🔸ADRIÁN
Si en el diccionario buscas la palabra "tonto", definitivamente sale una foto mía en primera página.
Después del evento de Fanta, llegamos a casa todos juntos, y lo primero que hice fue bajar del coche y caminar rápidamente hacia el interior de esta. Sí, como un niño pequeño, lo sé. Pero estaba muy enfadado.
Muy enfadado conmigo mismo.
Me había acojonado con Helena. Estaba a punto de lanzarme, me había armado mucho valor y lo estaba deseando, de verdad que sí. Pero simplemente no pude. Y me arrepiento tantísimo de ello.
Ahora mismo, lo único que quería era tirarme en la cama y desaparecer. Y puede que comer alguna que otra bolsa de patatas. Las de jamón siempre me consiguen levantarme el ánimo. Y podría haberlo hecho, si no fuese porque nada más abrir la puerta, me encontré a una rubia sentada en mi cama.
— ¿Qué cojones haces tú aquí? — exclamé, muy sorprendido he de añadir. Teresa se levantó y se dirigió a mí con una sonrisa, dispuesta a plantarme un beso, lo que se llevó una cobra de mi parte. Su beso impactó en mi mejilla, en cambio.
— He venido a darte una sorpresa. — respondió con una sonrisa en cuanto se recompuso del beso rechazado. Imagino que ella no se esperaba que le girase la cara.
— Pero yo no te he pedido que vinieras. — intenté formular un tono agradable, pero la molestia en mi voz no pasaba desapercibida.
— Ya lo sé, bobo, pero como no me respondías, he venido a darte una sorpresa.
— ¿Y quién te ha dejado entrar? — esta situación estaba siendo surrealista, de verdad.
— Archie, me parece que se llama. — últimamente, la presencia de mi amigo el inglés, no me está beneficiando en nada.
— Mira, Teresa... — me sabía mal rechazarla, se notaba colada por mí. Pero ya me había dado cuenta de a quién quería en mi vida, como para fastidiarla en este preciso instante. Aún más de lo que ya estaba, claro. — Espera, ¿eso que llevas es una pulsera mía?
— Sí, me la llevé el otro día de recuerdo de nuestra noche especial, sabiendo que volvería a encontrarnos. Como la historia del hilo rojo. — en ese momento me acordé de mi madre, fiel creyente de dicha historia.
— No creo que el hilo rojo funcione si es robado, la verdad. — parecía no entender lo que le estaba diciendo. — ¿Me la devuelves, por favor? — ella tendió el brazo y agarré la pulsera de su muñeca, colocándomela en la mía por primera vez en años.
Si supiese realmente el significado que tiene esta pulsera para mí...
— Mira, Adri, sé que ahora mismo te estaré pareciendo que estoy loca. — bueno, razón no le faltaba. — Pero he hecho esto porque no podía aguantarme más sin verte y sin hablar contigo. Me encantaste y me he pillado, noto que entre nosotros hubo algo muy especial...
Joder, sabía que era guapo, pero no esperaba que tuviese tanto encanto con las chicas.
— Teresa, no quise darte señales equivocadas. Esa noche nos lo pasamos muy bien, pero tan solo fue eso, una noche. Lo siento si te hice ver lo contrario.
— Te gusta otra, ¿verdad? — su respuesta me pilló de imprevisto. Nunca lo había admitido a nadie que me gustaba otra persona. Me parecía irónico que la primera fuese Teresa.
— Sí, me gusta otra chica.
Me dio pena su cara de desilusión. Aunque tenga fama de chico que no se preocupa por las mujeres, en realidad siempre lo he sufrido, lo que nunca he sido capaz de saber cómo gestionarlo bien. Teresa es una chica guapísima, cualquiera pagaría por estar con ella, mientras que yo la estoy rechazando. Pero ya tengo claro de que yo solo daría todo por estar con una morena con la cual comparto techo.
ESTÁS LEYENDO
Señor, dame paciencia | Adridobylus
Fanfiction¿Qué harías si te tocase vivir con la persona que peor te ha caído desde siempre durante todo el verano, por culpa de tu hermano? Pues esto le tocará vivir a Helena Alonso. Pero ni ella sabe qué hacer, ni por qué el universo le odia de esta manera...