Capítulo 1: El destello

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Alex:

Las cosas no me pueden ir mejor, por fin todo mi trabajo duro se está viendo recompensado.

Tras mucho esfuerzo y horas de estudio sin descanso, hoy recibí la noticia de que he sido aceptado en la carrera y universidad de mis sueños . Mis amigos me han hecho una cena sorpresa y ahora vamos camino a la discoteca más lujosa de la ciudad para terminar la noche con alegría, aunque les he hecho prometer que solo será una copa, ya que mañana empiezo mi nuevo trabajo en la casa de los Estévez, la familia más rica de la ciudad.

Al llegar a la discoteca nos sorprende la poca, por no decir ninguna, cola que hay en la puerta. Carlos, mi mejor amigo e ideador principal de esta noche de chicos  es el primero en acercarse al mitad hombre mitad armario de madera maciza que tienen en la puerta como portero.

-Buenas noches caballeros, ¿sus invitaciones?- dice el portero mirándonos por encima de sus gafas de sol, como si supiera nuestra respuesta.

-No tenemos invitación, otras veces hemos entrado y no nos ha hecho falta.- dice Carlos insistiendo. - Ya, pero es que esta noche la sala está reservada para una fiesta privada.- Empiezan los problemas.

-¿Entiendo pero no podría hacer una excepción? Nuestro amigo ha recibido muy buenas noticias hoy y queremos celebrarlo

-Lo siento mucho caballeros, pero hoy no será.- Responde cortandonos el paso y agarrando a Carlos del hombro para acompañarlo fuera.- Hey tú no me toques eh, que la liamos. A qué si Alex...¿Alex?

Pero Alex, osea yo, estaba en otro sitio . Para ser más exactos me hallaba en el séptimo cielo, porque allí me había llevado la mirada de la chica que había visto desde fuera bailando al son de la música llevando un vestido azul eléctrico algo escotado y los labios pintados de un color rojo intenso. Pero no eran sus prominentes curvas lo que más me había llamado la atención, sino la sonrisa que salió de su boca cuando nuestras miradas se cruzaron por un instante.

-Joder Álex no estás en lo que tienes que estar. - Dice Carlos dándome un golpe y sacándome del trance. - Lo siento tío pero tengo que entrar, voy a buscar algún modo. Esperadme cinco minutos.- Digo empezando a correr ante la mirada atónita de mis amigos.

Encuentro una salida de emergencia y sigilosamente entro por ella. La falta de luz y el exagerado volumen de la sala me hace estar seguro que estoy en el lugar correcto. Con cuidado de no ser pillado busco a la chica con la que me encontré, y sin querer me tropiezo con ella, haciendo que me tire encima de la camisa parte de su copa. Me la intento secar pero lo único que hago es extender aún más la mancha.

-Lo siento de verdad- intenta disculparse y al mirarme por primera vez se le escapa una sonrisa. - Ey eres el chico de la puerta.- Tras oír eso estoy tan nervioso que no me acuerdo ni como me llamo, vista más de cerca puedo intuir que tiene algún año más que mis 18 recién cumplidos y se me hace un nudo en la garganta.

-B-Bonita fiesta- Consigo decir.- Muchas gracias, es mi fiesta de cumpleaños. Un...amigo me la ha preparado a traición.- suelta una risotada y siento como mi corazón vuelve a palpitar como hacía mucho que no ocurría.

- Ah,¿Sí? Muchas felicidades preciosa. ¿Puedo saber tu nombre? Así sabré a quién pedir en mis deseos de cumple.- Al ver que se sonroja algo, no puedo evitar sonreír. - ¿De verdad no sabes quién soy?- Dice con una sonrisa incrédula- Claro que lo sé, la mujer más bella de esta fiesta y posiblemente del mundo entero.- Respondo justo antes de que el hombre de la puerta, junto a un par más de "gorilas" se acerquen a  mí con cara de muy pocos amigos y me echen de la sala, mientras veo que un chico se ha acercado a la chica con la que he estado hablando. Intento volver a entrar, por lo menos para saber su nombre, pero lo único que recibo son amenazas por parte de la seguridad.

Enrabietado, vuelvo a dónde había aparcado y veo a los chicos sentados sobre el capó de mi coche. En ese momento siento algo de culpa y lo abro rápidamente, encendiendo el radiador rápidamente.

-Lo siento chicos, perdón por la espantada... Pero creo que he vuelto a sentir un destello.-

Las miradas juzgantes de mis amigos se han convertido en miradas de incredulidad, pasando de recibir una lluvia de quejas a una de preguntas. Pero lo único en lo que puedo pensar es en ella y como con un par de miradas y frases ha conseguido alojarse en mi cabeza.

Nuestro amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora