Parte 13

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— Necesitamos comer algo—Nico se quejó, el cuerpo de Percy requería más alimento que el suyo y llevaba desde el momento en el que despertó sintiendo que iba a desmayarse si no comían algo pronto

— El problema está en que no tenemos dinero ni dracmas—Nico ya sabía eso, simplemente no podía dejar de quejarse, no recordaba cuando había sido la última vez que se había sentido así, pero estaba seguro que tenía más de dos años, fue antes del Tártaro

— Bien Percy... ¿Tiene tu cuerpo alguna habilidad? Necesitamos hacer algo de dinero—el mayor miró al contrario como si ya la falta de comida le hubiera alcanzado el cerebro, teoría que el hijo de Hades no descartaba del todo

— Ahm.... ¿hablar con los peces?—Nico trato de no reír, pero no lo logró

— No cuenta ¿cómo vamos a hacer dinero hablando con los peces? —Percy trató de pensar hasta que la idea más tonta se le ocurrió

— Las personas pierden dinero u objetos en el mar... los peces pueden ayudarnos y tu te puedes meter al agua a sacar los objetos...—Nico quiso replicar, pero en verdad no le parecía tan mala idea, al fin y al cabo era más de lo que él tenía

— Bien, entonces ¡a la playa!—comenzaron a caminar hasta la costa de la bahía llegando un par de horas después hasta Woodland Beach

— Bien, debería haber algo aquí—no había muchos turistas, por lo que ambos chicos resaltaban un poco, aunque al poco tiempo los visitantes decidieron que había mejores cosas que hacer que prestarle atención a un par de adolescentes

Nico suspiró comenzando a quitarse los tenis y los calcetines, si bien se suponía que no se mojaría sin que él lo quisiera, sentía extraño metiéndose al agua con tenis. Dejó la capa junto a los tenis y suspiró de nuevo

— Pues roguemos para que tus poderes funcionen conmigo también—entró en el agua, en cuanto su cuerpo tocó aquel líquido comenzó a sentirse mucho mejor, sus fuerzas regresaron en un subidon de adrenalina y terminó de adentrarse en el agua, notó rápido que podía respirar igual de bien que en la superficie y que su cuerpo no se mojaba— oh Percy, tus poderes son geniales—dijo nadando en el agua olvidando temporalmente su misión, aquello era genial, nunca se había sentido tan a gusto en el agua... ni en ningún lugar que no fuera el inframundo en realidad.

Pequeños hipocampos nadaron a su alrededor curiosos, Nico los dejó jugar con su cabello un rato antes de recordar porqué estaba ahí.

— Buenas tardes—los hipocampos de inmediato se enfocaron en él, de alguna manera su cerebro le dijo que clase de caballitos de mar eran "hippocampus zosterae" o mejor conocidos como caballitos de mar enanos o pigmeo— estoy en busca de dinero... o dracmas—los caballitos se removieron y se agitaron a su alrededor

— Oh mi señor, conocemos el lugar exacto, pero está algo lejos—Nico lo pensó un poco y asintió con la cabeza

— Llevenme por favor—ellos se pusieron frente a él

— Nosotros no, pero llamaremos a alguien que le puede ayudar—se retiraron dispersándose con rapidez, poco después la imagen de una diosa apareció frente a él, medía apenas unos tres metros de altura y si bien eso era demasiado para un mortal, para una diosa era bastante mediocre. Su piel estaba marchita y sus ojos verdes cubiertos por cataratas, el cabello rubio flotaba a su alrededor con algunos destellos de canas, pero en definitiva su aspecto no fue lo que más le sorprendió, ya había visto una buena cantidad de dioses en su vida como para acostumbrarse a que no todos eran iguales y por supuesto que no todos se cuidaban de la misma manera.

No, lo que más le impresionó en definitiva fue su ropa, la cota de malla plateada en la parte superior estaba llena de percebes mientras que en su falda estaba hecha de una red de pesca con miles de "tesoros" en ella

— Los hipocampos dijeron que eras un semidios, tu en definitiva no hueles como un semidios—la diosa lo rodeo tratando de saber que era él— aunque por supuesto que lo eres, ningún mortal podría estar bajo el agua tanto tiempo—Nico no entendió porque los caballitos le habían llevado a esa diosa, ni siquiera podía recordar quién era, rememoró todos los libros de mitología griega y romana que había leído los últimos años, pero aquella descripción e imagen no se le vinieron a la mente. Además de que se sentía incomodo, no la típica incomodidad que daba al estar frente a un dios, era extraño, su cerebro le gritaba que saliera de ahí, que aquello no estaba correcto, pero ¿por qué?

Bien, debería haberle hecho caso a su instinto y huir tan rápido como los poderes de hijo de Poseidon le dejaban, pero él siempre había sido muy curioso, y esa misma curiosidad lo obligó a mantenerse flotando frente a la diosa.

— Disculpe mi señora, no deseaba interrumpirla en este día tan bello, no era mi intensión que los hipocampos la llamaran, pensé que traerían a alguna oceánide o alguna nereida—la diosa abrió grande los ojos mirando a Nico con una saciada curiosidad, aunque había algo nuevo en esos lechosos orbes que al joven le despertó un estado de alerta máxima. Esta vez si que iba a salir corriendo

— Un semidios griego... o romano tal vez—el agua se cerro en sus tobillos impidiéndole nadar lejos de la diosa— ¿De quién eres hijo? — tomo su mentón obligándolo a ver su marchitado rostro— no eres de Nereo y ya ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que vi a Océano mostrar su petulante rostro... no—ella sonrió— Poseidon... si definitivamente eres uno de sus vástagos—aquella diosa... no era griega ni romana, por eso no la reconocía, tenía que pensar en otras mitologías, aunque no sabía mucho de las demás

— A mi padre no le hará feliz si se entera de que usted me hizo algo—dijo tratando de zafarse del agarre, pero ella lo apretó un poco incrustando sus uñas en sus mejillas

— Sabes, tu hueles parecido a un einherjar, un molesto y horrible niño rubio—aquella palabra prendió su memoria, conocía a los einherjar, su padre lo mandaba en algunas ocasiones a verificar a los semidioses griegos y romanos que habían alcanzado aquella gloria, el hotel Valhalla era precioso, pero demasiado peligroso para su gusto, un semidios nórdico rubio que hubiera hecho enojar a una deidad del mar solo podía ser una persona y el hecho de que el cuerpo de Percy oliera similar era simplemente porque la novia de este era prima de ese semidios nórdico en particular, lo cuál lo llevaba a la respuesta de quién era aquella diosa

— Ran—susurró para alegría de la deidad, ella lo soltó y de inmediato sus mejillas sanaron

— Me conoces, un griego que me conoce, eso es algo nuevo—cuando se alejó un poco él pudo apreciar mejor su falda, en esta había tantas cosas que era casi imposible poder centrar su atención en una sola de ella, pero lo logró, había algunos dracmas flotando aquí y allá, además de algunos dolares que supuso habían quedado atrapados o debido al estado de acumulación extrema, tal vez ella los había encontrado y colocado en su red a propósito

Ahora debía hacer algún plan para obtener el dinero y salir de esa con vida, pero ¿qué hacer?

Percico de LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora