buscando el sol

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Habían pasado exactamente 16 horas desde aquel penoso encuentro entre ambos, eran las 7:00 a.m, Ryu se había despertado dos horas antes para crear una larga carta de disculpas para Rosse, aunque probablemente no se la daría, el basurero estaba rebasado de papel de los miles de intentos fallidos, su teléfono vibró, avisando que tenía un nuevo mensaje, él tomó sin mucho entusiasmo su celular, pero sus ojos se iluminaron de inmediato ¡Era un número desconocido! ¿Sería posible?

“Hola, necesito hablar contigo ahora... Bueno, no ahora, pero lo más pronto posible”

Obviamente era ella ¿Quién más podría ser? Le respondió de inmediato y quedaron en encontrarse dónde siempre en unos minutos, termino de escribir su carta de disculpas, estaba listo para recuperar al amor de su vida... O al menos eso creía.

—¿Rosse?— dijo al ver el cabello rojizo que la hacía facil de distinguir.

—No, soy el mago de oz—dijo de manera burlona.

—Pensé que estabas enojada—murmuró con la mirada gacha.

—No tengo por que estar enojada, tu y yo somos amigos, tienes derecho a hacer tu vida y a ser feliz y...

No pudo terminar la frase, Ryu se lanzó sobre ella y la envolvió en sus largos brazos, su cuerpo estaba cálido y no pudo resistir la tentación de enrollar sus brazos alrededor de la espalda de él, eran tan cortos que apenas y se encontraban la punta de sus dedos, ese momento fue oro, era como si no tuvieran problemas como si hubieran estado hablando todo el tiempo, como si nunca se hubieran separado, como si no hubieran tenido esa discusión hace apenas un día, ¿Qué importaba lo demás? Ahora estaban juntos y eso era lo importante.

—Rosse, no quiero arruinar el momento—dijo en voz baja sin soltar a Rosse— pero quiero saber por que no me habías escrito.

—Pense que...—empezó al tiempo que soltaba un poco el cuerpo de Ryu— pensé que no querías verme.

—Eso es estúpido, ¿Por qué no querría verte? Eres lo más importante de mi vida, si fuera por mí, pasaría las veinticuatro horas del día contigo, ¿Crees que no quise verte todo este tiempo?—preguntó con una sonrisa tierna mientras le acariciaba una mejilla a Rosse.

Ella no dijo nada solamente apartó su mano de sus mejillas para que él no notará que estaban muy rojas de la vergüenza, se quedó sosteniendo la mano de él frente a su rostro, comparándolas en tamaño, las de ella se veian diminutas y frágiles, y las de él grandes y amenazantes... Aunque claramente no era así.

—Lo siento, no pensé en eso, yo solo creí que...

—Eso no importa, olvídalo, ahora estamos juntos y no volveré a dejar que te separen de mi.

Sus rostros estaban peligrosamente cerca, sus labios casi se rosaban, ninguno de los dos intento acercase, solo se miraban a los ojos, ambos tenían pupilas dilatadas, apenas parpadeaban, Ryu estudiaba cada detalle del rostro de ella, sus manos sostenían el mentón de ella con sumo cuidado y delicadeza, como si su piel estuviera hecha de porcelana, probablemente más de una persona los miraba, pero no lo notaron o simplemente no les importo.

—No dejaré que sufras más... Jamás.

La envolvió en sus brazos y ella recostó su cabeza en el pecho de él, aspiro su aroma a libro nuevo sin disimulo y no pudo evitar sonreír al recordar la cantidad de libros de los cuales él había hablado, Ryu acariciaba su cabello, pasaba sus manos por la melena rizada de ella, las nubes pronto cubrieron el sol y las gotas de agua empezaron a caer, sin embargo ellos aún sentían la calidez del sol envolviéndolos como si se tratara de un manto, el viento los obligó a cerrar los ojos por la fuerza con la que se hacía notar.

Al fin había terminado la tormenta y ahora estaban tan cerca de poder ver la luz del sol después de tanta tormenta y neblina, al fin serían felices juntos.

—No te dejaré ir de nuevo—le susurró el chico a la oreja.

Las personas empezaban a dejar el lugar por las gruesas gotas de agua que caían del cielo, pero a ellos no les importaba, era como si el agua no pudiera alcanzarlos, como si entre ellos hubiera una barrera que impedía que el agua los tocara.

La felicidad era realmente inmensa, después de tanto sufrimiento al fin estaba juntos, al fin eran felices, nada podría separarlos, nadie podría impedir que estuvieran juntos, de una vez por todas el amor que ambos sentían el uno por el otro había logrado vencer a la inmensa penumbra que lo estuvo atormentando durante tanto tiempo, una vez más el destino había hecho lo suyo para calmar a la terrible tormenta que los había estado fastidiando durante estos casi seis meses.

—Rosse... Te extrañé.... No sabes cuánto me dolió estar lejos de ti... De veras que lamento muchísimo haberte hecho daño.

—No te disculpes, Ryu, yo tambien tuve mucha culpa en todo esto, debí haberte escrito, pero solo pensé cosas tontas....

Él volvió a abrazarla con más fuerza, no quería dejarla ir, pero la lluvia cada vez era más fuerte y tampoco quería que se enfermara por su egoísmo, después de unos momentos al fin la dejó alejarse y luego de darle un pequeño beso en la frente la dejó ir pidiéndole que prometiera que volverían a verse, una vez ella aceptó ambos se separaron para poder volver a sus respectivos hogares.

Al volver a sus casas ambos estaban empapados, ¿Qué importaba? A fin de cuentas, lo peor que podía pasar era que se resfriaran, ¿Qué era un resfriado cuando al fin estarían juntos de nuevo? Era algo sin ninguna importancia, ahora nada malo podria pasar ¿Verdad?

Días lluviosos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora