miedo a perderte

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Valentín se despertó de golpe, el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. El sueño había sido tan vívido que por un momento creyó que era real. Había soñado que Dany lo dejaba, que caminaba lejos de él sin voltear atrás, sin una última palabra. La sensación de abandono lo envolvía como una niebla espesa, y su respiración estaba agitada, como si hubiera corrido kilómetros en cuestión de segundos.

Se quedó quieto en la oscuridad, tratando de calmarse, hasta que sus ojos se acostumbraron a la penumbra de la habitación. Lentamente, giró la cabeza hacia el lado y la vio, a Dany, profundamente dormida a su lado. Su rostro estaba sereno, respirando suavemente, con su cabello desordenado cayendo sobre la almohada.

Un alivio inmenso lo invadió. Ella seguía allí, junto a él. No lo había dejado.

Valentín cerró los ojos por un segundo y dejó escapar un suspiro largo, agradecido de que solo hubiera sido un mal sueño. Se estiró con cuidado, asegurándose de no despertarla, y se quedó observándola, sintiendo una mezcla de emociones. El miedo persistía en el fondo de su mente, recordándole lo frágil que era todo, pero al mismo tiempo, sentía un calor reconfortante por el simple hecho de que ella estaba allí, a su lado.

Se inclinó un poco, tan cerca que podía oler su perfume suave, y murmuró en voz baja, casi inaudible:

—No te voy a dejar ir... nunca.

Dany no se movió, pero su sola presencia le daba algo de paz. Valentín volvió a recostarse lentamente, permitiendo que su respiración se acompasara con la de ella. Sabía que los miedos y las dudas todavía estaban allí, pero mientras pudiera despertar y verla a su lado, habría una oportunidad para arreglarlo todo.

Valentín cerró los ojos y, sin quererlo, fue arrastrado por los recuerdos. Tuvo un flashback claro, como si estuviera reviviendo ese momento exacto. Era la noche en que le propuso matrimonio a Dany, una de las noches más importantes y emocionantes de su vida.

Todo había empezado meses antes, cuando comenzó a planear cada detalle con mucho cuidado. Sabía que quería que fuera algo especial, algo que ella nunca olvidara, porque Dany lo merecía. Valentín no era el tipo más romántico o detallista, pero por ella, haría cualquier cosa.

Habían ido a cenar a un restaurante elegante, uno de los favoritos de Dany, un lugar donde solían ir en sus primeros años juntos. Durante la cena, Valentín apenas pudo concentrarse en la comida, cada bocado se sentía pesado por los nervios. Llevaba el anillo en el bolsillo, su mano sudaba cada vez que pensaba en lo que estaba a punto de hacer. No quería que ella lo notara, pero por momentos sentía que Dany sabía que algo estaba planeando. Lo conocía demasiado bien.

Después de la cena, la invitó a dar un paseo por el parque cercano, el mismo donde habían tenido su primera cita. Era una noche fresca, las luces del parque titilaban entre los árboles, y el sonido suave del viento hacía que todo pareciera más mágico. Valentín la tomó de la mano y caminaron en silencio durante unos minutos, hasta que encontraron un pequeño puente de madera que cruzaba sobre un riachuelo. Se detuvieron allí, bajo las estrellas, con la luna iluminando el agua de manera perfecta.

—¿Te acuerdas de nuestra primera cita aquí? —le dijo Valentín con una sonrisa nerviosa, buscando las palabras adecuadas para lo que venía.

Dany sonrió, esa sonrisa que siempre lo hacía sentir como si fuera el hombre más afortunado del mundo.

—Claro que me acuerdo —respondió ella—. Nunca olvidaré cómo tratabas de impresionarme esa noche. Estabas tan nervioso que casi te tropiezas con el puente.

Él se rió, aunque su mente estaba a mil por hora. "Es ahora o nunca", pensó.

—Bueno, la verdad es que todavía estoy nervioso —dijo él, bajando la mirada por un segundo, mientras su mano temblorosa buscaba el anillo en el bolsillo de su abrigo—. Y hoy más que nunca.

enséñame a ser feliz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora