Capítulo 11

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- ¡Hombre ya era hora de que aparecierais! - me espetó Ana levantándose del suelo porque estaban jugando a algún extraño juego. También os digo la chiquilla iba pasada de copas a más no poder, a penas logró moverse del suelo.

- ¡Uy nena pero cuántas copas te has bebido!- le dije pero parecía que no estaba en sí como para poder escucharme. Tenía que sostenerla porque sino iba a acabar rompiéndose algo.

- Solo dos lo juro.- me mintió  descaradamente.

- ¡Genial! Ahora no tenemos como ir a casa, es la única que tenía carnet y nos podía llevar. Yo me voy caminado.- soltó Rocío un poco borracha iba igual de borracha que las demás o por lo menos un poquito menos que Ana, pero nada más.

- Tío, creo que te va a tocar compartir casa con nosotros esta noche, porque la señorita que tenía carnet se ha emborrachado a más no poder y no va a poder ser.- le  comentó camarerito a Javi con ganas ya de morirse de sueño.

Yo directamente no dije nada, me sentía demasiado mal viendo a mis amigos todos borrachos menos Javiercito y yo. Lo único que tenía en mente era como se suponía que me iba a justificar con mi madre. Y hablando de la reina de Roma, encontré un par de llamadas con cincuenta mensajes de texto. Yo ya estaba empezado o a temblar, aunque ya sabía que estaría durmiendo me sentía con la obligación de mandarle un mensaje, pero empecé a dudar. Javi que estaba a mis espaldas me quitó directamente el móvil de las manos.

- Dame eso yo me encargo.- me dijo mientras se metía en la conversación de mi madre.

"Mamiii dormiré en casa de Ana no te preocupes por mí."

- Creía era yo la única inteligente aquí, ya me estaba aburriendo.- le dije riéndome a carcajadas.

- Es la mejor opción y te puedo asegurar que es muy poco probable que se entere. Venga, tenemos que dormir.- me respondió haciendo referencia a que me preparase para dormir.

- Oye...no podemos dejarlos aquí así.- le dije poniéndole caras de cachorrito. La verdad es que estaban muy mal dormidos. Carlos dormido en un sillón, Ana, Rocío y Olga en el suelo como sardinas enlatadas y Sara cayéndose del sofá.

- ¿Y Qué hacemos?

- ¿Tienes un par de sábanas? Por lo menos se las echamos encima y que no pasen frío.

- Voy a por las que tiene mi madre en su habitación, no tardo.- me dijo mientras subía escaleras arriba. Y en efecto no tardó en menos de veinte minutos bajó nuevamente. Les pusimos las sábanas y  quedándome más tranquila.

- Ve a dormir princesa, ya se ha hecho muy tarde.- pronunciaba Javi.  Mientras recogía su móvil de la mesa del salón.

- Me acurrucaré entre las chicas.

- Ni en broma, tú vasa dormir en mi habitación yo me quedo con los chicos aquí.- me dijo tajante y dulce como siempre.

- Pues no, si yo no puedo dormir en el suelo con mis amigas, tampoco dormirás tú aquí.

- Bueno... ha vuelto mi testaruda favorita por lo que veo.

-  Hazme la  pelota todo el tiempo que quieras, pero no voy a cambiar de opinión...Aunque podemos compartir tu habitación, eso sí que lo veo yo más justo.- solté con los brazos cruzados mientras lo miraba firmemente.

- Mi habitación y...¿los dos?- me cuestionó perplejo. Aunque no lo culpo yo también lo estaría si estuviera en su lugar, será verdad que soy muy directa.- Me lo voy a tomar como que estás bajo efectos de alguna bebida rara entonces.

Con eso último yo me eché a reír a carcajadas que hasta tuvo Javiercito que tirarme de los brazos para moverme de ahí o iba a despertar a mis amigos.

En cuestión de segundos ya estábamos en su habitación, era grande pero me atraía más por lo acogedora. Era todo lo contrario a su dueño, aunque a primera vista si no lo llegase a conocer como lo conozco ahora diría que le representa a la perfección. Sin embargo, no puedo decirlo, porque él es un completo sol. La habitación tenía un par de ventanas que daban a la entrada principal de la casa, una cama inmensa en la que puede caber perfectamente un elefante de la india, un escritorio pequeño. Todo aquello de colores grisáceos, oscuros y algunos que otras tonalidades blancas. Pero lo que me llamó más la atención ha sido una foto que tenía encima de su mesita de noche.

- ¿Ese eres tú? - pregunté curiosa mientras me acercaba más y más a la foto enmarcada.

- Sí, y el de la derecha es...-replicó mientras notaba que se le tensaban los músculos, y con las venas casi marcadas.- el de la derecha es alguien especial.

- Entiendo...yo...no tenía que haber sido tan curiosa...- dije asumiendo mi vergüenza cada vez más me sentaba en el borde de la cama de Javi.

Estaba tan avergonzada que ya no supe que decir. Ya me lo tenía dicho Ana, no me callaba hasta que la fastidiaba del todo. Vamos que no me callo ni debajo del agua.

- No te preocupes, viniendo de ti es algo que me esperaba de sobra y no me quejo de ello. Me encantas así tal y como eres, un completo ángel caído del cielo.- me decía mientras se iba acercando a mi para darme un cálido beso en la frente.- Venga vamos a dormir.- Obedecí y me tumbé en el lado derecho de la cama. ya que era el que más cerca me pillaba. Javiercito por su parte se acostó en la parte restante apagando la lámpara que tenía encima de la mesita de noche. Al ver que la apagó, no le quería decir que la dejase encendida, porque me daba miedo la oscuridad, así que supuse que la mejor opción era acurrucarme en su pecho y cerrando los ojos con demasiada fuerza.

-¿Estás bien?.- me preguntó Javi al ver mi cara con el ceño fruncido de tanto apretar los ojos.

- Nada...es solo...bueno es que me da miedo la oscuridad.- dije al final con un gran suspiro .

- ¿Es solo eso?

- Sí.

- ¿Porque no me lo has dicho antes?

- No quería que pensaras que soy una chica infantil por ello.

- Princesa yo nunca pensaría eso, sino todo lo contrario, eres la persona más valiente y fuerte que he conocido desde hace mucho tiempo.- concluyó para apretujarme más hacia su pecho y apagando las luces,- mientras yo esté contigo nada ni nadie te hará daño, te lo prometo.



























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Sin límites para brillarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora