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Ambos eran nuevos, empezando nuevo año, nueva escuela, un intento de nueva vida, aunque a ninguno le emocionaba demasiado

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Ambos eran nuevos, empezando nuevo año, nueva escuela, un intento de nueva vida, aunque a ninguno le emocionaba demasiado.

Con uno de catorce años y otro de casi dieciséis por haber repetido un año, la diferencia de edad parecía reforzada por su apariencia física.

Siendo el menor más bajito y con apariencia más esponjosa, mientras que el mayor era mucho más delgado y alto.

El más alto miró con desinterés el pasillo vacío, y con un poco más de atención, al chico parado a un metro de él.

Abultadas mejillas, cabello oscuro, mirada enterrada en el lustroso suelo de la escuela.

Ambos esperaban a que el director llegara para presentarlos a sus nuevos compañeros, y llevaban haciendo eso desde hacía unos quince minutos, en los
cuales no habían dicho una sola palabra al otro.

Pedri no era famoso por ser sociable, y menos por dar el primer paso en una conversación, pero al ver que su compañero tampoco avanzaría, decidió hacerlo él.

— Hola. — Comenzó, extendiendo una mano al chico, quien cambió su mirada del suelo hacia esta, sacando con lentitud su mano de su bolsillo para tomarla sin hacer fuerza. — Soy Pedri. — Se presentó, estrechando la adorablemente pequeña mano del otro.

El chico solo alzó el rostro, lo miró y estiró un poco sus labios en una sonrisa casi penosa, pero que dejó ver un lindo eye smile que enmarcó aún más sus lindos ojitos.

— ¿Cómo te llamas? — Preguntó Pedri, al ver que el chico no había respondido.

¿Es que era muy tímido para hablar?

El chico abrió la boca un poco, pero no dijo nada.

Soltó la mano de Pedri bruscamente para llevársela a su cabeza y acomodar sus cabellos de forma nerviosa.

Luego, para su confusión, el cachetón alzó la mano, haciendo un gesto con esta. Luego comenzó a alzar sus deditos, siempre volviendo a hacer un puño antes de hacer el próximo gesto.

Pedri no entendió que hacía, pero solo pudo mirar la suave y algo rellena manito de su compañero.

En cuanto terminó, el chico dejó caer su mano al costado de su cuerpo, mirando al otro con las mejillas algo ruborizadas.

— ¿Qué? — Preguntó Pedri, y el otro chico suspiró pesadamente.

— Bienvenidos, chicos. — Una voz amable los hizo mirar al hombre de traje y sonrisa que se acercó a ellos. — Lamento hacerlos esperar tanto tiempo. — Miró a los dos de forma paternal. — Soy el director Andrés. Sé de ustedes, pero refrésquenme la memoria. — Miro a Pedri. —  ¿Tu nombre?

— Pedri. —Dijo, sin ganas.

— Oh, sí. De Canarias, ya recuerdo. — Le sonrió, y miró al cachetón a su lado. — Y tú eres Gavi, de ti sí me acuerdo. — Sonrió con ternura. — Bien ¿Listos,
muchachos? — Colocó una mano en un hombro de cada uno, aunque solo por un segundo, para tocar la puerta del salón y entrar sin esperar respuesta.

La clase hizo silencio para ver con ojos curiosos a los dos nuevos alumnos.

El director saludó a la profesora, para luego mirar a los demás estudiantes.

— Chicos, chicas... Les traigo a dos nuevos compañeros. — Apoyó una mano en el hombro del mayor. — Él es Pedri, viene desde Canarias. Es un poco
más grande que ustedes, pero no lo traten como un viejo. Van a ver que es tan joven como ustedes.

Esa presentación ridícula, hizo que Reborn rodara los ojos.

El director soltó su hombro para centrar a los demás en el cachetón a su otro lado.

— Él es Gavi. — Dijo. — Viene desde Sevilla, y quiero que todos lo traten muy bien. Cualquier cosa que le hagan se las verán conmigo, y mi oficina. — Su rostro se había puesto serio con esas palabras. — Gavi es mudo.

 — Gavi es mudo

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𝐌𝐔𝐓𝐄 | 𝐆𝐀𝐕𝐈 𝐘 𝐏𝐄𝐃𝐑𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora