Capítulo 3

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17 de septiembre de 2023

Después de tres horas de sueño, que me parecieron tan sólo treinta minutos, me sonó una alarma a las seis y veinticinco de la mañana, la cual apagué. Me dio por ver qué fecha era. ¡No podía ser era diecisiete de septiembre era mi primer día de clase y yo apenas me había preparado!

Me levanté de un salto de la cama y busqué mi mochila, por suerte tenia todo guardado de aquel día de la librería.

Como aún me quedaba un poquito de tiempo me dispuse a ir a dame una duchar rápida de agua fría, cuando acabé me puse lo primero que encontré. Un top veraniego con una falda que me había regalado mi madre por mi cumpleaños de color blanco. En cuanto al pelo opté por una coleta alta y con unos mechón de flequillo para fuera.

Al bajar las escaleras no oía a nadie, pero sin embargo la luz de la cocina estaba encendida y mi padre estaba hablando ahí con quien parecía ser Manu.

- ¿Entonces, no podré hacerte cambiar de idea para quedaros una semana más, verdad?.-  Empecé a oír a mi parte decirle a Manu a medida que me iba acercando a la cocina.

- No va a poder ser aunque quisiéramos los niños tiene que entrar a las clases. Muy pronto, ya van un poco atrasados. Tenemos el vuelo a mediodía.

- En ese caso...

- ¡Buenos días!- corte a mi padre. Ambos me miraron con sonrisas significativas.

- Buenos días...- soltaron ambos.

- ¿A dónde vas tan arreglada? .- me preguntó mi padre como si no se acordara de que hoy era el comienzo de clases.

- Al instituto, ya no eres el único que tendrá que madrugar papá.-  le dije con una amplia sonrisa. Como no me daba tiempo a desayunar cogí un trozo de bizcocho que mi padre se estaba comiendo con su amigo y me fui a por mi abrigo. Cuando pase por la entrada vi que casi era la hora de que pasase el bus, cogí mi abrigo y fui corriendo hacia la parada.

- ¡Adiós papá te quiero! .- y me fui corriendo no le di tiempo a responder. Menos mal que llegué justo a tiempo y en menos de un minuto había llegado el bus. Iban a ser unos cuarenta minutos un poquito largos, pero una cosa si que sabía, que iba a llegar tarde el primer día de clase si no me me cayera un milagro del cielo.

Hablando de milagros, justo en aquel entonces me llamaba Ana, la respondí con una amplia sonrisa que ella no podría ver.

- ¿Dónde estás? – me cuestionó aparentemente feliz.

- En el bus, camino al instituto,  ¿porqué?

- Bájate, he ido a tu casa para recogerte y me ha dicho tu padre que te habías ido a cogerlo.

- ¿Recogerme? Si ni siquiera tienes coche.

- Voy con...aquel chico,  mi nuevo amigo ya sabes... pronunció con voz entre cortada.

- Bueno vale, pero me vas tener que contar cosas.

- Sí...tú solo baja ya pesada.

Con eso último bajé en la parada de bus, y efectivamente estaba Ana en un coche con camarerito.  Pararon delante mía y yo me senté en los asiento de atrás.

- Lo llamé porque sabía que iba a llegar tarde y no era plan que llegarasemos tarde el primer día de clase.- Soltó ella un poco a la defensiva.

Yo por mi parte les eché una sonrisa de lado que los dejó más rojos que un tomate, quise suvizar un poco el ambiente por lo que fui yo la que sacó tema de conversación.

- ¿Camarerito va al mismo insti que nosotras? Pregunté curiosa.

- ¿Quién es cama....

- No, él estudia en el que está en el centro de la ciudad y hoy no irá, por eso se ofreció a llevarme.- le cortó Ana.

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