Todo lo que Cora sabía eran una serie de suposiciones extrañas en referencia a Regina y Daniel. Trabajaba para la familia desde hacía mucho tiempo y se tomaba muchas libertades que, en ocasiones, no le incumbían. Aún así, hablar sobre lo que pudo haber presenciado o no era algo muy desagradable de pensar. Regina había perdido la memoria y sus recuerdos aislados que surgían a lo largo de las semanas traían más dudas que respuestas. En algún momento aquella conversación iba a tener lugar, pero por deferencia a Regina, a la que consideraba como a una hija, el ama de llaves prefería que jamás se enterara de esas historias del pasado. La nueva Regina era un regalo para sí misma. Cambió los paradigmas de la casa, el espanto de los trabajadores y dejó de ser la bruja exigente, aunque existiera aún una parte dormida en algún lugar de su subconsciente. Cora creía que Regina tenía la misma impresión que ella. Que el pasado no servía para nada a no ser dar por zanjado lo ocurrido en el accidente de coche. Regina jamás sería la misma persona aunque recordara todo. El problema era cómo sería su reacción cuando realmente entendiera lo que había sucedido.
Hacía dos semanas Cora había comentado con Leopold sobre el comportamiento de la señora Mills. Él lo vio extraño al principio, pero se acostumbró rápido, dijo. También comentó que le admiraba cómo el clima en la mansión, antes pesado e imprevisible, en esos días era totalmente otro. Regina nunca lo había tratado mal frente a nadie, nunca había sido el tipo de patrona mal encarada, pero él conocía su fama y la consideraba demasiado seria como para intercambiar más que un sencillo buenos días, y las palabras "¿a dónde vamos, señora?" con él. Lo que él sabía era que ella conducía, pero lo habían contratado porque a Daniel no le gustaba que ella lo hiciera. Siempre había dos coches en el garaje. El de él y el de ella, que Leo usaba para llevarla donde quiera que fuera. Cora, por su parte, creía que Regina ya se habría recordado de esos detalles y no preguntaba nada por eso. Pero por lo visto, sentada en la cama, mirando y señalando hacia una botella rota en el suelo del vestidor, aún no sabía ni la mitad. Daba pena el pavor en los ojos de Regina. Un miedo abismal de descubrir que ella había hecho algo que había perjudicado su matrimonio antes del accidente. ¿Y si fuera algo sobre sus hijos? ¿Y si ella hubiera herido tanto a Daniel hasta el punto de haberse separado antes de él morir? Cora no quería hablar, no quería que ese día hubiese llegado, porque era la única en conocer lo mínimo. Pero su mayor miedo se había hecho realidad. No tenía fuerzas para mentirle a Regina, porque la quería, y pensaba en serio mantenerla sentada para hablar, pues dependiendo de su reacción, Regina no saldría de esa posición tan pronto.
‒ Primero, dígame de qué se ha acordado exactamente‒ pregunta Cora
‒ Me vi allí con Daniel. Los dos estábamos conversando sobre el hecho de pelear mucho. Aquella botella ha estado ahí todo el rato. ¿Qué quiere decir? Yo estaba arrasada, angustiada, perdida. Al menos fue eso lo que sentí, pero no sé, no entiendo qué pueden significar esas sensaciones en un recuerdo con Daniel.
‒ Querida, usted y Daniel tuvieron momentos difíciles a lo largo del matrimonio. Ningún matrimonio es romance y pasión todo el rato.
‒ No se trata de apenas una crisis, Cora. Yo estaba pasando por algún problema muy grave y aquella botella es la explicación. ¿Qué hacía una botella de ron en mi armario? ¿De qué discutíamos tanto Daniel y yo?
‒ Cálmese‒ pide la mujer. Instintivamente, se sienta al lado de Regina para mantener las cosas bajo control ‒ Hay cosas que son muy duras, ¿sabe, querida? Situaciones insostenibles, aquellas cosas que tienen un límite. Daniel solo quería el bien de los pequeños, tenía miedo de que los dos sufrieran.
‒ ¡Dios mío! ¿Era algo con los gemelos? Cora, ¿a dónde quiere llegar?‒ Regina la mira con las pupilas dilatadas
‒ ¡No! No pasaba nada con los gemelos, era con vosotros dos‒ suelta ella ‒ Tenga calma, estoy intentando no decir nada sin fundamento. Lo que yo sé es solo lo que escuché. Yo siempre estaba cerca, yo también tenía miedo de que uno de los dos perdiera los papeles. Como digo, no todo fue perfecto en su matrimonio con Daniel. En algún punto, cuando los niños ya estaban algo crecido, los dos comenzaron a desentenderse. ¿Los motivos? Pueden haber sido varios. La madre de Daniel, quizás. Recuerdo las muchas fiestas y reuniones que se dieron en esta casa y él siempre fue un gran apreciador de los cócteles. Usted solía decir que a Daniel solo le faltaba el carné de socio de la mayor bodega de Amber City, porque él conocía cada bebida que existía en aquel sitio. Creo que fue así que comenzó. Los dos se amaban, tenían gustos en común y quién sabe si no fue a causa de él que usted también comenzó a beber.
ESTÁS LEYENDO
Bury
FanficCuando Regina Mills sufre un trágico accidente, su marido y sus hijos mueren, y ella pierde su memoria. Al despertar del coma, dos meses más tarde, la empresaria intenta recuperarse poco a poco del trauma, dándose cuenta de que incluso antes del fat...