Clara:
Hace un mes que no sé nada de Alex, un mes de esa tarde en la que nos distanciamos puede que para siempre. He de decir a su favor que no me ha insistido nada desde lo sucedido, aunque una parte de mí desearía que sí lo hubiera hecho. ¿Sería capaz de perdonarle aún después de lo que me hizo? Es algo que jamás sabré.
Los niños cada vez están más grandes, o por lo menos eso indica mi tripa. Incluso estando dos ahí dentro deben estar muy cómodos. La que está destrozada soy yo, tengo la espalda molida y estar más de media hora de pie me resulta imposible. No quiero ni acordarme que aún me queda la mitad del embarazo.
En cuanto a lo laboral mi madre cumplió su promesa y ya soy la presidenta. Son increíbles las vistas desde este despacho, puedo ver toda la ciudad desde el aire. Además siempre que tengo un antojo Lucía llega y me lo trae. Le voy a tener que subir el sueldo a esta chica porque lo que aguanta no es de este mundo.
El único inconveniente es que Diego sigue trabajando aquí. Aún no he podido despedirlo pero no tardaré en encontrar pruebas de que él ha sido quién ha estado robando de la empresa. Una empresa tan grande como la nuestra no se puede hundir en el tiempo que estuve fuera.
Estoy sumergida en las vistas cuando tocan a mi puerta. Ya sé quién es y se me hace la boca agua solo de pensarlo.
-Buon giorno principessa, te traje un croissant relleno de chocolate, como a ti te gusta.
-Ayy dios mío te amo Francesco.- Me levanto y se lo quito de las manos, dándole un beso en los labios.
Sí, entiendo vuestra sorpresa. Francesco y yo hemos empezado a salir ligeramente. Él nada más enterarse que había dejado a Alex me ofreció quedarse en su casa y bueno, una cosa llevó a la otra y ahora nos estamos dando una oportunidad. Nada de relaciones sexuales eso sí. Aún estoy algo resentida con ese tema y me ha aceptado esperar lo que haya que esperar.
-¿Te apetece ir esta noche a cenar a "La trufa dorada"? Me han dicho que está muy bien.
-Es el mejor restaurante de la ciudad, claro que está muy bien.
-Entonces lo pasaremos bien reina, te dejo seguir trabajando.
-Adiós cariño.
Cuando se va empiezo a engullir el croissant pero con algo de culpa. No me malentendáis, con Francesco estoy muy bien, pero no sé si estoy corriendo demasiado. Tampoco quiero hacerle daño a él, así que prefiero ir sin etiquetas, pasito a pasito suave suavecito.
Esta mañana tengo que terminar antes de trabajar ya que tengo visita con el ginecólogo. Tras despedirme de todo el mundo en la oficina cojo un taxi y me dirijo a la clínica. Últimamente me entristece venir aquí y ver tantas parejas felices, incluso algunas vienen ya con un pequeño que juega con los juguetes de la sala de espera. A lo mejor debería decirle a Francesco que me acompañara, pero sé que no le agradan mucho los niños. Esa es otra de las cosas que me dan dudas de esta relación, yo voy a tener dos peques y él no quiere hijos.
Nada más entrar le suelto la pregunta que me lleva atormentando semanas.- Doctora, no los noto muy activos, ¿estoy haciendo algo mal?
-Puede ser por muchos motivos, pero sobretodo es que cuando la madre no está cómoda o feliz ellos tampoco lo están.
-Entiendo.- ¿No estoy cómoda con Francesco?
-Señorita Estévez, ¿quiere oír los latidos de los peques?
-Claro que sí.- Cuando la doctora me deja oír esos latidos rompo a llorar de felicidad. Han sido unas semanas horribles pero todo vale la pena por este momento, por ellos haría cualquier cosa.
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Nuestro amor prohibido
RomanceAlex y Clara. Dos personas de mundos totalmente opuestos cuyas vidas se cruzarán y un flechazo surgirá. Amor, celos, drama, amistad, lujuria, rebeldía y mucho más te espera en esta mi nueva historia. Espero que os guste