Alex:
Llevo más de una semana trabajando para los Estévez y he de admitir que me he adaptado muy rápido a su rutina.
Nada más levantarme hago mi rutina de ejercicio, me ducho, desayuno y llevo a Clara a la oficina mientras vamos charlando. Me hace mucho más ameno el viaje. Al volver recojo mi dormitorio y limpio la piscina, siempre pendiente del móvil por si alguien de la casa me necesita. Tras la comida ayudo a la gente de cocina para facilitarles el trabajo y por la tarde corto el césped o arreglo las flores del jardín. Ahí no tengo que estar tan pendiente al móvil porque Clara suele estar al lado de la piscina, tomando el sol mientras lee o trabaja.
Lo único que cambiaría es el poder tener algún día libre, ya que echo de menos a mis madres, y el no tener que lidiar tanto con Diego, que cada vez que me ve cambia a un tono más agresivo y despectivo, como si fuera una amenaza para él.
-Alex por favor acércate un momento.- La voz angelical de mi jefa me devolvió a la realidad, cuando me acerqué la encontré boca abajo en la tumbona, desabrochándose la parte de arriba del bikini. -¿Puedes echarme crema por la espalda? No quiero quemarme.- El que parecía que se acabara de quemar era yo por lo roja que tenía la cara.
-P-por supuesto señorita.- Al sentir mis manos tocar su espalda desnuda me recorre un escalofrío que no sé cómo calmar. Es una chica muy hermosa, eso es innegable, pero es mi jefa y tiene novio y solo estaba tomando el sol llevando solo una braguita la cual estaba rozando mientras le ponía crema. De repente oigo el teléfono.- tu madre me llama.- salvado por la campana pensé mientras entraba y encontré a Diego con las maletas.
-Diego se va cinco días de viaje de negocios, quiero que lo lleves al aeropuerto.- dijo la señora Estévez tan maja como siempre, dándome las llaves del Mercedes. Cogí las maletas de Diego y fuimos al coche.
-No quería llamarte a ti pero me ha fallado mi chófer y para eso estás, ¿no?- dijo él recostado en el asiento de atrás. - Exacto, aquí estoy para servirle Diego.- le contesté fijo en la carretera. -Señor Martínez para ti, conmigo no te tomes las confianzas que te tomas con Clara.- Mira que es idiota.
...
Hace un par de días que "el señor Martínez" se fue de la casa y se nota, todo está mucho más tranquilo, incluso hasta la señora Estévez está más alegre. Pero al terminar de arreglar los rosales, dando por acabada mi jornada laboral, hay algo que me inquieta mucho. El no ver a Clara en su sitio de siempre me alarma, y lleva dos días sin aparecer.
Aunque no me incumba, es mi deber saber como está,¿no? Dudando subo a su cuarto por primera vez y allí estaba ella, en un cúmulo de primeras veces. La primera vez que la veía en su cama, primera vez que la veía echa una bola de dolor y la primera vez que la veía llorando. Al verme en la puerta intenta enderezarse pero no puede.
-H-Hola Alex, ¿qué haces aquí? ¿Te he llamado sin querer?-
-No es que... no te veía desde hace unos días y me había preocupado. Y veo que no estás bien.- una ligera sonrisa intentó iluminar su rostro.
-No, no estoy bien.- suspira y coge de su cartera algo de dinero. -¿Podrías hacerme el favor de ir a comprar compresas y tampones? S-sé que es muy personal pero es que y-yo no puedo ni moverme de los dolores.-
Había vivido estas situaciones en casa y sabía lo que tenía que hacer, así que me fui sin coger su dinero a la tienda más cercana.
Media hora más tarde volví a ese cuarto donde nada había cambiado.- Aquí tienes tampones, compresas, te traje algo de chocolate y esto- saqué de la bolsa de la compra una bolsa de calor y una crema.- A mis madres les va muy bien esto cuando también están en sus días.
-Odio estar con la regla.- dijo mientras se lanzaba a por una bolsa de huevos Kinder que había traído, yo de mientras conecté la bolsa a la corriente para que se calentara.- Bueno, míralo por el lado bueno, por lo menos sabes que no estás embarazada.- le respondí.- ¿Te subes la camiseta y te echo la crema?- ella asintió y se tumbó dejándome maniobrar.
-Pues como yo no sea la virgen María no sé cómo me voy a quedar embarazada.- incluso teniéndola de espaldas supe que su cara se había puesto roja tras decirme eso.- No es que Diego y yo estemos mal, s-solo es que yo no soy muy activa y no tenemos mucho tiempo y...- la corté tomando su suspiro como un gracias. - A mí no me tienes que dar ninguna explicación.- dije colocándole la bolsa de calor.- Solo soy un criado.-
-Eres más que eso Alex, tu jornada laboral ha terminado incluso antes de que vinieras, has pagado todo lo que has traído y eres el primer hombre que me ayuda desinteresadamente. Eres un amor.
-Yo sólo hago mi trabajo Clara.- aunque no pensaba eso, ahí empecé a darme cuenta que incluso así, en su estado más bajo, era preciosa y me hacía sentir cosas. Pasamos la noche hablando hasta que ella se quedó dormida, momento en el que me fuí de allí, ya que sentí que no pertenecía a ese lugar.
ESTÁS LEYENDO
Nuestro amor prohibido
RomanceAlex y Clara. Dos personas de mundos totalmente opuestos cuyas vidas se cruzarán y un flechazo surgirá. Amor, celos, drama, amistad, lujuria, rebeldía y mucho más te espera en esta mi nueva historia. Espero que os guste