1. El encuentro

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17 de junio

Al fin había llegado a la casa de mi hermano, o más bien dicho, mansión.

Cerré el coche con el mando a distancia desde la puerta de la entrada y llamé al timbre. Identifiqué que había cámara en el telefonillo, pero me giré para que fuese sorpresa mi entrada.

Mientras esperaba, los nervios empezaron a apoderarse de mí. Hacía muchos meses que no veía a mi hermano mayor, por lo que vivir con él y sus amigos durante estos meses no es que me hiciese especial ilusión.

No me malinterpretéis, tengo demasiadas ganas de verle, pero tanta testosterona a mi alrededor es lo que menos necesito ahora mismo.

Mis pensamientos son interrumpidos por unos pasos que se escuchan en el jardín y un grito desde dentro avisando que ya iba a abrir la puerta.

¿Tanto ruido tienen que hacer?

–¿Qué haces tú aquí? – exclamamos el chico que me había abierto la puerta y yo a la vez con cara de asco.

No me lo puedo creer, tiene que estar en todas partes.

–Pues yo vivo aquí, así que ya me dirás tú la excusa. – se ríe el chico de manera burlesca.

Madre mía, no le soporto para nada. Y encima me vacila.

Justo cuando iba a contestar apareció mi hermano al lado de él.

–¡Helena, has llegado! – vino hacia mí con los brazos abiertos para un abrazo, pero con una sonrisa incómoda que no podía disimular.

Te voy a matar, Daniel Alonso, por lo que acabas de hacerme.

Correspondí a su abrazo y le di un pequeño pellizco en la espalda para que notase que no estaba nada de acuerdo con su encerrona.

Se quejó de manera que solo le escuché yo. Me reí maliciosamente. Lo había pillado.

–¿Me puedes explicar por qué tendré que compartir casa con Adrián y yo no sabía nada? – fue lo primero que le dije en cuanto nos separamos.

Mi hermano, que aún estaba entre los dos, no sabía como reaccionar.

Estábamos Adrián y yo delante de él, con los brazos cruzados, esperando su respuesta, dispuestos a atacar.

Necesitaba por lo menos saber la información para discutir con argumentos.

–Vale, no me matéis, por favor. – ambos asentimos esperando que continuase. – No te dije nada, Helena, porque sabía que si no pues no querrías venir y tenía muchas ganas de volver a convivir contigo. – me sonrió como si no hubiese roto un plato en su vida. – Y a ti Adri, simplemente se me pasó avisarte. – se encogió de hombros mirándole.

Adrián me miró con la mayor cara de póker que había visto en mi vida.

Si estuviese jugando a ese juego, no habría manera de saber su siguiente estrategia.

–Luego lo hablamos, bro. – se giró para irse. – Pero que sepas que no pienso preocuparme de esta niña ni un solo día. – respondió dejándome de piedra.

¿Pero este de qué va? ¿A quién cojones llama niña?

-¿A quién cojones llamas niña? – se nota que no puedo mantener mi boca cerrada.

-A ti, pringada, espero que no me molestes mientras te quedes aquí. – me dejó con la palabra en la boca y entró a la casa dejándonos a Dani y a mí solos.

No se habrá atrevido a dejarme con la palabra en la boca.

Justo cuando iba a contraatacar, mi hermano habló.

–Helena, de verdad, lo siento. Ha sido una cagada, pero te juro que te lo recompensaré. – más le vale. – Ahora vamos, que te enseño tu habitación y así te acomodas.

Me ayudó con las maletas que traía, las cuales eran pocas. Tres grandes y dos bolsas de deporte llenas lo veía poco para mudarme durante tres meses.

Cuando llegamos a lo que será mi habitación estas largas semanas, quedé alucinada.

La habitación tenía una cama de matrimonio gigante, rodeada de ventanales que daban dirección al jardín y un pequeño balcón. Contaba además con un armario casi más grande que mi habitación de Zamora. Y mi parte favorita, un cuarto de baño para mí sola dentro de la propia habitación.

Si esto es un sueño que me pellizquen ya. Que a lo bueno me acostumbro rápido.

–Dani, esto es demasiado, me sabe hasta mal ocupar esta habitación.

–Ni mucho menos, es la de invitados, pero puedes decorarla a tu gusto. Porque será tu habitación estos meses. – se sentó en la cama. –¿Quieres que te ayude a ordenar tus cosas? Mis amigos te querrán conocer.

–¿Te importa que me quede yo a hacerlo y bajar un poco más tarde? – me tumbé en la cama con los brazos abiertos, disfrutando de la comodidad de esta, con los ojos cerrados. Suspiré. – La verdad que saber que voy a tener que compartir techo con Adrián me ha dejado traspuesta y necesito descansar un poco. – nos reímos los dos y se tumbó conmigo.

–Quizá es hora de que arregléis vuestras diferencias. Quién sabe si al final os lleváis bien y todo.

Este chico de verdad es demasiado optimista o toma setas alucinógenas. En ambos casos, no creo que sea bueno para su salud.

–Como mucho creo que mi avance será estar en la misma sala sin tirarle un zapato a la cabeza.

–Bueno, eso es un avance muy grande. – se rio de nuevo. Por lo menos me entiende.

–No me esperaba que viviese aquí, para ser sincera, me ha pillado totalmente desprevenida. Me hubiese gustado saberlo, para no quedar con cara de tonta por lo menos.

Hubiese sido un buen detalle, la verdad.

–Ya lo sé, peque. Estos meses han sido de muchos cambios, ya sabes que nos hemos mudado y él siempre ha sido de mis mejores amigos. Además, ahora también es mi editor, por lo que no puedo echarle así porque sí.

–¿Ni aunque tu querida hermana te lo pida? – le hice un puchero.

–Ni aunque mi queridísima hermana me lo pida.

–Jo.

Dani se levantó de la cama y me tendió la mano para levantarme y hacerme un rápido house tour. Para que no me perdiese más que nada, como me conoce.

Era enorme, demasiado grande y tenía de todo. Aparte de haber muchísimas habitaciones esparcidas por toda la casa, algunas más grandes y otras más pequeñas. Tenía también muchísimos baños, una cocina y un salón enorme, un pequeño gimnasio con sauna y jacuzzi en la planta más alta. Además del jardín con una piscina para pasar un buen verano sin calor. Pero lo que más me gustó fue la sala de cine, con sillones enormes y una pantalla que ocupaba una pared entera.

Sin duda sería mi sitio favorito de la casa.

Una vez vimos todo, Dani se fue a preparar un vídeo que harían mañana. No sin antes decirme que me daba un rato para descansar y ordenar el armario y en dos horas me esperaba en la sala porque llegarían los demás chicos de la casa y me los presentaría.

¿Qué si me daba un poco de pavor conocer a todos los integrantes de la casa?

Qué va.

Un poco no, me daba demasiado pavor.








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Primer capítulo, qué nervios. Espero que poco a poco os vaya enganchando. Iré actualizando lo antes posible. Gracias!!

Señor, dame paciencia | AdridobylusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora