XXVII.

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Aegon estaba despierto desde muy temprano en la mañana, hoy era el maldito día.

Había considerado huir, pero había escuchado a Rhaenyra hablar de una posible guerra con los Greyjoy. Si huía con su familia, esos malditos podrían incluso tratar de emboscarlos.

Estaban más seguros en la Fortaleza Roja.

Mientras miraba su reflejo en el espejo, vestido con su atuendo de boda, sentía una mezcla de amargura y resignación.

Odiaba a Jacaerys con una intensidad que no podía ignorar. Y ahora, tendría que casarse con él.

Un matrimonio que no deseaba, una unión impuesta por la ambición y la política de la corte.

Aegon suspiró pesadamente, intentando calmar la furia que bullía en su interior.

Sabía que este matrimonio era más una cadena que un vínculo de amor.

Era una jugada política, una herramienta para consolidar el poder de su familia. Pero para él, era una prisión.

Daeron, su pequeño hermano, entró en la habitación con una sonrisa inocente en su rostro.

La presencia del niño era lo único que aliviaba un poco la pesadez del momento.

-¿Estás listo, Aegon? -preguntó Daeron con entusiasmo infantil.

Aegon forzó una sonrisa y asintió.
-Sí, Dae. Estoy listo -respondió, aunque su voz carecía de convicción.

Daeron lo miró con curiosidad.
-¿Estás seguro? Pareces triste.

Aegon soltó un suspiro.
-Es solo un día difícil, Dae. Pero estaré bien.

El niño asintió, aceptando la respuesta sin comprender del todo.

Aegon se levantó y se dirigió hacia la puerta, sintiendo el peso de su destino caer sobre sus hombros.

Cuando llegó al salón del trono, la atmósfera estaba cargada de expectación.

La corte estaba llena de nobles y miembros de su familia, todos observando con atención.

Jacaerys, vestido elegantemente, lo esperaba en el altar con una expresión de satisfacción.

Aegon sintió un nudo en el estómago al ver la mirada triunfante en los ojos de su sobrino.

°°°

Había dudado de que Aegon en serio fuera a presentarse. Y entonces, observó a Aegon Targaryen, ingresando por esas puertas y supo que él, Jacaerys Velaryon, había ganado.

Lo único en lo que Jaenerys podía pensar era en que, además de ahorrarle la guerra por el Trono a su madre, habia logrado tener para si mismo a Aegon.

Daemon lo llevó hasta el frente junto al septón, como estaba previsto.

Cuando Daemon lo dejó ahí, Aegon miró con odio a Jacaerys, quien lo enfrentó con una mirada divertida.

-Al final, yo tenía razón, estas aquí, apunto de terminar de entrelazar tu destino con el mio, Aegon. -Dijo en voz baja, solo audible para los oídos de Aegon.

Aegon sintió la ira ardiendo en su pecho mientras miraba a Jacaerys con odio. Las palabras del Velaryon resonaban en su mente, provocando una mezcla de indignación y frustración. ¿Cómo podía haber caído en esta trampa? ¿Cómo podía haber permitido que Jacaerys lo manipulara de esta manera?

Ámame [Jacegon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora