Capítulo 3

3K 211 19
                                    

Quedarse solo en casa era algo que últimamente le aterraba. Cuando estaba solo, no podía evitar sobrepensar en todo aquello que estaba sucediendo en su vida.
Al fin y al cabo, Jaekyung tenía razón. Sin él no era nadie. Dependía de él económicamente y vivía bajo su techo. Gracias a él pudo salir adelante de una forma u otra.
Se preguntaba cómo esto resultó así. Cómo pasó de no querer verlo más a tener "ese tipo de sentimientos" hacia él. Aunque le dolería, lo seguía amando, estaba perdidamente enamorado de él. Pero Dan sentía que solo complicaba las cosas.

Nuevamente, innumerables recuerdos hacían presencia en su mente, pero en especial los últimos sucesos ocurridos en el combate en el extranjero y con su paisano. Por su culpa, lo metió en problemas tras beberse aquel batido de proteínas e hizo que empatara en su último combate debido a un spray sospechoso que irritó su piel, empeorando su lesión. Recordaba las duras palabras que Jaekyung le había dirigido, no podían salir de su cabeza.
¿ De verdad solo era una molestia?

Ingresó al baño y repitió el proceso de esa misma mañana. Agarró la cuchilla y la deslizo rápidamente esta vez y con gran fuerza por sus brazos. Brotaba mucha sangre de ellos, provocandole un leve mareo y haciendo que se tambaleara. Se apoyó en el lavabo para posteriormente sentarse en el suelo mientras este cesaba, aprovechando también para curarse.
Un golpe lo hizo salir de sus pensamientos. Jaekyung había vuelto a casa y no se veía nada bien. Miraba desesperado hacia todos lados como si estuviera buscando algo, hasta que finalmente entró al baño donde se encontraba y conecto miradas con Dan.

- ¿ Qué haces ahí sentado? Me estás causando muchas molestias últimamente, sabes, Kim Dan?
- Yo... realmente lo siento, señor.
- ¿ Lo sientes? He hecho todo lo posible por tí, he solventado todos tus problemas y te he llenado la vida de facilidades. ¿ Qué mierda te ocurre?

Lágrimas empezaron a salir de sus ojos, los cuales miraban fijamente a Jaekyung con cierta melancolía.

- ¿ De verdad puedo confiar en usted? ¿ De verdad va a escucharme si le digo lo que me ocurre? ¿De verdad...? - dijo Dan lloroso y con su voz entrecortada.
- Agh, Dan. Bien, primero cálmate y levantate, vamos al salón.

Una vez en el salón, ambos tomaron asiento y Dan contó todo lo que pasaba por su mente. Jaekyung quedó en absoluto silencio hasta que al final decidió hablar.

- ¿ Me estás diciendo que me has jodido todo este tiempo por problemas minúsculos sin sentido alguno? Estamos en pleno siglo XXI, nuestra vida está prácticamente resuelta. ¿ Qué problemas puedes tener tú? Si no puedes hacer tu trabajo, largo de aquí. Estoy seguro que hay miles de personas deseando tener tu vida.
- Tiene razón, señor. Perdón por preocuparlo- sonrió levemente - Estoy algo sensible últimamente. Estaré en mi habitación descansando, hasta mañana. Perdone de nuevo.

Conteniendo el llanto, Dan subió a su habitación y se derrumbo nada más entrar. Tal y como esperaba, sus problemas y preocupaciones eran insignificantes para Jaekyung, pero...ahora que lo pensaba mejor, ¿ por qué estaba tan mal? No quería minimizar sus problemas, pero no comprendía la magnitud de su sufrimiento por tan solo algunas dificultades que cualquier otra persona podría tener. ¿ Por qué a él le afectaba tanto? Todo era tan confuso, esa sensación de angustia constante de no saber qué hacer ahora. ¿ Debería simplemente dejar de sufrir y desaparecer en ese mismo momento? Total, ¿ a quién le importaría si no tiene a nadie?

Aprovechando que el boxeador ya se encontraba en su dormitorio, se adentró en la cocina buscando el cuchillo más afilado que hubiera junto somníferos de Jaekyung que usaba en aquellas noches donde no podía conciliar el sueño.
Agarró un pequeño trozo de papel y redacto una pequeña despedida.

Si llegas a leer esto, solo quiero decirte que lo siento. Gracias por todo. Te amo, Jaekyung.

La colocó encima de la mesa de la cocina y volvió a subir.
Dejó todo sobre el lavabo y empezó a llenar la bañera con agua caliente. A su espera, agarró todas las pastillas que había en el frasco y, sin pensarlo dos veces, las ingirió.
Se quitó sus zapatos, agarró el cuchillo y se metio lentamente en la bañera. Esta vez sería la definitiva. Empezó a cortar sus brazos en profundidad hasta que apenas quedó un espacio visible.
Posteriormente, clavo con fuerza este en su abdomen.

El agua en pocos segundos se había teñido de rojo, había perdido tanta sangre que ya no sentía nada. Se encontraba en un estado de paz que jamás había experimentado. Finalmente podría descansar.

Continuará...

Atrapado (Jinx) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora