Parte 22

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— ¡Esas cosas no vienen solas! —Nico miró a Percy, el chico claramente ya tenía experiencia lidiando con aquellos monstruos

— ¡Perfecto!... entonces tenemos muchos problemas—Nico miró alrededor— debemos saltar, si no nos mata los grifos lo hará Perséfone si algo le llega a suceder a sus flores—Percy miró al menor como si se hubiera vuelto loco— ¡No me mires así! ¿Cómo planeas pelear en medio de… esto? —el hijo de Poseidón trato de pensar en como hacerlo, pero sabía ya con anterioridad que Nico tenía razón, suspiró

— Si sobrevivimos… solo diré que te odio—abrieron las puertas del camión agradeciendo que todo estuviera bien sujeto dentro de este, vieron unos cuatro grifos volar hacia ellos, aunque por la velocidad parecía costarles— ¿y si no nos alcanzan? —Nico lo miró de mala manera— bien… no podemos arriesgarnos—suspiró mirando la carretera ¿A qué velocidad iban?

— Vamos a necesitar que viajes por sombras—Percy miró a Nico de nuevo

— ¡No sé hacer eso! —Nico tomó su mano y sonrió un poco

— Hey… estamos juntos en esto ¿no? —el contrario suspiró asintiendo— bien, vas a concentrarte en las sombras, dejarás que te envuelvan, piensa en algún punto fijo… de preferencia que conozcas o aún mejor… en el camino que llevamos, no me gustaría volver al campamento mestizo—Percy suspiró asintiendo, miró las sombras y se concentró en ellas, sintió un jalón en su estomago como si estas lo llamaran de alguna manera— ya lo estás sintiendo, bien no dejes de concentrarte por ningún motivo y… cierra los ojos—Percy asintió de nuevo aferrándose a la mano de Nico, los grifos comenzaban a darles alcance

— Oh tío Hades… no permitas que terminemos hoy en tu reino—pidió antes de jalar a Nico y brincar ambos a la sombra del camión.

Percy deseaba poder explicar lo que se sentía estar dentro de las sombras, era muy diferente a cuando iba de pasajero, esta vez sentía que tenía el control de a donde iba, pero al mismo tiempo nada de lo que sucedía podía dirigirlo, las sombras se aferraban a su cuerpo como si trataran de detenerlo, voces le susurraban al oído, aunque eran tantas y en tantos idiomas distintos que no podía entender. Recordó lo que Nico había dicho, tenía que pensar en un punto al cuál ir, pero no estaba seguro de si alguna vez había viajado tan al sur. Así que pensó en México, pensó en las playas blancas de ¿Cancún? En realidad no sabía si así se llamaba, pero tenía la imagen en la cabeza de cómo se veían, alguna vez planificando las vacaciones con Annabeth habían visto fotos de “Playa Delfines” un precioso lugar en el que se veían estos hermosos animales y Percy había decidido que algún día él iría a ver aquel mar.

Sintió la luz, algo demasiado extraño, nunca había sentido la luz antes, pero ahora sabía donde acababan todas las sombras así que se obligó a viajar hasta ese lugar. Salir de las sombras fue toda una experiencia nueva, sintió como si dentro de las sombras se fusionaba con ellas y ahora mientras se retiraba de ellas era reformado de una manera diferente, cada partícula de su cuerpo ya no se sentía “en su lugar”

Cayeron debajo de una palmera y el sol del atardecer los cegó por unos segundos, Percy se sintió débil y mareado, pero nada grave, a decir verdad

— Hey… eso fue mejor de lo que esperaba—pero nadie le respondió, miró a su izquierda y vio a Nico tirado en el suelo demasiado pálido— ¡¡Nico!!

Percico de LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora