°•×{Cuando las heridas no duelan}ו°

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"Hazlo"

Era la única palabra que se repetía en su mente mientras que sujetaba el volante del coche con fuerza. Lo único que tenía delante era el saliente de un mirador que había en una montañas cerca de la ciudad. Ya era de noche y el frío golpeaba con fuerza. Tras varios minutos, Sabo salió del coche, dando un portazo.
Avanzó por el terreno de piedras y pasó los bancos y mesas donde la gente solía comer. Pasó el límite de la valla, la que separaba el mirador de un precipicio profundo que acababa en un poco profundo río.

Miró el vacío que se extendía ante sus pies. Su corazón dio un vuelco. ¿De verdad iba a hacer eso? Claro. Estaba decidido. Se agarró con fuerza a la valla y se inclinó hacia delante para ver la caía que estaba apunto de hacer. Sería rápido, ¿verdad? Por favor, que fuese rápido.

Cogió aire y miró el cielo. Quería asegurarse de Ace le viera. Así le dejaría en paz, ¿verdad? Así se acabaría todo.

Sabo dio un paso adelante, pero se arrepintió. Resbaló y casi cae al vacío, pero se agarró con fuerza a la valla. Aunque le doliera todo el cuerpo hizo fuerza para volver a levantarse y aferrarse a la valla. No estaba listo. ¿Era tan difícil? Había gente que lo había hecho, ¿por qué él no podía? Simple: porque no quería.

Se esforzaba en querer. Pero no podía. ¿Quería o solo se obligaba? Se aferró con fuerza a los postes de madera y trató de tranquilizarse.

Respiró hondo y cerró los ojos, a lo mejor no podía porque no se había despedido bien de nadie. Claro, era eso.

Sus amigos, los quería. Koala, lo sentía por ella, pero debía entender que aquello era necesario y por una buena causa. Su equipo de béisbol, excepto a Kidd, les deseó a todos lo mismo. Bueno, quizás debería agradecerle también a Kidd, por hacerle decidirse de una vez. Y sobre todo a Yamato... exnovia de Ace, era de las personas a las que más le debía.

Su familia. Lo sentía por Garp. Estaba contento de que le hubiera dejado formar parte de la familia, pero solo había traído desgracia. Y Dadán, sería duro para ella perder otro hijo, pero tenía que entenderlo, que aquello era por Ace, por su primer hijo.
Y Luffy... oh, Luffy...
Lo sentía tanto, y lo quería tanto. Era su hermano mayor, y en esos tres años no se había comportado como tal. Esperaba que él pudiera perdonarle algún día por lo que iba a hacer.

Sabo abrió los ojos y volvió a mirar el precipicio; ya no había excusas. Quisiera o no era lo que tenía que hacer.

--...perdón... perdóname todos, por favor...--susurró mientras que, tembloroso, se inclinaba hacia delante, respirando agitado.

Pero, antes de dar el último paso alguien más pasó por su mente.
Una simpática y divertida chica que había conocido a mediados de trimestre. Una chica que le había hecho sentir demasiadas cosas en demasiado poco tiempo.

"____" Ardor... ¿Ella qué? ¿Le perdonaría ella por lo que iba hacer? ¿Le importaría? A Sabo le dolió saber que a él sí que le importaba lo que la chica pensase. Hacía días que no la veía, al menos de cerca. ¿Por qué le habían entrado ganas de verla por última vez? Quien sabe.
Maldita, "____", ahora no podía morirse en paz; ahora no podía sacársela de la mente.

Retrocedió, y con pesar volvió a cruzar la vaya. No podía saltar, al menos no ahora. Quería pasar un último rato con ella, aunque fuera verla por última vez , entonces volvería allí y acabaría con todo. Bien, eso haría.

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𝓤𝓷𝓪 𝓬𝓻𝓾𝓭𝓪 𝓻𝓮𝓪𝓵𝓲𝓭𝓪𝓭 (Sabo X Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora