Confesiones en una noche
Llevaban dos horas mirándose la una a la otra, conversando sobre muchas cosas relacionadas con lo que estaban sintiendo en aquel momento en particular. Regina miraba a Emma y Emma miraba a Regina, una frente a la otra, echadas de lado, desnudas y absolutamente cómodas en aquella enorme cama. Poco importaba si Cora ya había ido a llamarlas para cenar, apenas sabían qué hora era o a qué hora acabarían. No les interesaba nada más que mirar cada detalle del hermoso rostro de la otra. Era mil veces más interesante para Regina descubrir que se había sentido mujer con otra mujer. Para qué salir de aquella postura si la temperatura estaba muy buena ahí, especialmente cuando Emma sonreía y la hacía reír a ella también. Tantas cosas que aún no conocía de ella ni de sí misma. Había sido un polvo delicioso que seguramente podría durar más, aunque fuera el primero de muchos que planeaba tener con Emma. No puntuará ese polvo como el mejor de su vida, porque poco recordaba de lo que había tenido con Daniel, aunque sabía que lo amaba con todo su corazón. Pero Regina sabe ahora que ama a Emma de una forma tan especial como amaba a su marido. Es inmenso, es hermoso, es inevitable.
Pasa las manos por los cabellos rubios, por el lateral de su rostro y se pregunta qué ha hecho para merecer una bendición como esa en su vida, sin imaginarse que esa era la misma pregunta que se hacía de vez en cuando Emma. Se cansó de decirle lo hermosa que era y que ese momento había sido increíble, entonces pensó en la forma cierta de decírselo. Emma estaba segura que había estado bien con las palabras, aunque su cara revelara que estaba satisfecha con su desempeño. No se hubieran besado ardientemente y durante tanto tiempo después de haber gozado si no hubiera estado bien. La cuestión quizás no era exactamente si había estado bien o mal, sino lo diferente que había sido. Incluso ahora sentían el corazón desbocado en la boca, por más relajadas que estuvieran en medio del colchón. Regina encontró a donde quería llegar, agarró el mentón de Emma y se acercó lo suficiente para besarla de nuevo en la boca. Rápidamente se aparta para decir. Es la cereza del pastel.
‒ Creo que he sido una tonta por no haber hecho esto antes. Parece que estoy anestesiada y tengo delirios de situaciones demasiado buenas como para creer en ellas.
‒ Has perdido la memoria de algunas cosas. Te habías olvidado de lo bueno que era‒ replica Emma cómodamente.
‒ Lo olvidé. Olvidé cómo se hacía, cómo era de importante. Si me pongo a recordar cosas de mí de antes del accidente, tengo la certeza de que amaba a mi marido y que hacíamos el amor con frecuencia. Pero esto...Contigo...Hacer el amor contigo es más que solo hacer el amor. Me siento llena de algo tan fuerte, pero solo tú puedes proporcionarme esa sensación. Es como si estando delante de ti, entregada a tu cuerpo, pudiera vivir solo de esa felicidad. ¿Qué otro nombre se daría a esto?
‒ Amor. Lo que ha sucedido contigo es algo llamado amor‒ Emma agarra su mano, la acaricia, después sube la suya hasta su rostro, la pasa por el cuello, por el hombro, por los brazos, cintura, palpa su pelvis, hace el camino inverso y empieza todo otra vez ‒ También me siento de esa manera. Ya he tenido experiencias, pero esta se escapa de todo lo que pudiera imaginar.
‒ Me gustaría que todo el mundo tuviera la oportunidad de amar y ser correspondido como lo soy yo y como me siento ahora. Vamos a hacer esto más veces, ¿no?
‒ Siempre que tú quieras‒ Emma le vuelve a sonreír‒ Gracias por cambiar lo que pensaba que nunca cambiaría. Después de Isabelle me encerré en una burbuja de rencor y no vi que todo ese tiempo estaba perjudicando a una persona, a mí misma. En este momento, echada contigo en esta cama, creo que, de una vez por todas, he roto esa burbuja. Tú me haces bien y acepto todo lo bueno que vendrá de aquí en adelante.
– No tienes que agradecerme nada. Mereces aún más, sé que sí‒ Regina se mueve y Emma percibe sus cicatrices en un lado de la cara. Están cada vez más finas y solo puede verlas quien se acerque mucho a la señora Mills. Emma acaricia cada una de las líneas del rostro de Regina, suavemente, como si fuera un lienzo ‒ Es gracioso, pues creo que si no hubiera perdido la memoria, quien estaría en una burbuja de rencor sería yo. Herida con el mundo, con las circunstancias. Tengo la impresión de que no aceptaría tan bien la muerte de mis hijos y la de Daniel si siguiera siendo aquella persona de antes.
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Bury
FanficCuando Regina Mills sufre un trágico accidente, su marido y sus hijos mueren, y ella pierde su memoria. Al despertar del coma, dos meses más tarde, la empresaria intenta recuperarse poco a poco del trauma, dándose cuenta de que incluso antes del fat...