi -Respondió Aegon parándose cerca a su ventana.- No quiero un matrimonio sin amor, no te amo, Jacaerys -Susurró.

Jacaerys sintió un torrente de ira recorrer su cuerpo mientras escuchaba las palabras de Aegon.

"No te amo", resonaba en su mente como un eco desgarrador.

-¡No me importa si me amas o no! -exclamó Jacaerys, su voz temblaba de rabia contenida.- Nuestro compromiso es un asunto de honor, y no puedes simplemente desecharlo como si fuera una insignificancia.

Aegon se giró lentamente hacia Jacaerys, con una expresión de indiferencia en su rostro.
-Oh, ¿así que ahora te preocupas por el honor? Gran cambio de opinión, ya sabes, no te importó el de Cregan -respondió sarcásticamente.

La mirada despectiva de Aegon avivó aún más la furia de Jacaerys.

-¡No te atrevas a burlarte de mí! -exclamó, dando un paso hacia adelante con determinación.

-¿Qué vas a hacer, Jace? -preguntó Aegon con calma, sin mostrar signos de intimidación.- ¿Vas a amenazarme con alguna represalia? ¿Intentar forzarme a seguir adelante con un compromiso que claramente no tiene futuro?

La mandíbula de Jacaerys estaba tensa mientras observaba a Aegon, desafiante.

-Me perteneces, Aegon -repitió con ferocidad- Eres mío, y ten por seguro que haré todo lo necesario para que sigas siéndolo.

Aegon frunció el ceño, sintiendo la presión de la amenaza de Jacaerys.
-No puedes controlarme, Jace -respondió con firmeza.- Ni a mí ni a mi familia.

-Puedo hacer más de lo que crees -gruñó Jacaerys, su voz llena de veneno.- Podría lograr el exilio de tu familia, o ir deshaciéndome de ellos uno por uno hasta que no te quede nada.

Aegon se enderezó, su rostro mostrando un destello de molestia.
-Ya basta, Jacaerys -dijo con voz firme.- No puedes amenazarme así con mi familia. Esto ha ido demasiado lejos.

Pero Jacaerys no cedía, su ira alimentaba su determinación.

-No te atrevas a ignorarme, Aegon -advirtió.- No permitiré que me descartes tan fácilmente. Si piensas que podrás seguir adelante con tu vida como si nada, te equivocas.

Aegon frunció el ceño ante la amenaza de Jacaerys, aunque sus rasgos seguían impasibles.

-Dijiste que me amabas, interesante forma de demostrar amor y lealtad -murmuró con sarcasmo- Amenazar con exilios y deshacerse de la familia... ¿Es así como piensas retenerme?

Jacaerys apretó los puños con más fuerza, sus ojos lanzaban destellos de furia.

-Si eso es lo que se necesita -gruñó entre dientes.- No dejaré que te escapes de mí tan fácilmente, Aegon. Si no puedes ser mío, entonces no serás de nadie más.

Aegon se cruzó de brazos, manteniendo su postura estoica.
-¿Y crees que eso me hará quererte? -preguntó con frialdad.- Forzar a alguien a estar contigo no es amor. Es solo control y manipulación.

La respuesta de Aegon hizo que la ira de Jacaerys ardiera aún más intensamente.

-¡Tú no entiendes nada! -gritó, avanzando hacia Aegon con un gesto amenazante.- Nunca te dejaré ir, Aegon. Ni aunque tenga que destruir todo lo que amas para retenerte.

Aegon no retrocedió, manteniendo su mirada fija en Jacaerys.

-Entonces, así será -dijo con calma, aunque un destello de incomodidad cruzó fugazmente sus ojos.- Haz lo que creas necesario, Jace. Pero recuerda, tus acciones tienen consecuencias, y no todas serán lo que esperas.

Con un último gruñido de frustración, Jacaerys se dio la vuelta para salir de la habitación, se detuvo en el umbral de la habitación, su mirada cargada de determinación mientras se dirigía a Aegon.

-Me iré a Rocadragón por un tiempo -anunció con voz firme- Los preparativos seguiran su curso, regresaré el día de nuestra boda, y espero que para entonces hayas reconsiderado tu postura. O que mínimo encuentres un lugar donde esconderte bien.

Aegon arqueó una ceja, su expresión mostraba una mezcla de incredulidad y desafío.

-¿Y qué pasa si no lo hago? -preguntó con tono desafiante.

La mandíbula de Jacaerys se tensó, pero su mirada no vaciló.

-Entonces no te sorprendas cuando ya no quede nada para ti en Desembarco del Rey -advirtió con voz gélida.- No toleraré más tu indiferencia, Aegon. Si no estás dispuesto a pertenecerme, entonces yo no estaré dispuesto a dejarte ser feliz.

Sin esperar una respuesta, Jacaerys se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Aegon con la certeza de que la tormenta apenas comenzaba.

Ámame [Jacegon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora