Más intenso
Médicos y enfermeras están acostumbrados a lidiar con las situaciones más atípicas, a cualquier hora de un día aparentemente común en cualquier semana del año. Aquella vez, el paciente de la 320 era un muchacho que se había caído de unas escaleras desde una altura de cinco metros en su casa, y que había sufrido diferentes heridas en el cuerpo. Gold estaba devastado por no haber llegado a tiempo para ayudar al muchacho, precisamente el día que había ido por la mañana a dar una charla a la escuela de su hijo, y cuando el tráfico le impidió llegar a tiempo a la emergencia. Fue Emma la que tuvo que decirle al médico que nada se hubiera podido haber hecho en aquella situación, y que no había sido por el hecho de que él hubiera llegado tarde. Pero había algo extraño en la situación, ya que para un médico como él una pérdida no debía abatirlo con la facilidad como lo había hecho esta. Emma supo que la conmoción ante la situación del muchacho era porque tenía la misma edad que el hijo del médico, y haber prácticamente criado solo al chico era un peso inmenso que Gold cargaba con placer. Él es duro, lleva una hora aguantando el llanto, desde que le había contado a los padres de la víctima que el muchacho no había resistido a las heridas. Emma lo conocía, tanto que le bastaba quedarse apoyada en la pared del pasillo, frente a él, esperando que se desahogara. Ella no aguantó verlo de esa manera por mucho más tiempo. Lo abrazó y lloró finalmente, pues Emma era la única persona que le proporcionaba comodidad para dejarse ir. Las fatalidades tenían lugar y Gold se recuperó pensando, precisamente, en cuántas personas había salvado antes que aquel muchacho sufriera el accidente y muriera en su hospital. Se recompuso y bajó a la cafetería, tras una buena dosis de café.
Lo mejor que Emma podía hacer en aquel momento, acabada la guardia, era ir al vestuario y coger sus cosas para marcharse. Ese final del día estaba melancólico y no combinaba con su estado de ánimo. Había hablado con Regina durante largas horas la noche anterior y ese mismo día a la hora del almuerzo. Eran los únicos dos días de la semana en que no se veían y para un comienzo de relación parecía una tortura. Emma se arregla, se cambia de ropa y cuando sale del baño de los vestuarios, hay alguien agarrando su sudadera mostaza, de espaldas a ella. Cabellos recogidos en lo alto, cayendo en cascada. Vaqueros, botas y una blusa de vestir negra que seguramente su ostentosa novia le había regalado. La mujer se gira y la mira con sus ojos claros, una vez los favoritos de Emma. Hay una mezcla de repudio, asco y dolor de cabeza. Emma también siente vergüenza, y después se siente avergonzada por sentir vergüenza. Hace mucho tiempo que usa el vestuario de las enfermeras, y basta que una persona surja inconvenientemente para que se sienta invadida.
La mujer se gira en el mismo sitio. Aún agarra la sudadera de Emma, pero es tarde para disimular que estaba aspirando el olor de la loción hidratante que se había quedado incrustada en la tela. Swan le arranca la prenda de ropa sin intercambiar palabra. Está tan enfadada que en segundos va a mandar a la mierda a la pelirroja. Solo están las dos allí dentro, y Emma odia esa situación. ¿Quién la había dejado entrar? ¿Cómo supo que se estaba cambiando para marcharse? Si esa zorra intenta algo inesperado, Emma jura que la mata. Sería despedida, pero hará lo que tenga que hacer.
En vez de eso, la pelirroja suspira, mete las manos en los bolsillos de los pantalones y mueve la cabeza, mirándola.
‒ ¿Me tienes tanta rabia que ya te has enrollado con alguien, Emma?
Swan frunce el ceño. No entiende su frase y tiene que abrir bien los oídos para escuchar bien
‒ ¿Qué es lo que has dicho?
‒ Si, al menos, me hubieras dado un tiempo...
Emma respira hondo, se pone la sudadera y cruza los brazos.
‒ ¿Tiempo, Isabelle? ¿De verdad me estás diciendo eso?
‒ Me he enterado de que Regina Mills es una pésima persona. Te está usando, Emma. Te va descartar cuando ya no le sirvas para sus intereses‒ dice Belle, en tono de aviso

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Bury
Fiksi PenggemarCuando Regina Mills sufre un trágico accidente, su marido y sus hijos mueren, y ella pierde su memoria. Al despertar del coma, dos meses más tarde, la empresaria intenta recuperarse poco a poco del trauma, dándose cuenta de que incluso antes del fat...