🔸Mis ojos se mantuvieron fijos en Adrián, quien seguía besando a Teresa como si la fiesta dependiera de ello. La presión en mi pecho crecía, como si una mano invisible estuviera estrujando mi corazón. Me sentía enfadada, herida... pero, sobre todo, vengativa.
Si él pensaba que podía jugar conmigo de esa forma, estaba muy equivocado.
Me giré en busca de Archie, quien aún no había vuelto con las bebidas. No sabía si alegrarme o preocuparme, pero ahora mismo tenía otras prioridades. Caminé decidida hacia donde estaba Krufy, quien, distraído hablando con unos amigos, no notó mi estado hasta que llegué a su lado.
— ¿Qué ha pasado? — preguntó de al instante, frunciendo el ceño al ver mi expresión. Sabía que algo iba mal y su preocupación era notable.
Aunque no tenía pinta de que se hubiese enterado del show que acaba de formar Adrián al otro lado de la sala.
— Necesito tu ayuda. — dije sin rodeos, agarrando su brazo. Krufy me miró con desconfianza, pero no se negó.
— Dime, ¿qué vamos a hacer?
Sonreí por la lealtad de mi amigo, aunque en realidad me seguía sintiendo furiosa. Mi mente trabajaba rápidamente, pensando un plan lo suficientemente bueno.
No iba a dejar que Adrián se saliera con la suya tan fácilmente. Sabía que esto no era solo sobre Teresa, realmente era lo que menos me importaba, si no hubiese sido ella, hubiese sido otra. Esto era más grande que eso. Era sobre él, sobre nosotros, y todo lo que me había hecho durante años y no he podido enfrentarlo hasta ahora.
— Vamos a dar un pequeño espectáculo. — respondí, mirando hacia la pista de baile.
Krufy arqueó una ceja, claramente intrigado, pero también un poco preocupado. Antes de que pudiera hacer más preguntas, volví a arrastrarlo del brazo conmigo hacia el centro de la pista, justo donde Adrián pudiera vernos.
— Helena... ¿qué estás haciendo? — preguntó Krufy en un tono bajo, aunque no parecía dispuesto a oponerse a lo que sea que tuviera en mente.
— Confía en mí. — respondí, y le dediqué una sonrisa que sabía que lo desconcertaría. Era parte del plan.
La música cambió a una melodía más lenta, algo sensual que llenó el ambiente con una vibra magnética y casi palpable. Agarré a Krufy por los hombros y comencé a moverme al ritmo, obligándolo a seguirme. Aunque estaba algo rígido al principio, pronto empezó a relajarse, dejándose llevar por mí y el momento.
Sabía que Adrián nos estaba mirando. Sentía su mirada quemándome la espalda, pero me negué a darle el placer de girarme para comprobarlo. En cambio, me centré en Krufy, quien ahora sonreía con diversión, aunque sin entender del todo lo que estaba pasando.
— No sé qué estás planeando, pero me alegra estar involucrado. — dijo, y yo reí en respuesta.
Seguimos bailando y a medida que la música aumentaba en intensidad, lo hacía también nuestra cercanía. Mis manos se deslizaron por el cuello de mi amigo, mientras él colocaba las suyas en mi cintura, tirando ligeramente de mí hacia él. Podía sentir el ambiente cargado, las miradas de alguno de los presentes, pero sobre todo, la de Adrián. Y eso era lo que buscaba.
No iba a negarlo, estaba utilizando a Krufy en este juego, pero él, siempre el amigo leal, seguía mi juego sin hacer preguntas. Sabía que confiaba en mí, y eso solo me reforzaba a continuar con esto.
— Esto no va a terminar bien, Helena. — susurró Krufy en mi oído, probablemente percibiendo la tensión en el aire. No respondí, porque en el fondo, sabía que tenía razón.
No quería llevar esto demasiado lejos y arrastrar a Krufy más de lo necesario. Lo solté suavemente al terminar la canción y le sonreí agradecida.
— Gracias por esto. Eres un buen amigo. — le agradecí con un beso en la mejilla.
Él sonrió, dándome un leve apretón en la mano antes de dejarme sola en medio de la pista. Respiré hondo y me giré, sabiendo que era inevitable enfrentarme a lo que vendría a continuación, lo noté al instante.
Adrián estaba justo detrás de mí. Su expresión era ilegible para mí, pero sus ojos, esos malditos ojos marrones, lo decían todo. Se podía percibir que estaba celoso.
— ¿Qué fue todo eso, Helena? — preguntó, su voz baja, pero cargada de una intensidad que se me erizó la piel.
— ¿Te refieres a que me estoy divirtiendo? — respondí, tratando de sonar despreocupada, aunque mi corazón seguía latiendo con fuerza. No se me dan bien este tipo de cosas, el alcohol me vuelve irracional frente a mis actos.
— Sabes perfectamente a qué me refiero — dio un paso hacia mí, acortando la distancia entre nosotros. — ¿Crees que puedes jugar este juego y salirte con la tuya?
— ¿Jugar? — reí, aunque el sonido salió más amargo de lo que pretendía. No pude evitarlo. — No soy yo quien está jugando aquí, Adrián.
Él escaneó mi cara por un momento, como si estuviera intentando descifrarme, pero luego, sin previo aviso, me llevó a otra estancia de la casa, donde había menos gente y menos ruido.
— ¿Por qué sigues haciéndote la dura? — exigió en voz baja, aunque había una chispa de algo más en sus ojos. Algo que no era solo enfado.
Lo miré directamente, enfrentándolo por primera vez en toda la noche sin máscaras ni juegos. Estábamos solos, alejados de la música y las miradas curiosas.
— Porque no quiero que me vuelvas a hacer daño. — solté, sin pensar en las consecuencias de mis palabras.
Adrián pareció quedarse congelado por un segundo. Sus ojos se suavizaron, y su agarre en mi brazo se relajó, aunque no me soltó del todo.
— Helena... — comenzó, pero no sabía cómo continuar. Parecía que las palabras se le atascaban en la garganta.
Sentí la oleada de emociones que había estado reprimiendo durante toda la noche, durante todos estos años, y por un segundo, estuve a punto de derrumbarme. Pero no podía. No aquí. No ahora.
— Adrián, no sé lo que esperas de mí. Pero no voy a dejar que vuelvas a pasar por encima de mí, no otra vez. — dije, con la voz rota, pero firme.
Él me miró con una mezcla de confusión y arrepentimiento, pero antes de que pudiera responder, Archie apareció con las bebidas en mano.
— Helena, te estaba buscando. — dijo, rompiendo la tensión entre Adrián y yo.
Tomé la copa que me ofrecía Archie y le sonreí, intentando recomponerme. Sabía que esto no había terminado. Pero por ahora lo iba a dejar así.
— Gracias Archie, pero me encuentro un poco mal, mejor iré a dormir ya. — le devolví el vaso después de darle las buenas noches.
Adrián me lanzó una última mirada, luego se alejó sin decir una palabra más.
Este juego apenas estaba comenzando.
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Holaa!! Este capítulo es corto, pero bastante intenso. Espero que os haya gustado <3
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Señor, dame paciencia | Adridobylus
Fanfiction¿Qué harías si te tocase vivir con la persona que peor te ha caído desde siempre durante todo el verano, por culpa de tu hermano? Pues esto le tocará vivir a Helena Alonso. Pero ni ella sabe qué hacer, ni por qué el universo le odia de esta manera...