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Valentín entró en la habitación del hospital con la determinación de levantarle el ánimo a su amada Daniela. Llevaba un disfraz de payaso completo, con una nariz roja brillante y zapatos enormes que chocaban contra el suelo con cada paso. Daniela, sorprendida por la entrada teatral de Valentín, soltó una risa que iluminó la habitación más que cualquier luz artificial.

"¡Ta-da! ¡El payaso Valentín ha llegado para sacarte una sonrisa, mi amor!", anunció Valentín, haciendo una reverencia exagerada mientras se acercaba a la cama.

Daniela, con una mezcla de sorpresa y diversión, no pudo contener la risa. "¡Valentín, estás loco!", exclamó, entre risas.

"¡Loco de amor por ti, mi dulce payasita!", respondió Valentín, tomando asiento junto a Daniela y quitándose la nariz de payaso para mirarla con ternura.

Después de unos minutos de risas y bromas, la conversación se volvió más seria mientras empezaban a hablar del futuro juntos.

"¿Te imaginas todas las aventuras que tendremos cuando salgas de aquí?", preguntó Valentín, con entusiasmo.

Daniela asintió con una sonrisa, pero luego su expresión se volvió más pensativa. "Valentín, hay algo que necesito enfrentar antes de pensar en nuestro futuro juntos", confesó, con cierta seriedad en su tono.

Valentín frunció el ceño, preocupado. "¿Qué pasa, mi amor? ¿Estás bien?"

Daniela suspiró antes de responder. "Es mi depresión, Valentín. No quiero llevar ese peso a nuestro futuro juntos. Quiero estar cien por ciento feliz contigo, pero primero necesito salir de esta oscuridad".

Valentín tomó la mano de Daniela con ternura, mirándola con ojos llenos de amor y comprensión. "Dani, lo entiendo. Y quiero que sepas que estaré aquí para ti en cada paso del camino. Te apoyaré en todo lo que necesites para superar esto".

Una lágrima de gratitud se deslizó por la mejilla de Daniela mientras asentía conmovida. "Gracias, Valentín. No sé qué haría sin ti".

Valentín sonrió, acariciando suavemente su rostro. "No tienes que pensarlo, mi amor. Estoy aquí para ti, siempre".

La habitación del hospital se llenó de un silencio reconfortante, roto solo por el sonido de sus respiraciones entrelazadas y el latido de sus corazones sincronizados.

El doctor entró en la habitación con una sonrisa radiante, sosteniendo el expediente médico de Daniela en la mano.

"¡Buenas noticias, Daniela!", anunció el doctor con entusiasmo. "Después de revisar tus resultados, hemos decidido que estás lista para recibir el alta. ¡Te irás a casa mañana!"

Daniela no pudo contener su emoción y su rostro se iluminó con una sonrisa brillante. "¡En serio, doctor? ¡Eso es increíble! ¡Gracias!"

El doctor asintió con una sonrisa. "Es mi placer. Ahora solo necesitas descansar y prepararte para regresar a casa mañana".

Cuando el doctor salió de la habitación, Daniela no pudo contener su emoción y empezó a dar saltos de alegría en la cama.

"¡Valentín, estoy tan feliz! ¡Voy a casa mañana!", exclamó Daniela, con los ojos brillando de emoción.

Valentín la miró con cariño, compartiendo su alegría. "¡Eso es maravilloso, mi amor! Estoy tan feliz por ti".

Justo en ese momento, las hermanas de Daniela, Paulina y Alejandra, entraron en la habitación, y al ver a Valentín disfrazado de payaso, estallaron en risas.

"¡Mira a este payaso! ¡Es como un espectáculo de circo aquí!", exclamó Paulina, entre risas.

Alejandra asintió, riendo a carcajadas. "¡Sí, parece que el circo ha llegado al hospital!"

enséñame a ser feliz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora