Alma Salvaje Capítulo 1.

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En medio de una época y sociedad burguesa en la ciudad de Santiago de Cuba allá por el año 1890, en la avenida de una de las zonas residenciales más obstentosas de aquellos años se ubica la casa palacio de un acaudalado señor muy conocido por todos, se discurrían a todo lo largo de la ancha calle mansiones como aquella, tenía un amplio jardín y un sendero que conducía a la ancha verja, vallas que circundaban la propiedad, el salón y el vestíbulo se partían en dos por puertas de corredera de cristal , altos ventanales que parecían iluminar la decoración, las paredes cubridas por tapetes y cuadros de alto valor, el suelo de grandes mozaicos, el techo de madera tan alto que parece de dos pisos, en el comedor grande la mesa de ébano muy reluciente y un aparador con la finísima vajilla de oro y plata que conservaba la señora Ana de Montaño antes de su muerte a causa de una enfermedad terminal dejando viudo a su esposo y a cargo de su única hija Victoria, él es don Jacinto !Montaño.
__¡Eres una perdida Victoria!¿Dónde quedaron esos estudios y educación religiosa que con tanto esmero te di? __¡Yo lo amo papá, lo amo con todo mi corazón! __se le revela, le habla en el mismo tono que él lo hace, esto no es lo que él planeó para ella ni esta mirada rebelde es la que espera el don. __¡Es del colmo de la ingratitud, así me pagas, entregándote al calesero como una mujerzuela barata! __lo siento papá __ella llora cabizbaja ante él, es dura la ofensa __¡Cómo le explico, dime cómo le explicó Roberto del Río cuando regrese para casarse que su prometida se entregó a un mequetrefe como una ramera!¡Maldita seas, voltéate que te voltees te digo Victoria! __ella lo hace, él se quita el cinto y le pega en la espalda haciéndole surcos en la piel blanca como la nieve, la señorita es linda como el sol, el pelo como una cascada de oro líquido, fuerte, brillante y abundante prendido a ambos lados de la cabeza con dos prendedores, la boca de labios gruesos y sensuales que se entreabren hoy dejando ver unos dientes alineados, perfectos, tras el llanto que le provoca el desatinado dolor de los golpes, sus ojos grandes y hermosos de azul claro como las aguas marinas gritan su tristeza ante el Padre rudo, dominante, se adivina su voluntad de hierro solo de ver su complexión, sus ojos pierden su verdor, eran grises, fríos, amenazantes, y violentos, cuando se enfada puede ser más peligroso que el trueno. __¡Basta don Jacinto, basta, ese es su hija caray! __¡No te metas tú Caridad! __ gritó con voz ahogada por la ira __¡Me meto sí, me meto porque usted a mi niña no la toca más, su madrecita que en paz descanse no está, pero me tiene a mí, es usted un ser despreciable que no tiene corazón! __¡ No metas a mi esposa en esto, es la mujer más decente que conocí en toda mi vida, y no vuelvas a ofenderme jamás o se me va a olvidar quién eres! __ se levantó y salió de prisa con un gesto de desesperación, con los ojos echaba chispas parecía la cólera de un león o el furor de una tormenta el don, tenía los ojos rojos, Caridad levanta a su niña querida que había caído de rodillas y llora allí a llando vivo en el suelo del despacho donde había sido llamada por su padre. __ Vamos levántese mi niña, vamos a su cuarto, voy a curarle esas heridas __gracias mi nana, gracias __la lleva abrazada hasta la cama, le desgarra el vestido y limpia sus heridas con tanta ternura que la cura se hace menos dolorosa __ no debió confesarle que era verdad por Dios __ el vaso se quebró nana, pero no voy a arrodillarme a recoger los pedazos que quedaron, sólo temo por José. __ sí, también yo temo por ese pobre muchacho, el don está muy molesto y es capaz hasta de matar, mira nada más como te dejó.
Don Jacinto en la taberna de la ciudad, sostiene un vaso en las manos, tiene el rostro contraído y una fuerte opresión en el pecho, bebe lentamente mientras recuerda cada palabra de su hija: __¡Yo lo amo papá, lo amo con todo mi corazón! __ el último pensamiento hace que un nuevo impulso lo empuje afuera, se ha metido en la cabeza toda la mala ira que tiene contra José Pérez. __¡Tomás, Tomás! __entra a la casa sin tocar la puerta entreabierta, lo saca cogiéndolo por la camisa __¿ Don Jacinto qué pasa, yo no he hecho nada? __¡ No es lo que has hecho imbécil, es lo que vas a hacer! __ lo suelta, el hombre se compone está nervioso ante la actitud del respetado señor Montaño __¡Toma este revólver y mátalo, busca al desgraciado ese de José Pérez y mátalo, mándalo y quinto infierno! __¿ Señor? __ ¡Búscalo y no me falles Tomás, si no quieres correr su misma suerte en mis manos, lárgate! __ sí, sí, sí don Jacinto, ahora mismo lo salgo a buscar __ el hombre sale corriendo de su vista con un temblor que le corre por todo el cuerpo __ ay este es el resultado de pactar con demonios.
__Nana, tú tienes que avisarle a
José, dile que se vaya Nana, que se vaya para siempre de este lugar, avísale, sálvale la vida al hombre que amo como salvarías la mía por favor Nanita __¿Pero como mi niña? __ inventa algo nana te lo pido __ está bien veré que puedo hacer __¿ A dónde vas Caridad? __ don Jacinto, voy, voy a hacer las compras de la semana __ le diré a Chicho que te acompañe __ no, no don Jacinto, yo puedo sola __ ¿Puedes? _ sí sí no se preocupe.

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