Hola, chicas, disculpad la tardanza, pero he estado muy liada con el trabajo, además mi portátil anda mal, y tengo que ponerme a traducir en el ordenador de mesa, y este lo tengo en mi casa familiar a la que voy un fin de semana sí y otro no, por lo tanto no puedo actualizar todas las semanas.
Los Colter se marcharon dos horas después, cuando ya no había más de qué hablar y Emma parecía visiblemente cansada. Fue lo más sorprendente que podía suceder. Helena y Robin estaban encantados con la enfermera. Pero no era de ese día que Emma causaba simpatía en las personas. Ella lo consideraba gracioso, solo que nunca pedía atención, no era una persona carente. En poco tiempo Helena Colter se había olvidado del asombro inicial en el momento en que Regina anunció lo que eran. A Helena le vino al recuerdo el día en que Daniel la presentó a ella a la familia, una mujer amable, curiosa y feliz por la decisión del hijo. Esta vez, al menos, Regina creía que no tendría la capacidad de tener dos caras. Dani ya no estaba allí, el papel de él era ahora el de Regina, ya no tenía sentido que mintiera a una persona que nunca antes había visto. Si la primera impresión es la que queda, Emma había ganado preciosos puntos con la familia millonaria. Era como dejar a Regina en buenas manos y nunca sola. Robin casi había admitido que estaba preocupado por Mills, por la supuesta soledad que ella sentía con la partida de Daniel. Comprendió el brillo en la mirada de Regina. Sabía muy bien qué significaba esa mirada fija en Emma durante toda la comida, y el sonrojo cuando la rubia la miraba a ella. Él se sentía igual de bobalicón con cierta abogada de la empresa y se había comportado así en otras ocasiones.
En fin, Regina se había enamorado de una mujer y no había nada malo en eso. Al contrario, parecía lo más correcto, piensa Mills mientras son acompañados por Leopold hasta el coche. Emma está allí, queriendo un tiempo solo para ellas antes de volver a casa. Observa a Regina mirando por la ventana, desconfiada de la repentina timidez cuando se despidieron y las dejaron a solas. Desde temprano, Regina no parecía estar muy bien, pero Emma no sabía si era porque la noche pasada se había dado cuenta de algo o porque su repentino plan había salido bien. Emma puso la mano sobre su hombro, bajó por su brazo y la giró hacia ella con calma.
‒ ¿No me vas a contar qué ha pasado hoy?‒ pregunta dulcemente, dispuesta a escucharla el tiempo que fuera necesario.
Regina sonrió, soltó el bastón que la mantenía de pie y pasó sus brazos por los hombros de la rubia.
‒ ¿Ya estamos en ese punto de la relación en que sabes cómo me siento?
‒ Llevo conviviendo contigo desde hace tres meses, sé cuando estás bien, cuando estás mal, cuando tienes miedo o estás eufórica‒ dijo Emma, al ver a Regina apretar los labios y dudar por un momento.
‒ ¿Duermes conmigo esta noche? No quiero quedarme sola ‒ pide y apoya la cabeza en el pecho de Emma. Imposible negárselo, era un modo irresistible de pedirlo.
‒ Si sigo durmiendo contigo, creo que me volveré una consentida.
‒ Esa es la intención
Suben al cuarto de Regina.
Si había alguien más paciente que Emma, Regina lo desconocía. Estaba ahí, desde hacía algunos minutos, sentada en el borde de la cama, esperando a que Regina terminara de desmaquillarse, de quitarse los pendientes, las pulseras y el collar. Ella la mira a través del espejo, entonces lentamente se gira en la silla. Aquella mirada tan dulce y envolvente la llamaba. Quizás fuera eso lo que atraía a las personas hacia Emma, su excesiva dulzura. Se levanta con lentitud, pero camina hacia los brazos de Emma sin mayor dificultad, y se sienta en su regazo. Regina agarra su rostro y la besa de nuevo. Es la cuarta vez que rodea su lengua en la de Emma, y le parece tan bueno que no puede evitar volver a hacerlo unas seis o siete veces más. A Emma le gusta, se excita y la echa bruscamente sobre la cama. Aún quiere saber lo que Regina le lleva escondiendo desde temprano, pero quizás pueda esperar una o dos horas. Se ayudan con la ropa. Emma se quita lo suyo y desnuda a su vez a Regina, maldiciendo el hecho de que Regina se haya puesto una blusa con tantos botones. Cuando finalmente están semidesnudas, la rubia pone una de las manos de Regina en su pecho izquierdo, para que note su corazón desacompasado y ansioso.
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Bury
FanfictionCuando Regina Mills sufre un trágico accidente, su marido y sus hijos mueren, y ella pierde su memoria. Al despertar del coma, dos meses más tarde, la empresaria intenta recuperarse poco a poco del trauma, dándose cuenta de que incluso antes del fat...