10. Sangrando por la victoria

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Will no tenía mucho de lo que la gente llama espíritu competitivo, esto no quiere decir que no disfrutaba de una victoria, simplemente significaba que sus emociones no se desbordan cuando se trata de deportes, sin embargo, algo que sí tenía Will era orgullo, ese rasgo de su personalidad solía permanecer oculto la mayoría del tiempo, pero salía a relucir en cuanto alguna persona dudaba de sus capacidades.

La primera persona en Mirfield que se atrevió a dudar de Will fue Hannibal. Lecter no tenía ni la más remota idea del error que acababa de cometer, sus palabras no eran más que una burla, un intento por conseguir que el recién llegado se rindiera sin mucha pelea, después de todo no parecía estar realmente interesado en el volleyball y con el torneo tan cercano resultaba más fácil rendirse que sumar a un nuevo integrante que era un total novato( y que no le agradaba demasiado).

No pasó mucho tiempo del partido antes de que Hannibal comenzara a notar la determinación de Will, aún cuando su compañero de escritorio se veía visiblemente cansado nada era capaz de detenerlo, su poco conocimiento al respecto del juego era evidente cada vez que corría detrás de una pelota que claramente saldría de la cancha o cuando saltaba a destiempo tratando de bloquear un ataque, pero sus ganas de probarse a sí mismo relucían en igual medida en cada balón que alzaba en el cielo o cada ataque que torpemente lanzaba al equipo contrario.

Pasada la primera mitad del juego Will ya había conseguido un par de sonrisas por parte de sus compañeros de equipo y unos cuantos elogios de parte de sus contrincantes temporales, la única persona que se negaba a reconocer sus esfuerzos era Hannibal, que por el contrario parecía fruncir el ceño cada vez que lograba algo digno de admiración para un completo principiante.

"Toda tuya Will" gritó Oliver al ver que la pelota recién recibida por el líbero se movía en dirección al recién llegado.

Will trotó de espaldas para alcanzar el balón consiguiendo la posición indicada para acomodarlo y que Oliver pudiera atacar, sin embargo, la coordinación no fue la mejor y la jugada terminó con la pelota quedando demasiado baja para poder ser golpeada causando que se impactara con la red.

"No pasa nada, buena jugada" dijo Vernon dándole una palmada en la espalda a Will para tratar de combatir el bullicio del equipo contrario que celebraba su recién ganado punto.

Will negó con la cabeza y le ofreció una sonrisa apenada a sus compañeros de equipo, quienes le devolvieron una expresión despreocupada.

Tras ese punto ganado el equipo de Hannibal conservó el derecho a seguir sacando y una vez más era turno del capitán del equipo para hacerlo. Lecter caminó hasta la línea de saque y comenzó con su ritual, el primer paso siempre era botar el balón un par de veces para luego hacerlo girar y ponerlo en el aire antes de golpearlo en dirección al segmento de cancha del equipo contrario, sin embargo, en esta ocasión la atención de Hannibal parecía estar enfocada en Will que se encontraba encorvado tratando de recuperar el aliento pero que aún entre jadeos lo veía fijamente desde el otro lado de la red.

Si las miradas fueran capaces de perforar para estas alturas Lecter ya tendría un agujero en el cráneo.

"¿Qué tanto miras?" pensó Hannibal molesto, repitiendo por última vez su ritual antes de sacar y dirigir el balón específicamente a Will.

La fuerza con la que esa pelota se movía en dirección a Will claramente tenía una doble intención, no solo se trataba de evitar que la pudiera recibir, era claro que su verdadera intención de Hannibal era mostrarle a Graham quién tenía el control en esa cancha, tristemente el efecto fue otro, uno que ninguno de los presentes esperaría.

Cuando un balón se mueve con esa velocidad cualquier novato habría tomado la decisión más sensata posible: apartarse antes de que lo tocara. A estas alturas del juego era obvio que Will había perdido todo rastro de sensatez y en lugar de evitar el impacto él acomodó sus brazos para recibir la pelota, naturalmente el balón se impactó contra sus brazos, pero, en lugar de seguir su camino hacia el aire decidió desviar su trayectoria golpeando la mandíbula de Will y enviándolo directamente a la duela.

"Mierda" susurró en voz baja Eric al ver el accidente y luego vino un silencio sepulcral, nadie de los presentes sabía a ciencia cierta que se supone que debían hacer primero si ayudar al herido o maldecir a su capitán.

El encargado de romper el silencio fue Cole, quien le dio un empujón en el hombro a Hannibal "Haz algo, eres el capitán y tú lo provocaste".

La confusión de Lecter se despejó en cuanto escuchó las palabras del integrante más viejo del equipo y corrió hasta donde se encontraba Will solo para encontrarse con un vista macabra. Graham permanecía recostado sobre la duela con la mirada perdida y el rostro completamente cubierto de sangre, su nariz parecía fuera de lugar y una pequeña fuente escarlata brotaba de su labio superior.

Un hueco se formó en el estómago de Hannibal al ver la escena, "William, ¿Puedes oírme?¿Sabes dónde estás?"

Will asintió desorientado antes de contestar, "Estoy en el gimnasio de Mirfield y creo que acabas de romperme la nariz"

"¿Puedes pararte?" preguntó Vernon que acaba de acercarse cuidadosamente hasta donde yacía su compañero.

Will trató de sentarse pero la fuerza en sus brazos no fue suficiente para combatir el mareo y simplemente se rindió miserablemente ante la mirada de todos, recostandose una vez más en la duela.

"Ya no lo intentes, déjame llevarte a la enfermería" dijo Hannibal agachándose para con una señal indicarle a sus compañeros de equipo que lo ayudarán a poner a Will sobre su espalda.

Lecter comenzó a correr en cuanto sintió que las manos de Graham abrazaban su cuello. Una sensación de culpa lo carcomía de pies a cabeza, no era parte de su personalidad actuar tan infantilmente, pero, algo en la primera impresión que le había dado Will le había hecho creer que se trataba de otro imbecil violento y sin vocación que había terminado en Mirfield porque sus padres ya no tenían nada mejor que hacer con él, pero, claramente su compañero de escritorio le acababa de probar cuán equivocado estaba.

"¿Puedo...?" una pregunta salió de los labios de Will pero esta se tornó incomprensible en los oídos de Hannibal.

"¿Qué pasa?" preguntó el adolescente preocupado mientras corría.

"Pregunté si podía seguir en el equipo" dijo Will tragando un buen cúmulo de sangre que le impedía hablar claramente.

"¡Estás loco!" una risita escapó de la boca de Hannibal liberando gran parte de la tensión que se acumulaba en su cuerpo, "Si después de esto quieres volver a los entrenamientos eres bienvenido".

En ese mismo momento Will no estaba seguro si había sido el golpe en la cabeza o si acaso fue la risa de Hannibal, pero una de esas dos cuestiones le había causado un vacío en el estómago que lo incomodaba más que su nariz probablemente rota.

Lonestar[Hannigram]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora