IV año

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Como ya era costumbre en la vida de ambos jóvenes, una nueva tormenta aparecía cada que terminaba otra, algo a lo que a duras penas se habían logrado acostumbrar, en cuanto esta nueva turbulencia se presentó ante la joven que apenas había superado la anterior, está decidió enfrentar esto con mucho valor con un solo objetivo en su mente: conseguir estar con él a final de año.

Era una tarde soleada, bastante agradable ante cualquiera, en el corazón y en la mente de ella apenas había una llovizna, incluso le era extraño sentir tal calma dentro de si, entonces, al abrir la puerta que daba al umbral del pequeño departamento sintió como la lluvia se hacía más fuerte con cada segundo, no obstante, está vez no dio ni un paso atrás, se acercó a la silueta que intentaba distinguir en vano y entonces sintió que conocía a aquella persona, piel pálida, cabello negro, ojos rasgados, un flequillo que tapaba toda la frente, mirada fría y una nota de tristeza en si, piernas y brazos alargados lo único que faltaba era aquella sonrisa que la hacía sentir segura, su corazón se aceleró, su mente logro calmarlo sin embargo no logro controlar las palabras que salieron de su boca:

—¿Ryu?

Sabía que definitivamente no era él, pero había sido incapaz de cerrar la boca, una sonrisa ladeada se dibujo en el rostro de aquella chica, sin embargo su rostro no se volvió cálido, en lugar de eso pareció tener una expresión de crueldad.

—Rosse—dijo extendiendo la mano—un gusto, soy Aimi Yakioshi, aunque, ya nos hemos visto antes ¿No es así?—preguntó arqueando las cejas.

Ella le estrechó la mano y la invitó a sentarse, pronto ella también hizo lo mismo, no le inspiraba nada de confianza aquella chica, algo en ella gritaba problemas y pronto descubrió que era. Aimi sacó un grueso sobre de su bolso, en la parte trasera podía ver un gran número escrito con lapicero negro, no se podía ver el contenido, pero no era necesario, ella sabía de qué se trataba, la hermana de Ryu deslizó el sobre por la mesa y lo dejo frente a Rosse, ella echó un vistazo al número que tenía aquel sobre y luego volteó hacía la chica nuevamente esperando a que dijera algo.

—¿Es suficiente?—preguntó con tono arrogante.

—¿Para qué?—cuestiono la otra, aunque sabía perfectamente cual era la respuesta.

—No finjas demencia, sabes a que me refiero ¿Qué es lo que quieres para dejar en paz a mi hermano?—preguntó mientras su voz se volvía más áspera.

—No quiero nada, simplemente no estoy dispuesta a renunciar a él por nada—anunció—¿¡Por qué les custesta tanto vernos felices!?

—¡Él no es feliz contigo!—respondió la pelinegra dándole un fuerte golpe a la mesa—¡Él está confundido!¡Nadie podría ser feliz con alguien como tú!

Un rayo la golpeó fuertemente en el pecho en ese momento ¿Qué quería decir con "alguien como ella"? ¿Acaso no era suficiente? Las lágrimas se asomaron por sus ojos mientras la lluvia enfurecía cada vez más, los rayos golpeaban a su alrededor y pronto el granizo también empezó a caer golpeándola bruscamente intentando hacerla caer, no obstante, aunque las palabras casi no salían de su boca, ella tenía en claro que quería acabar con esto a como diera lugar.

—Mientes—dijo con un tono que apenas podía clasificarse como calmo—¡Yo sé que él es feliz conmigo!¡Puedo verlo en sus ojos!

—¡Te equivocas!

—Disculpen—interfirió una tercera voz—por favor hablen con un tono más moderado, intento concentrarme y con este ruido me es difícil.

Aimi le dirigió una mirada fulminante a Rosse y luego de tomar sus cosas se marchó sin decir nada. Rosse se dejó caer sobre el sofá soltando un suspiro.

—Lamento haberte interrumpido, Emma—dijo con un susurro.

—No te preocupes—repuso ella sentándose a lado de Rosse—no hacía nada importante, solo lo dije para sacarte de esa situación.

—Gracias... De verdad no entiendo que es lo que hago mal para que me pase todo esto ¿Por qué cada vez que resuelvo un problema aparece uno nuevo?

—No lo sé—contestó ella dándole una palmada en el hombro—pero de seguro que resolverlas esto pronto, se que puedes.

—Lo intento—murmuró con voz quebrada mientras las lágrimas empezaban a caer por sus mejillas—pero es muy complicado, a veces solo quiero rendirme y fingir que esto no pasó nunca, que nunca lo conocí...

—¡No digas eso! Ya estás cerca de volverlo a ver... ¡No puedes rendirte ahora! ¿Sabes cómo se sentiría él si supiera que estás pensando en renunciar?¿Qué crees que diría?

—Sé que se enfadaría, pero no conmigo, él nunca se enfada conmigo, siempre busca una manera de culpar a algo más—dijo recordando con una sonrisa en su rostro.

—Lo ves, es porqué te ama, y tú también lo amas, por eso debes seguir luchando sin rendirte, para demostrar cuánto lo aprecias.

—Tienes razón—dijo secando su rostro—gracias por hablar conmigo, Emma.

—No hay de que.

Rosse se puso de pie y fue a su habitación, sabía que debía ir a trabajar, pero en ese momento solo quería hacer una cosa y lo demás no parecía tener la menor importancia, se sentó en su escritorio y empezó a escribir.

Querido Ryu:
Espero te sientas bien y que los daños de tu caida no hayan sido graves, me hubiese encantado estar ahí para cuidar de ti cuando te sentías mal, es una lástima no poder estar contigo, cuéntame; ¿Has entrado a algún club deportivo o algo por el estilo? Estoy segura de que te vendría bien jugar algo como fútbol o volleyball, sería relajante, me gustaría que supieras que conseguí un buen trabajo en un restaurante muy hermoso, ¡Soy la co-chef! Y ya me compré mi propio auto. Bueno debo irme ahora, espero tu respuesta, no hagas nada tonto.

                             Con cariño:Rosse Mcblair“

Envío el e-mail y salió del apartamento, se montó en su auto y condujo a su trabajo con una sensación de relajación en su alma, al fin estaba viviendo el último año que quedaba para volver a estar con él, el vacío en su corazón empezaba a llenarse y las tormentas parecían cada vez más insignificantes .

Días lluviosos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora