tu vales más que eso.

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Pov Dany.

Salí a caminar con mis hermanas, tratando de despejar un poco mi mente antes de la cena con la familia de Valentín. Mientras paseábamos, divisamos una farmacia a lo lejos. Con decisión, me adelanté hacia el establecimiento y entré rápidamente. Sabía lo que necesitaba, así que no perdí tiempo y compré la pastilla, Después de tomarla, salí de la farmacia con paso ligero, aunque mis pensamientos aún estaban ocupados por los nervios de la cena.

—¿Estás bien, Dani? —preguntó Ale, notando la preocupación en mi rostro.

—Sí, solo un poco nerviosa por la cena de esta noche —respondí, tratando de sonar más tranquila de lo que realmente me sentía.

Pau me dio un leve golpecito en el hombro, ofreciéndome su apoyo silencioso.

—No te preocupes, todo saldrá bien. Estaremos contigo para ayudarte a relajarte —dijo Pau, con una sonrisa tranquilizadora.

Las tres fuimos a un bar cercano, buscando distraernos un poco más antes de la cena. Mientras disfrutábamos de nuestras bebidas, Ale soltó una de sus ocurrencias habituales, provocando risas entre nosotras.

—Sabes, chicas, creo que me casaré algún día, pero definitivamente no quiero tener hijos —declaró Ale con su característico sentido del humor.

Pau soltó una carcajada y le respondió a Ale:

—Según lo que dijo Sofía, eso no es del todo cierto.

Nos miramos y no pudimos contener la risa. Pau siempre tenía esa capacidad para poner las cosas en perspectiva de una manera divertida.

—Bueno, tal vez deberías considerar la opción de adoptar, Ale. Sería una aventura interesante —comenté, intentando aligerar el ambiente.

Ale dudó un momento y luego respondió:

—No sé si eso sea una buena idea.

Pau, siempre creativa, comenzó a sugerir posibles nombres para los hijos que en un futuro podría tener, mencionando entre ellos el de una bebé llamada Ángela. La idea de Pau de convertirse en tía nos hizo reír a todas.

Sin embargo, la risa cesó cuando mencioné lo que sabía que estaba en la mente de todas desde la noche anterior:

—Bueno, chicas, creo que ya saben lo que pasó anoche con Valentín —dije con una sonrisa tímida.

Ale suspiró y admitió:

—Desgraciadamente, sí te escuchamos.

Pau, con su característico sentido del humor, imitó las palabras de su hermana mayor:

—"¡Más rápido, Valentín! ¡Estoy a punto de correrme!" —dijo, haciendo reír a todas.

Me sentí avergonzada, pero Ale trató de calmar la situación con un comentario gracioso:

—Bueno, mientras no nos hagan tías todavía, todo está bien.

Pau, con su habitual entusiasmo, expresó:

—¡Yo sí quiero ser tía! Ale, ¿qué te parece si empezamos a considerar la adopción?

Ale respondió con una sonrisa forzada:

—Pau, por favor, no molestes con eso ahora.

Pau, sin desanimarse, sacó su teléfono y comenzó a mostrarle fotos de niños en situación de adopción. Entre ellas, destacaba una de una adorable bebé de casi tres años.

—Mira esta pequeña, Ale. Se llama Ángela —dijo Pau, mostrando la foto con cariño.

Ale respondió con una sonrisa incómoda:

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