Parte 16

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— Odio tanto a los semidioses, siempre vienen acompañados—Ran formó una ola de considerable tamaño, Nico ni siquiera reparó en los mortales que había cerca que habían comenzado a correr ya hacia unos segundos, seguramente solo veían una ola de inmenso tamaño acercarse y su débil mente no procesaba a la diosa de tres metros a la que le hacía falta un buen tratamiento de hidratación en la piel.

— ¡¡Ahhh!! ¡Percy odio mucho tu cerebro! —se dio cuenta que de nuevo estaba desvariando, se puso entre la ola y su cuerpo usando sus recientemente adquiridos poderes para evitar que Percy fuera arrastrado por una ola hacia el mar del cual probable si no es que seguramente no saldría jamás, no quería ir a recoger su cuerpo a las inmundas redes de aquella diosa.

Uso su poca concentración para dividir el agua por la mitad, sonrió con ganas, eso era genial ¿Cuál había sido el judío que separó las aguas para que su pueblo pasara? No podía recordar bien aquella historia en ese momento, muy probablemente sería porque Percy no la conociera bien ¿sus conocimientos y los de Percy se mezclarían después de esto?

— ¿Por qué?... Oh te distraes fácil—no hizo mucha falta que se lo explicara, lo cual tardó muy poco en comprender ¡no le había tenido que explicar!

— ¡Amo tu cerebro! —bien, no lo había notado antes, pero claramente el cerebro de Nico tenía el TDHA más tranquilo que el suyo, lo cual hacía más sencillo todo el proceso de concentrarse y no comenzar a desvariar en tonterías

— ¡Bien sesos de alga! ¡Úsalo para sacarnos de esta! —Percy miró mal a su amigo ¿él generaba el problema y ahora él debía resolverlo? ¡Era injusto! Al menos eso pensó hasta que recordó que Annabeth había tenido que sacarlo de posiciones peores

— Bien—cuando la ola regreso al mar pudo ver a la diosa con detenimiento tratando de averiguar algo de ella, datos sobre mitomagia completamente inútiles en ese momento volaron por su mente mientras trataba de averiguar que maldito dios era ese. Después de repasar la mitología griega completa y parte de la africana, llegó a la egipcia, aunque tampoco era de ahí— ¡¿Quién rayos es?! —Nico se estaba esforzando mucho en evitar que fuera arrastrado al mar donde en aquel momento no tenía ninguna ventaja, por lo que no pudo contestar y seguramente tampoco escuchar su pregunta.

Suspiró y se esforzó más en averiguar, primero una diosa del mar.
No podía ser Tiamat porque bueno… era vista como “la brillante” y aquella diosa tenía de todo menos brillante. Para ser Astarte le faltaba ir en un león o alguna serpiente, de nuevo no había nada de eso alrededor. Sedna, aunque Nico debía haberse portado mal para ganar su enojo, lo cual dudaba mucho que hubiera pasado. Para ser Chalchiuhtlicue debía ser amarilla.

— ¡Maldición Nico! ¡¿Cuánta mitología tienes en el cerebro?! —el chico rio un poco, al parecer esta vez si lo había escuchado

— ¡¡Demasiada!! ¡¡Es mi pasatiempo aprender otras mitologías!! ¡¡Es Ran!! —dijo mientras era golpeado por una esfera de agua en el pecho, Percy hizo un gesto de dolor, casi podía sentir sus costillas crujir.

¡Ran! Entonces estábamos en la mitología escandinava… espera ¡¿Ran?!

— ¡¿Por qué de todos los dioses a ella?! —bien, ser ahogados por aquella diosa no le parecía la mejor idea del mundo ¿Por qué Nico no se pudo haber encontrado con su esposo?

— Juntamos tu mala suerte con los dioses con mi suerte de encontrar dioses de otras mitologías y ¡tada! —cortó una red de la diosa con contracorriente, eso lo libero unos segundos mientras Ran la reformaba, usó aquel tiempo para darse un respiro

— ¡Tengo una idea! —corrió hacia la diosa y comenzó a cortar redes— ¡Ayúdame! —Nico entendió rápido la idea y comenzó a hacerle caso

— ¡Paren! Se salen mis tesoros —distraída en evitar que todo saliera de sus redes dejó de atacar, pero el enojo aumentaba de intensidad— ¡¡Basta!! —aventó a ambos chicos en un descuido con una ola de dos metros— Paren ya—miró fijamente a Nico— esta vez semidios, solo por esta vez te libraste, tal vez no te pueda maldecir, pero si nos volvemos a encontrar serás parte de mi colección—amenazó tan escalofriante como solo un dios podía ser antes de volver al agua

— Estoy empapado—dijeron ambos al mismo tiempo antes de soltarse a reír un poco, se acostaron en la arena dándose un largo respiro

— Una diosa me odia—se dio cuenta Percy, cuando él volviera a su cuerpo ¡iba a tener que cuidarse en el mar! Era ridículo

— Muchos dioses te odian—alzo los hombros el menor mientras se sentaba y sacaba de su bolsillo un puño de dracmas y dinero— ahora ¡vamos a McDonalds!

Percico de LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora