Parte 12

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El lugar estaba oscuro, escuchaba sus propios sollozos y el frío le calaba a los huesos, la noche había caído

— Bianca... te necesito—Percy se dio cuenta entonces que de nuevo estaba soñando, aquel no era su recuerdo, no supo como sentirse al respecto

— Yo te puedo ayudar—una presencia se materializó, un fantasma que el semidis reconoció de inmediato, Percy quiso gritarle a Nico que no confiara en aquel ente, pero nada salió de su boca, solo era un espectador más

— ¿Qui-quién eres tú? —el niño se secó rápidamente las lagrimas levantándose con algo de miedo y Percy no lo culpaba por ello, a los diez años debía ser normal tenerle miedo a los fantasmas

— Minos mi señor, soy juez en vuestro reino—Nico frunció el ceño, Percy pudo saber que estaba pensando "¿Su reino? No soy ningún rey para tener tal cosa" Percy se apiadó del pequeño, no tenía idea de lo que el fantasma le estaba hablando, él solo era un niño perdido y solo, él deseaba tener a su familia de nuevo a su lado. Sintió un nudo en la garganta, no había sido su intención, pero había dejado solo a Nico a merced de cualquiera que se quisiera aprovechar de su inocencia. Deseo haberlo buscado mejor, poder haber estado a su lado en aquellos momentos tan difíciles.

— Yo no tengo ningún reino—se alejó un par de pasos del fantasma mirando alrededor en busca de algo para atacar, aquello le dio ternura. No podías atacar a un fantasma, al menos no con algo físico como una espada o algún objeto

— Oh mi señor, claro que lo teneis. Vuestro padre es el amo y señor del inframundo, usted es el hijo de Hades—Nico abrió grande los ojos, vio los pensamientos pasar por sus infantiles orbes, primero fue la incredulidad, luego el miedo hasta llegar a la comprensión

— Hades... yo...—miró hacie el camino de donde había venido casi como si pudiera volver a ver el campamento— no puedo volver—sus ojos se llenaron de lágrimas y algo dentro del joven se rompió. Percy no necesitó leer sus pensamientos para saber que pasaba por su mente. Primero, se suponía que los dioses habían jurado no volver a tener hijos, y aunque claramente los dos menores no habían cumplido y él venía de otra época, una anterior a aquel pacto, el hecho de que estuviera vivo significaba más problemas. Segundo, sus hermanastros habían causado la segunda guerra mundial, los hijos de Hades nunca eran un buen presagio ni bien recibidos, solo eran un reflejo de cómo se trataba a su padre. Y tercero, él a pesar de ser hijo de uno de los tres grandes, ni siquiera tenía una cabaña en el campamento. No había un lugar para él en el lugar destinado para los hijos de los dioses, era un huérfano venido de otro siglo sin un lugar para quedarse, estaba solo y se sentía odiado y traicionado. Una resolución cruel para un niño de diez años.

— Yo estaré a su lado, le enseñaré a usar sus poderes y juntos traeremos a la princesa de vuelta a la vida—y las promesas del fantasma fueron muy tentadoras, Nico se fue calmando de a poco

— ¿Cómo? —el miedo se había ido por completo, ahora había una nueva meta, traer de vuelta a su hermana.

— Primero deberá controlar sus poderes, conozco el lugar ideal para hacerlo sin que nadie lo encuentre o moleste—Nico asintió con la cabeza y siguió al fantasma.

Percy despertó con un par de lágrimas en los ojos, miró su rostro apacible y con una ligera sonrisa, no sabía que tipo de recuerdo él estuviera reviviendo, pero le alegró un poco saber que era uno bueno.

Se acomodó más cerca y se atrevió a abrazarse, era extraño abrazar su propio cuerpo, deseo con todas sus fuerzas que cada uno estuviera en su lugar para poder reconfortar a Nico como debía, pero ya tendría tiempo para eso, una vez que volvieran a sus cuerpos él tendría una larga plática con Nico y esta vez pediría disculpas como se debía

— Pronto—susurro mirando las nubes comenzar a teñirse de rosa anunciando que el día comenzaba

Percico de LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora